A esa primera andanada de ideas le seguirían otras. En las Reflexiones de nuestro Comandante en Jefe se traza un vívido cuadro de la situación actual del mundo y se desenmascaran las falacias del imperialismo y sus medios de desinformación. Como escribió Fidel el 7 de mayo, «si se escucha a los voceros de las transnacionales y su aparato de divulgación, vivimos en el mejor de los mundos: una economía regida por el mercado, más capital transnacional, más tecnología sofisticada, igual a crecimiento constante de la productividad, del PIB, del nivel de vida y todos los sueños del mundo para la especie humana; el Estado no debe interponerse en nada, no debiera incluso existir, excepto como instrumento del gran capital financiero. Pero las realidades son tercas».
Sobre esas realidades ha escrito el Comandante sin descanso este año. La tiranía mundial que pretende imponer Bush, los demenciales gastos militares, la criminal agresión a Iraq y Afganistán, el calentamiento global como espada de Damocles que pende sobre la Humanidad, el derroche de energía en los países desarrollados, que ha contribuido a poner por las nubes el precio del petróleo, la idea macabra de convertir los alimentos en combustibles para el ocio y el lujo, en momentos en que 76 millones de personas se agregan cada año a la población mundial, la escasez creciente de agua, la carencia de médicos en los países que más los necesitan, el repugnante robo de cerebros, el incremento del intercambio desigual, la creciente brecha digital... Prácticamente nada ha escapado a su escrutinio.
Como alertó el 23 de junio, nunca antes nuestra especie «se vio tan amenazada por la combinación del subdesarrollo político de la sociedad y las creaciones de la tecnología, que parecen no tener límites y se van más allá de toda racionalidad en su capacidad de autodestrucción. Guerras de exterminio, cambios de clima, hambre, sed, desigualdades, nos rodean por todas partes».
En sus escritos el Comandante ha abordado medulares temas políticos del acontecer internacional, entre ellos la digna respuesta de Cuba en junio a la Unión Europea, la denuncia del peligro de magnicidio contra Chávez, el análisis de las Cumbres Iberoamericana y de Río, la semblanza de Rafael Correa y Volodia Teitelboim, y el emocionado recuento de sus conversaciones con Lula.
Cuando algunos en el mundo han preferido hacerse de la vista gorda, el líder de la Revolución ha fustigado sin cesar las mentiras y los embustes de Bush. También ha abordado la campaña electoral en Estados Unidos, y la incapacidad de rectificación de los candidatos demócratas hacia Cuba, sobre los que dijo, en frase memorable, que «no están haciendo política, están jugando a las barajas un domingo por la tarde». Asimismo, le dedicó una extensa serie de sus Reflexiones —cinco partes— a desnudar las ideas del candidato republicano, John McCain, al cual caracterizó de un plumazo este 6 de marzo, como alguien «que está comprometido con la guerra en Iraq y disfruta lanzando bombas contra la población civil, es opuesto a toda negociación y jura mantener el bloqueo económico contra la nación cubana».
En el momento que entendió oportuno, anunció su decisión de no aspirar ni aceptar el cargo de Presidente del Consejo de Estado. Ya había preparado a su pueblo para ello. Guerrillero siempre, no le regaló ni un día al imperio, que se deshacía en conjeturas.
Así se ha mantenido el líder de la Revolución, desde una nueva trinchera, pero como siempre en la primera línea. Sembrando ideas, porque ideas claras conservan revoluciones. Y pensando siempre en los jóvenes, que tienen la tarea titánica de continuar la obra. A ellos, de una manera especial, están dirigidas las Reflexiones. En algunas lo hace explícitamente, como cuando termina la serie sobre Lula y, al enumerar ocho factores que complican la situación del planeta, apela a «los y las más jóvenes, como suele decirse últimamente para no parecer discriminador de las mujeres», y los exhorta a conocer y asumir esos peligros.
También al felicitar la decisión del Buró Nacional de la Juventud de dedicar parte del tiempo de las Brigadas Estudiantiles de Trabajo al estudio y el debate («Autocrítica de Cuba», del 10 de julio), o al recordar el aniversario 20 de la creación de los Joven Club de Computación, o expresar el «sano orgullo y explicable envidia» que sentía al escuchar a los delegados al Congreso de la FEEM («Siempre cuesta arriba»), o cuando termina una Reflexión, con ternura que recuerda la del hombre de La Edad de Oro, y dice: «Debo concluir. Mañana domingo es el Día de los Niños. En ellos pienso cuando escribo esta reflexión. A ellos la dedico».
A los jóvenes, sobre todo, está destinado su riguroso análisis histórico «El imperio y la isla independiente», publicado en agosto. En su introducción señala: «Estas reflexiones van dirigidas especialmente a las nuevas generaciones con el objetivo de que conozcan hechos muy importantes y decisivos en el destino de nuestra patria». En su apelación a la Historia y a los más genuinos valores humanos, Fidel se ha referido, con profundo respeto y admiración, a héroes eternos como Céspedes, Agramonte, Martí, Maceo, Chibás, Frank, Camilo, el Che y a compañeros caídos más recientemente como Vilma o Sergio del Valle, ejemplos a seguir por la juventud.
También ha hecho una referencia reiterada a cinco luchadores que encarnan las mejores virtudes de los cubanos y están siempre con nosotros, por más que el imperio se empeñe en mantenerlos tras las rejas. «Los Cinco Héroes cubanos prisioneros del imperio son paradigmas a imitar por las nuevas generaciones (...) Estoy seguro de que muchos jóvenes cubanos, en su lucha contra el Gigante de las Siete Leguas, harían lo mismo», sentenció en el Mensaje a la Asamblea Nacional del Poder Popular el 27 de diciembre.
Igualmente, la convicción expresada el 17 de junio en el Manifiesto para el pueblo de Cuba de que los yanquis no tendrán jamás a nuestra Patria se sustenta en la seguridad de que los pinos nuevos estarán a la altura de sus mayores. Fidel lo dijo muy claramente, en su respuesta al Mensaje que le dirigió la UJC: «Si los jóvenes fallan, todo fallará. Es mi más profunda convicción que la juventud cubana luchará por impedirlo. Creo en ustedes».
Con toda razón Raúl señalaba, en su discurso del 24 de febrero en la Asamblea Nacional, que «Fidel está ahí, como siempre, con la mente bien clara y la capacidad de análisis y previsión, más que intacta, fortalecida, ahora que puede dedicar al estudio y al análisis las incontables horas que antes empleaba en el enfrentamiento a los problemas cotidianos».
Debemos volver una y otra vez sobre las Reflexiones, pues el pueblo cubano, y en particular los jóvenes, tenemos en ellas un arsenal invaluable con el cual podemos contar para la compleja lucha ideológica en el mundo actual. Como el Comandante, podemos decir: «La vida sin ideas de nada vale. No hay felicidad mayor que la de luchar por ellas».