Foto: Marcelo García/Prensa Miraflores Con todas las probabilidades en contra, el candidato opositor Manuel Rosales disputa hoy la presidencia de Venezuela tras el propósito deliberado de detener y, si le fuera posible, revertir lo hecho por la Revolución.
Nuevamente las urnas son hoy pacífico campo de batalla en la patria de Bolívar. Justamente, la materialización de sus ideales es lo que vuelve a estar en juego: al aspirar a la reelección, Hugo Chávez cumple el deber contraído con el pueblo de profundizar y completar los cambios. Rosales apenas fungirá como el peón en que deposita su fe el gobierno de Estados Unidos, aún no resignado a este andar del ideario del Libertador por Venezuela y el continente.
Como todos los sondeos le adelantan la derrota, al augurar a Chávez un puntaje superior en casi un 30 por ciento, y como las masas han mostrado su mayoritario respaldo al líder bolivariano —lo que tiene una credibilidad mayor—, Rosales ha pasado de la vacilación en concurrir al torneo, a la maniobra del descrédito.
Porque saben improbable una votación que les favorezca, los sectores de la oposición pueden apostar, únicamente, al desconocimiento de los resultados. El show parece lo mejor en ese sentido. O la desestabilización.
Hace unos días, un «mensaje» propalado mediante grandes cadenas televisivas venezolanas por el empresario de medios periodísticos y escritor Rafael Poleo, conminaba a los votantes a denunciar «fraude» y, el lunes, salir a protestar. El martes tomarían las calles «los militares». Ello verificó la conciencia de derrota que tienen los artífices de la campaña de Rosales. Pero también —y sobre todo—, confirmó sus arteros y antidemocráticos planes.
Más recientemente, el hallazgo de un alijo con decenas de miles de camisetas donde estaba impresa la palabra FRAUDE, confirmó lo avanzado de los preparativos. Otros componentes del plan fueron desarticulados por oficiales de las Fuerzas Armadas en Zulia, estado del que Rosales es gobernador, cuando presentaron ante la prensa volantes donde se leía el llamado a una «gran avalancha contra el fraude» para el día 5 de diciembre.
Con el mismo veneno de la presunta falta de transparencia y credibilidad de los comicios, miembros del comando de Rosales habían acudido ante políticos de la Unión Europea algunas semanas atrás para, con su ayuda, ir fomentando el espectáculo.
Confirmando otras aristas, un artículo publicado en el sitio web Rebelión reveló también la celebración en Venezuela de reuniones de la gente de Rosales con militares en retiro, al tiempo que denunciaba llamamientos de los primeros a las Fuerzas Armadas para que tomaran las calles y «defendieran» el voto opositor.
Noticias divulgadas este sábado dieron certeza otra vez acerca del lugar donde se encuentran los verdaderos autores del maquiavélico plan para frustrar la jornada electoral de este domingo. Según informó Venezolana de Televisión, Poleo y el vicealmirante retirado Radamés Muñoz, ministro de Defensa en los tiempos de Carlos Andrés Pérez, abordaron ayer un vuelo con destino a Miami.
Medios alternativos venezolanos consideraron la ida como un incumplimiento de Poleo a «sus deberes cívicos».
EL DINERO TAMBIÉN LES LLEGA DESDE EE.UU.Pero la virtual fuga hacia su madriguera del soliviantador y manipulador periodista —ligado al paro petrolero y al golpe de Estado de abril de 2002, por lo que fue gratificado con un alto cargo jurídico por el fugaz emperador Pedro Carmona, El Breve—, es solo una débil prueba del interés... y el trabajo sucio de Washington para interferir en los destinos de Venezuela.
Según se ha denunciado, la embajada estadounidense en Caracas emitió un mensaje en el que «advirtió» a sus ciudadanos en Venezuela acerca de la posibilidad de actos de «conmoción» y «perturbación», por lo que llegó a sugerirles el almacenamiento de agua, alimentos y medicinas. Se afirma que en algunos lugares ello ha desatado las llamadas compras de pánico.
