LONDRES.— Hay hazañas deportivas imposibles de olvidar. Dejan una huella indeleble en la memoria, provocan añoranza y asombran cada vez que son recordadas. Sentimos cómo esos hechos, protagonizados por sacrificados hombres y mujeres con talentos excepcionales, pasan a formar parte de nuestras vidas. De nuestra identidad.
En esta ciudad se han escrito unas cuantas páginas que trascenderán el tiempo para convertirse en parte del imaginario colectivo de una humanidad cada vez más necesitada de valores como los que propone el deporte.
En algunas de esas estará la inigualable actuación de Michel Phelps, aquí consagrado como el humano más premiado en lides olímpicas. O la perseverancia del sudafricano Oscar Pistorius, el primer amputado que va más allá de su condición y participa en un certamen de este tipo.
Todavía no defino por qué, pero en el plano emocional no puedo obviar la imagen del dominicano Félix Sánchez a lágrima viva en lo más alto del podio, 12 años después de su triunfo en Atenas 2004.
La resurrección de «Súper Félix» fue un suceso increíble. Cuando en Beijing no pudo revalidar su título el mismo día en que conoció la muerte de su abuela, fui uno de los que pensó en su adiós definitivo. Luego, las constantes lesiones y los discretos resultados confirmaban la teoría. Hasta que todo cambió, y pudo cumplir la promesa hecha a la abuela, presente en la ceremonia a través de una foto.
Algo más o menos parecido, pero a nivel social, le sucedía a la parte oeste de Londres. Cuna por un tiempo de la industrialización y asentamiento de uno de los más importantes puertos, cayó en desgracia hasta que el Comité Olímpico Internacional le otorgó la sede.
Al olvido de mucho tiempo sucedió el nuevo amanecer de esta área. No conocía de este lado más de lo que los audiovisuales del Comité Organizador local habían divulgado. Después de haber recorrido el Parque Olímpico durante los últimos días, solo me queda decir que la transformación ha sido descomunal.
Dicen los que más saben que será este el mayor legado que dejará la presente edición del certamen. Visto que la economía seguirá de capa caída en la nación, y aunque algunas empresas ya hicieron literalmente su agosto, la notable recolocación del East Wend en el mapa de Londres es lo que quedará para la historia. Y para ser justos, quien pida más es un gandido.