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Siete de un golpe

La cola transcurría tranquila, cada uno con su tema, que casi siempre es el mismo en todas las colas y que no repetiré porque lo realmente novedoso fue lo que dijo aquel señor de la tercera edad que portaba un bastón para ayudar a sostener su mediana estatura

 

Autor:

JAPE

 

La cola transcurría tranquila, cada uno con su tema, que casi siempre es el mismo en todas las colas y que no repetiré porque lo realmente novedoso fue lo que dijo aquel señor de la tercera edad que portaba un bastón para ayudar a sostener su mediana estatura:

—¡Y me eché siete de un golpe!

No pude evitar que mi primer pensamiento me trasladara a mis años de infancia cuando entre otros títulos leí el cuento El sastrecillo valiente o Siete de un golpe, como también se le conoce al cuento de hadas número 20 de la colección Cuentos de la infancia y del hogar de los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, nacidos en el siglo XVIII.

En esta mágica historia, escrita por estos célebres filólogos alemanes, el protagonista, un pequeño sastre, mata de un solo «trapazo» siete molestas moscas sobre su mesa de trabajo. Creyendo una hazaña lo realizado fabrica un cinturón donde plasma con legible letra la frase «siete de un golpe» y se lanza a desandar el mundo haciendo creer a muchos que había liquidado a siete hombres de un solo golpe y por ende imprimiendo respeto y temor.

Mi segundo pensamiento fue tratando de ubicar a aquel señor de menuda complexión física, con abundantes canas y sostenido por un bastón, rodeado de un cinturón con dicha frase, siete de un golpe, andando por las calles de La Habana. No creo que llegaría muy lejos.

Primero porque sus condiciones físicas y la edad promedio que aparentaba no le admitirían desandar, cinturón en ristre y bastón en la mano, más de medio kilómetro, o sea, unas cinco cuadras. Tampoco creo que la gente curiosa e insensible le dejaran avanzar mucho haciéndole miles de grabaciones telefónicas con la estúpida intención de ser el primero en colocarlo en las redes sin siquiera saber de qué se trataba.

No dejaría de asistir al suceso quien inmediatamente le diera una lectura política, creara y publicara su historia personal, ya sea a favor o en contra, porque eso nunca se sabe. Tampoco las autoridades del orden público estarían dispuestas a permitir una mayor avanzada al susodicho y posible homicida en serie sin que antes hubiera una declaración oficial mediante.

Por suerte, este amigo al que escuché decir aquella frase en la cola de marras, rápidamente abundó en el tema y concluyó su anécdota cortando de cuajo mi extraordinaria y desorbitante imaginación:

—¡Sí, yo estoy acogido al plan de adelanto semanal del pan de la cuota y ayer, cuando cogí los siete panes de la semana, sin darme cuenta me comí los siete de un golpe! ¿Ustedes han visto qué chiquitos están esos panes?

 

 

 

 

 

 

 

 

Con el auspicio del Ministerio de Relaciones Exteriores, el viernes último quedó inaugurada en el Centro Internacional de Prensa la exposición colectiva El humor no se puede bloquear con obras de Ares, Lema, Adán, Lacoste, Jose Luis, Osval, Martirena y Avilarte.

 

 

 

Carlos Alberto Libanio Christo (Frei Betto). Belo Horizonte, Estado de Minas Gerais, Brasil. 25 de agosto de 1944. Fraile dominico, escritor, filósofo y activista político.

 

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