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¿Cuánto podríamos decirle los cubanos a Donald Trump?

El magnate-presidente, en medio de una letal pesadilla mundial como la COVID-19, aprovecha la circunstancia de una humanidad volcada a buscar su salvación para apretar las clavijas a sanciones y bloqueos con órdenes de obstaculizar la solidaridad o intentos de provocadoras acciones intervencionistas o amenazas de iniciar una guerra militar, como las acostumbradas

 

Autor:

Juana Carrasco Martín

«Un presidente no apto para una pandemia. Gran parte del sufrimiento y la muerte que viene era prevenible. El presidente tiene sangre en las manos». Si esto piensa sobre Donald Trump y lo acaba de publicar la Junta Editorial del diario Boston Globe, al juzgar los graves errores que ha cometido ante la pandemia del nuevo coronavirus, dándoles en un principio la espalda a los sufrimientos y las pérdidas de vidas humanas, ¿cuánto podríamos decirle los cubanos?

Quizá proyectar sobre el Habana Libre el mismo letrero que apareció en edificios de Nueva York: Trump Fuck You, porque con su poca previsión los dejó durante un buen rato en la estacada. Gracias a las películas de Hollywood todo el mundo sabe su significado, y está más que justificada la frase, cuando la pandemia ha segado, solo en la Gran Manzana, casi dos mil vidas y hasta este martes 83 712 casos con la COVID-19.

La rabia me viene de los golpes bajos del magnate-presidente que, en medio de una letal pesadilla mundial, aprovecha la circunstancia de una humanidad volcada a buscar su salvación para apretar las clavijas a sanciones y bloqueos con órdenes de obstaculizar la solidaridad o intentos de provocadoras acciones intervencionistas o amenazas de iniciar una guerra militar, como las acostumbradas.

Lo ha hecho con Venezuela y los planes anunciados por el secretario de Estado, Mike Pompeo; lo acaba de advertir en Twitter contra Irán: «¡…Irán o sus representantes están planeando un ataque furtivo contra las tropas y/o activos estadounidenses en Irak. Si esto sucede, Irán pagará un precio muy alto, de hecho!».

Contra Cuba, impúdicamente, ya lo ejecutó: ha impedido que la empresa estadounidense contratada por Jack Ma, fundador de Alibaba, el gigante electrónico chino, para traer un cargamento de ayuda humanitaria a Cuba, pueda hacerlo. El mismo argumento de siempre: violaban las normas del bloqueo y se trata simplemente de mascarillas protectoras, kits de diagnóstico rápido y ventiladores para enfrentar la COVID-19.

Como ha dicho el señor Ma en su cuenta en Twitter, en decenas de idiomas —tantos como países de todos los continentes han recibido sus donativos—, #Estevirusloparamosentretodos.

Mientras escribo estas líneas, ya se registran más de 700 000 casos de la COVID-19 en el mundo, y cuando usted las lea, probablemente habremos alcanzado el primer millón de contagiados de una enfermedad nueva, de la cual solo podremos salvarnos con la solidaridad, la unidad, la inteligencia y el conocimiento científico de todos.

Sin embargo, Donald Trump solo habla el lenguaje belicoso del odio y la guerra, el del egoísmo ciego y el individualismo más feroz, el del imperio que pretende dominar el mundo. Y en el fondo, probablemente siga pensando lo que dijo el 10 de febrero: el virus se irá con los calores de abril…

Ante la persistente actitud de Donald Trump de seguir inmiscuyéndose en los asuntos de otros, habría que recomendarle #QuedateEnCasa… y atiéndela, pues tus catastróficas decisiones —como dijo el Boston Globe— «han condenado al país más rico del mundo a una temporada de sufrimiento incalculable».

Sí, un presidente que hace muy poco y muy tarde en enfrentar la pandemia en su país, un mandatario que amenaza, agrede, sanciona, bloquea y pretende llevar la guerra a otros en estas circunstancias, tiene sus manos manchadas de sangre.

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