El zurdo Ariel Zerquera le dio a los Tigres la primera victoria de la gran final. Autor: Ricardo López Hevia Publicado: 01/06/2025 | 12:32 am
Ariel Zerquera parece destinado a las hazañas esta temporada. Cada vez que toma la bola y sube al montículo, por lo general, no le falla a los Tigres. Este sábado tuvo la responsabilidad de abrir la gran final de la 3ra. Liga Élite frente a los Leñadores y, nuevamente, se erigió inmenso, confiado, con alma de pícher ganador sobre el box para poner la primera piedra de los suyos en el camino hacia el título de Cuba.
Como un amuleto se volvió a encaramar Zerquera en la lomita del abarrotado estadio José Ramón Cepero. El fuera de combate por pizarra de 11-1 en el parque avileño muestra por sí solo su dominio en siete entradas de labor. Nadie en la poderosa tanda tunera pudo descifrar los lances escurridizos y dibujados en la zona de dudas del refuerzo espirituano.
Fíjense si el trabajo resultó exquisito y loable que, durante 5,1 inning, el abridor de los Tigres estuvo perfecto, sin permitir jit ni carreras. Y aunque el encanto se rompió finalmente con cañonazo de Luis Vicente Mateo en el sexto episodio, los Leñadores, muy a lo interno, debieron inclinar sus gorras frente al mejor lanzador que ha tenido la 3ra. Liga Élite, quien consiguió este sábado su novena victoria de la temporada y propinó siete ponches.
La actuación soberbia estuvo respaldada, desde bien temprano, por un rugido ofensivo y feroz de los locales. Esta vez, el lanzador abridor de los Leñadores, César García (INN 3.0, CL 4, H 7), que cargó con el peso de la derrota, poco pudo hacer ante el empuje despiadado de la tanda avileña.
Su verdugo mayor y el de cuanto pícher se subió al montículo por Las Tunas para intentar detener el empuje de los felinos rivales fue Robert Luis Delgado, quien materializó una jornada perfecta al bate (4-4).
Él solo empujó más de la mitad de las carreras que anotó su equipo en el juego: siete, despachó un jonrón de altos quilates y puso en pie desde el segundo capítulo a la ardiente y deseosa afición avileña que casi nunca se sentó en el graderío del José Ramón Cepero.
Su aporte ofensivo en la jornada resultó, sencillamente, espectacular. No existe otro calificativo. Hay confianzas a las que nunca se deben fallar, y Robert Luis no defraudó a la apuesta del mentor avileño por la titularidad del guantanamero cuando este llevaba de 15-1 en la postemporada.
Danny Miranda ha demostrado sapiencia para exprimir a las mil maravillas el potencial de los suyos. Por eso está en la final, cerca del título, aunque todavía reste historia para culminar esta película.
El otro amuleto de los Tigres este año, ¿quién si no?: el inmenso Frederich Cepeda, también fue protagonista en la primera victoria de Ciego de Ávila. Doble y jonrón, sin poderlo poner out en el juego. Así desató la locura del público que, como de costumbre, lo aclama a viva voz y aplaude como la leyenda que es.
A ritmo de un bateo desaforado se sumaron a la fiesta de cuadrangulares en la jornada el recién incorporado refuerzo Dennis Laza y el segundo hombre de la alineación, Ronaldo Castillo.
Este último había dado el batazo que silenció hace una semana las gradas del Coloso del Cerro. Pero este sábado fue todo lo contrario frente a su gente, que gritaba a todo pulmón, como en los tiempos más dorados de los Tigres: «¡Ciego, Ciego!».
Nuestro vino será agrio, pero es nuestro. Puede que el pasatiempo nacional no atraviese, ni por asomo, su momento de esplendor; sin embargo, reconforta ver que la gente asuma el espectáculo como merecen Leñadores y Tigres en esta final.
La historia entre Las Tunas y Ciego de Ávila acaba de comenzar y, a pesar de que los Tigres dieron un primer golpe de autoridad, los del Balcón del Oriente saben de sobra cómo cambiar el panorama en estas instancias.