Nadie que conozca medianamente la agresividad de que ha sido objeto el gobierno bolivariano por parte de la Casa Blanca, podría sentirse sorprendido.
Se sabe su participación, asomando la cola tras bambalinas, en el golpe de Estado de abril de 2002. Luego, documentos desclasificados que obtuvo y publicó la abogada Eva Golinger revelaron que Washington había entregado partidas millonarias a los sectores golpistas venezolanos, disfrazadas en las engañosos «ayudas» de la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo (USAID) y la National Endowment for Democracy (NED).
Más recientemente, una solicitud de desclasificación presentada por la agencia AP develó la entrega por la Casa Blanca de nuevas cantidades de dinero a entidades supuestamente populares de Venezuela, con el presunto objetivo de implementar iniciativas comunitarias para el bien social. Sin embargo, muchos de los receptores del dinero no fueron identificados. Y la mayoría de los proyectos estaban encaminados a la organización de seminarios y talleres, con el declarado objetivo de «fomentar la democracia».
En la estrategia de Washington, reiteradamente fracasada, de aislar a los procesos soberanos que no se le pliegan, la manipulación y la hostilidad del imperio no se limitan a satanizar a Chávez y al proceso de transformaciones que él lidera.
EL TIRO POR LA CULATASin embargo, todo indica que la limpieza, transparencia y masividad que se espera este domingo en Venezuela, echará por tierra los propósitos desestabilizadores.
De hecho, la denuncia oportuna los desarma, y la intempestiva huida de Poleo podría ser un signo de que ese plan se frustró.
Más de diez organizaciones y movimientos populares se presentaron ante el Consejo Nacional Electoral en días pasados para demandar que se respete su veredicto, en tanto analistas y observadores internacionales han descartado la posibilidad de un proceso amañado.
Así lo declararon miembros de la misión verificadora que envía el MERCOSUR y también de la Unión Europea. Luego de una reunión este sábado con Chávez, observadores de la OEA percibieron confianza en torno al desarrollo de los comicios, reportó la Agencia Bolivariana de Noticias.
Se afirma que estas serán las elecciones más vigiladas de las muchas contiendas ganadas en las urnas por la Revolución durante estos años.
El favor popular a Chávez ha ido in crescendo. Cincuenta y cuatro por ciento en 1998, 56 por ciento dos años después en la relegitimación de poderes, y un contundente 60 por ciento durante el referendo revocatorio que, por el contrario, lo ratificó en agosto de 2004.
El acompañamiento del pueblo bolivariano a su líder resultará decisivo otra vez este domingo; más eficaz ahora, cuando la consolidación del proceso, y la mayor cultura educacional y política de las masas antes desposeídas, les prepara mejor para una contienda de tan refinada malignidad como esta.
La aspiración del Comando Miranda, como se denomina a las fuerzas que acompañan al Movimiento V República en la contienda electoral, es obtener una votación aplastante que deje sin aliento otra vez a una oposición descaracterizada desde que el frustrado golpe de 2002 dio a conocer la estirpe fascistoide de quienes entonces eran sus líderes.
Rosales, el opositor «más popular» entre los más de una decena inscritos —pues Washington no logró unificar, oficialmente, a quienes adversan a la Revolución— tiene «méritos» como para desencantar a cualquiera.
Se ha revelado su apoyo a la intentona golpista, que pasará a la historia en una foto donde aparece abrazando al usurpador Carmona. Es más, se asegura que suscribió el decreto que disolvió la institucionalidad y abolió de un plumazo la Constitución.
Frente a sus propósitos de retornar al pasado dependiente, explotador y discriminatorio que fue Venezuela hasta la IV República, Chávez aspira a iniciar su nuevo mandato profundizando la participación popular y concretando el partido único que ha anunciado. Serán seis años más para consolidar la verdadera integración en el hemisferio, y materializar lo que ha denominado «el socialismo del siglo XXI». Eso es lo que la Casa Blanca quiere impedir.