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Trump y sus ínfulas de Darth Vader

Ordena establecer la Fuerza Espacial como sexta arma del poderío militar estadounidense

Autor:

Juana Carrasco Martín

«SEPARADA pero igual», esa fue la orden del presidente Donald Trump, pero no se trata del mismo propósito de la pronunciada por la Corte Suprema de Estados Unidos para la segregación racial.

La transformó en orden para que el Pentágono establezca el sexto brazo de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos: la Fuerza Espacial. No se trata ya de un Comando. El aviso apunta allende el planeta y aspira a convertir en un hecho real y no ciencia-ficción, la guerra en el espacio sideral, con el objetivo confeso de dominar el mundo y los mundos…

El presupuesto ya estaba, pues la Fuerza Aérea tiene previsto gastar 160 000 millones de dólares con ese propósito y ahora queda establecido que ese financiamiento se dedique a la nueva arma, para complementar un poderío que incluye además al Ejército, la Marina, los Marines y la Guardia Nacional.

La militarización del espacio no es un invento de Trump, hace años que forma parte de las pretensiones del Pentágono y de otras poderosas fuerzas armadas del mundo a sabiendas de que el futuro de la Tierra puede decidirse en ese escenario; pero el jefe máximo ahora la potencia y define como estrategia de un futuro más inmediato con esta frase: Estados Unidos va a hacer «un tremendo trabajo en el espacio», sin importarle los insondables peligros que esa alternativa depara para la Humanidad, ni tampoco los gastos y la burocracia por venir para una nación y un planeta cundido de necesidades perentorias y de ahora mismo.

Aunque se habla de anuncio sorpresivo, esto se veía venir si tenemos en cuenta que hace apenas un año, el 30 de junio de 2017, el equipo de la Casa Blanca resucitó o reinstaló el Consejo Nacional Espacial, una agencia ejecutiva con la tarea de guiar la política espacial durante esta administración y bajo el control del vicepresidente Mike Pence. Ese Consejo data de las décadas de los 60 o 70 del pasado siglo, luego tomó nuevo aire durante la presidencia de George H. W. Bush, fue disuelto en 1993 y ahora despega con la trumpada.

El mandatario expuso que la exploración espacial «no es solo materia de identidad nacional, sino una materia de seguridad nacional», y dio la orden, a pesar de que hace unos meses, el secretario de Defensa Jim Mattis, en carta al Comité de Servicios Armados del Congreso argumentaba que un nuevo servicio militar crearía más gastos y burocracia. ¿Otro disenso dentro del equipo?

Veamos también lo que desde el Capitolio de Washington tienen que decir los legisladores, quienes deberán hacer lo suyo como segundo poder de la nación

Sin embargo, Trump lo había anticipado en más de una ocasión, en marzo y en mayo, durante diferentes ceremonias o discursos ante militares, sin importarle el hecho de que Estados Unidos es parte desde 1967 del Tratado del Espacio Exterior, un acuerdo internacional que limita las actividades militares en el espacio, prohíbe pruebas de armamentos en ese contexto, y veda el establecimiento de bases militares en la Luna y cualquier otro cuerpo celestial o poner armas de destrucción masiva en órbita terrestre. Aunque sabemos de sobra que el jefecillo no es un adicto a los tratados.

Es obvio que a las ambiciones de este ejecutivo, la Tierra le queda chica, aunque en definitiva también son las mismas apetencias del imperio. Así que Donald Trump se dispone a asumir el papel de Darth Vader y hacer su propia temporada de La Guerra de la Galaxias con su anuncio categórico: «No hay lugar como el espacio».

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