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Un voto liberal y antitrumpiano en Canadá

Una lectura inmediata explica que la postura del mandatario norteamericano resultó un bumerán para sus propósitos anexionistas, al convertirlo en tema fundamental en la campaña electoral y cosechar el rechazo de los canadienses de cualquier color partidista, y en definitiva preferir al que desde el gobierno lo ha enfrentado

Autor:

Juana Carrasco Martín

 

Por mucho que Donald Trump se esforzó en sus payasadas injerencistas de proponerle a los canadienses que votaran por él y convertir a Canadá en el estado No. 51 de EE. UU., más la presión económica de sus agresiones arancelarias, la ciudadanía de la plural nación norteña fue a votar el lunes y le dio la victoria al Partido Liberal de Mark Carney, quien ratifica así su condición de Primer Ministro.

Una lectura inmediata explica que la postura del metiche político resultó un bumerán para sus propósitos anexionistas, al convertirlo en tema fundamental en la campaña electoral y cosechar el rechazo de los canadienses de cualquier color partidista, y en definitiva preferir al que desde el gobierno lo ha enfrentado.

Parece seguro entonces que las tensiones seguirán marcando las relaciones entre las dos naciones norteñas que, junto a un México también asediado por Trump, se suponen asociados por un Tratado comercial de larga data y al cual el de la Casa Blanca le está prestando la atención de un sordo-ciego.

Mark Carney, quien recientemente pasó a liderar a los liberales —tras la renuncia de Justin Trudeau por su caída de aceptación—, llevando consigo un expediente como director del Banco de Canadá y también del de Inglaterra, supo combinar los avales de su experiencia económica con la posición de enfrentamiento a las pretenciosas amenazas del vecino.

Sin embargo, con 168 asientos obtenidos cuando no había terminado el recuento, está cerca de la mayoría absoluta de 172 diputados que le permitirían maniobra con holgura en un Parlamento de 343 escaños, de lo contrario, tendrá frente a sÍ a los conservadores de Pierre Polievre, que obtuvo 144 curules de la Cámara de los Comunes, aunque este perdió su asiento en el cuerpo legislativo que mantenía desde 20024, un caro revés en su carrera política, cuando era favorito antes de los aranceles y las amenazas del estadounidense. El Bloque Quebequense sumó 23, mientras el Nuevo Partido Democrático ganó solamente 7, considerado el peor resultado de sus historia comicial, y Los Verdes solo pudieron llevar a uno de sus candidatos.

Carney, al celebrar la victoria con sus simpatizantes en Ottawa, urgió a la necesidad de la unidad canadiense al asegurar de que el sistema hasta ahora beneficioso del CEMT que data de la Segunda Guerra Mundial había concluido.

De hecho, el Primer Ministro hizo tema fijo las advertencias referidas a la administración estadounidense que había formulado durante su campaña electoral y le han valido mantener el liderazgo liberal: «Quieren nuestros recursos, quieren nuestra agua, quieren nuestra tierra, quieren nuestro país. No pueden tenerlo» (…) «Estas no son amenazas vacías. El presidente Trump está tratando de quebrarnos para que Estados Unidos pueda poseernos. Eso nunca... jamás sucederá».

El mensaje caló en el electorado que, como reportaba AP «La truculencia de Trump ha enfurecido a los canadienses, lo que ha llevado a muchos a cancelar sus vacaciones en Estados Unidos, a negarse a comprar productos estadounidenses y posiblemente incluso a votar anticipadamente. Un récord de 7,3 millones de canadienses emitieron su voto antes del día de las elecciones», buena parte de los 28 millones convocados.

Ahora bien, aunque esas amenazas «empequeñecieron» durante la campaña a todo lo demás, Carney tiene otros retos por delante, a los que debe dar respuestas no retóricas, sino tangibles, y en medio de la guerra comercial impuesta por Washington.

Además tampoco son poca cosa los aranceles pues más del 75 por ciento de las exportaciones canadienses tienen como destino a Estados Unidos y, además, el casablanquino quiere y pretende que las industrias automovilísticas de marcas estadounidenses se trasladen a su terreno.

El costo de la vida y los acrecentados problemas de vivienda pesan bastante en la población que espera el economista que ha elegido resuelva la grave situación económica que padecen y que había puesto en crisis a Justin Trudeau. Los analistas coinciden en que Carney deberá Además, tendrá que poner en práctica de manera urgente medidas que transformen la economía y la hagan menos dependiente de Estados Unidos y su propuesta descansa en eliminar las barreras comerciales entre las provincias canadienses y fortalecer los lazos con Europa.

Esa apertura a otros mercados no obvia que tratará de recomponer las relaciones con Estados Unidos porque ambos se necesitan y se conoce que Trump y Carney se reunirán probablemente en este mayo que ya toca puertas y no hay que mencionar que el controversial problema de los aranceles ocuparán la agenda.

 La migración es otro tema, pues de los 41 millones de habitantes, más de ocho millones son migrantes, casi uno de cada cuatro personas han nacido en el extranjero y han sido clave para su crecimiento económico, pero dicen los medios que también son un desafío en cuanto a tensiones sociales y políticas, aumentadas con la decisión de Justin Trudeau de reducir de 500 000 a 365 000 los nuevos residentes permanentes entre 2025 y 2027.

El camino para Mark Carney y su Partido Liberal es escabroso en el futuro inmediato para este experto economista del capital, pero neófito político canadiense y, una vez más, está el peso del vecino estadounidense en la balanza.

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