Una contienda de perder perder para los estadounidenses y el mundo. Autor: El Debate Publicado: 16/12/2023 | 08:06 pm
Parecen los protagonistas de una farsa teatral, y lo alarmante es que son los probables candidatos a la Presidencia de Estados Unidos, en una lid que se dirimirá el martes 5 de noviembre de 2024, lo que apunta en la práctica a otra tragedia americana, teniendo en cuenta el dossier que ambos presentan al frente de la Casa Blanca y también los expedientes judiciales —fallidos o no— en los cuales se lee la palabra impeachment y aunque no se escriba con todas las letras encierra otro término, «corrupción».
Los republicanos de la Cámara de Representantes de Estados Unidos formalizaron el miércoles la autorización para una indagación de juicio político (impeachment) contra el presidente Joseph Biden por 221 votos a favor y 212 en contra, a pocas horas de que Hunter Biden, el hijo del Presidente, resistiera una citación para presentarse a una declaración a puertas cerradas en ese órgano legislativo. Como es sabido, el hijo está en el centro de las líneas de investigación que lleva ya casi un año sobre los negocios de la familia.
Hasta la fecha, ningún Presidente ha sido expulsado de la Casa Blanca mediante un juicio político, pues Richard Nixon —quien cruzó la raya roja de las reglas del juego a la democracia espiando con todo lo habido y por haber la sede del Partido Demócrata en el edificio Watergate de Washington D.C., se puso a buen recaudo presentando su renuncia a la Casa Blanca antes de que la espada de la justicia le cortara la cabeza.
Pero Biden, a sus 81 años, se une a una lista de mandatarios que se enfrenta a una investigación de impeachment con el número ocho de una fila en la que solo tres presidentes han sido acusados tras una investigación: Andrew Johnson, Bill Clinton y Donald Trump, y ninguno condenado, porque es evidente que pesa más proteger la fachada de la «democracia» que los pecados cometidos...
Los investigadores del Congreso han ido acumulando papeles de supuestas evidencias, al punto de que el legajo cuenta con casi 40 000 páginas de registros bancarios citados a comparecer y decenas de horas de testimonios de testigos clave, incluidos varios funcionarios de alto rango del Departamento de Justicia actualmente encargados de investigar a Hunter Biden, dicen informaciones de prensa.
La causa se percibe seria en este punto oscuro, en la ya sombría situación prelectoral de Biden, cuya ¿popularidad? ha ido en descenso a medida que se desacredita su actuación presidencial, con dos guerras «ajenas» pesando en el abultado presupuesto del país, cuando la economía de la nación y para la mayor parte de la ciudadanía no es precisamente aceptable. Estos, entre otros problemas internos, como el incremento de los tiroteos masivos, del uso y abuso de las drogas, de la oleada de migrantes ilegales que llegan a su frontera sur, las dificultades para aprobar el gasto fiscal de la nación, y un etcétera en el que también cuentan algunos lapsos de memoria en medio de discursos y actos.
Tras sus primeros cien días de gobierno en 2021, el demócrata contaba con 57 por ciento de aprobación; ahora, un sondeo bien reciente del diario The Wall Street Journal mostró a su favor apenas el 37 por ciento de la ciudadanía. Nada bueno con noviembre en el calendario comicial.
La amenaza del impeachment empujado por los republicanos más como una maniobra electorera que un verdadero deseo de pulcritud en el actuar público, probablemente no logre destituir a Biden, porque cuando llegue al Senado, donde los demócratas tienen una escuálida mayoría (51-49), difícilmente apruebe seguir el proceso y menos aún podrán obtener los dos tercios de votos para expulsarlo del cargo. Ya vimos esa película cuando le tocó —y por dos ocasiones— a Donald Trump.
Por supuesto, Biden no dejó sin respuesta a la Cámara de Representantes por formalizar una investigación de juicio político en su contra, dijo que estaban perdiendo el tiempo y lo llamó «truco político infundado», acusando a los republicanos de no centrarse «en los problemas que enfrenta el pueblo estadounidense: problemas reales que impactan sus vidas y la fortaleza y seguridad de nuestro país y del mundo».
Con las barbas en remojo
Por su parte, el expresidente republicano pasea orondo sus 77 años de un tribunal a otro, donde se acumulan 91 cargos penales, unos federales y otros estaduales, de los cuatros juicios dilatados hasta el primer semestre de 2024, zambullidos ya en la contienda electoral, primero para lograr la candidatura y, si la obtiene, a las puertas de la decisión de los votantes.
Hay que reconocer que los otros aspirantes republicanos se dan golpes unos a otros en debates donde Trump brilla por su ausencia; aunque, irónicamente, siempre sale vencedor, aunque acapara ataques a diestra y siniestra, con la irregularidad de que con él parece volver a darle su favor aquello de que hablen mal o bien, pero que hablen, porque le lleva buena ventaja a los contrincantes, ya sean los republicanos o el mismísimo Biden. Una fanaticada ciega le sigue, le apoya y lo defiende a rajatabla desde posiciones de extrema derecha.
Sin embargo, no son chiquitas las imputaciones en su contra: conspiración para defraudar a Estados Unidos, conspiración para obstruir un procedimiento oficial, obstrucción e intento de obstruir un procedimiento oficial, y conspiración contra los derechos de los ciudadanos.
Una traducción vulgar sería causas civiles y penales relacionadas con fraudes en los negocios cometidos por él o alguno de la familia; ocultar documentos secretos vinculados con la seguridad nacional en su mansión floridana luego de cesar en sus funciones presidenciales que le valió una requisa del FBI; difamación, acoso y agresión a mujeres; instigación al asalto del Capitolio de Washington el 6 de enero de 2021 para tratar de impedir que se ratificara la victoria electoral de Biden, donde hubo muertos y hasta agentes de la policía del Congreso resultaron heridos. Esto es resumiendo.
Por estos días se le ha complicado un poco la situación cuando el fiscal especial del Departamento de Justicia, Jack Smith, presentó ante la Corte Suprema y un tribunal federal de apelaciones en Washington la cuestión sobre la inmunidad presidencial, que alega Trump. El acusador público se esfuerza por mantener el juicio penal del expresidente por interferencia electoral en marcha hasta marzo de 2024. Porque dijo: «Este caso presenta una cuestión fundamental en el corazón de nuestra democracia: si un expresidente tiene absolutamente inmunidad contra el procesamiento federal por delitos cometidos mientras estaba en el cargo o si está constitucionalmente protegido contra el procesamiento federal cuando ha sido acusado, pero no condenado antes de que comience el proceso penal».
Así van las cosas para la excelencia de los servidores públicos estadounidenses. Tela por donde cortar en la podredumbre del monstruo.
Y realmente, ante este panorama, tengo que darle la razón en algo al presidente Biden cuando dijo: «El pueblo estadounidense merece algo mejor»; aunque yo apunto a los que por ahora parecen ser los contendientes incapacitados del 5 de noviembre de 2024.