CARACAS.— Ciertas cosas no han cambiado mucho en Venezuela desde los tiempos del mítico llanero Florentino, ese arquetipo nacional que una tarde, cuando cabalgaba rumbo a una fiesta de joropo, tuvo la desdicha de dar con el Diablo y tener que aceptarle un reto de contrapunteo en el que le iba la vida.
Alberto Arvelo Torrealba recreó la leyenda en su poema Florentino y el Diablo, de 1940, y en 1950 y 1957 amplió en versos los detalles de aquel encontronazo que aún no concluye del todo.
«Negra se le ve la manta,/ negro el caballo también,/ bajo el negro pelo e’ guama,/ la cara no se le ve./ Pasa cantando una copla/ sin la mirada volver», describe el poeta al siniestro retador que enseguida encara a Florentino: «Amigo, por si se atreve,/ aguárdeme en Santa Inés,/ que yo lo voy a buscar/ para cantar con usted».
Entre muchas versiones cantadas, ninguna alcanza la altura de la que en 1967 hicieron José Romero Bello —en el papel del llanero— y Juan de los Santos Contreras, «el Carrao de Palmarito», cual un formidable Diablo. Encarnando el honor de la sabana, el coplero de la historia recogió el pañuelo: «Sepa el cantador sombrío/ que yo cumplo con mi ley/ y como canté con todos/ tengo que cantar con él».
Llanero y barinés como Arvelo Torrealba, Hugo Chávez adoraba esa pieza que, solía decir, estaba inspirada en la victoria del general Ezequiel Zamora en la sabana de Santa Inés, en 1859, a costa de una oligarquía nada bendita.
Así que Chávez, que llevaba el arpa en los genes y la llanura en las venas, echó mano a aquel tesoro literario para vencer la emboscada que la oposición le hiciera en 2004, en un pretendido proceso revocatorio. A galope con su pueblo, el jefe bolivariano encaró el desafío con Florentino y el Diablo en el centro de campaña.
Hugo Chávez tuvo varios rifirrafes con el Maligno. En septiembre de ese año pronunció en la ONU la metáfora más audaz allí escuchada: «Ayer vino el Diablo aquí», dijo en alusión a George W. Bush frente a un auditorio atónito y divertido que esa vez se dio el lujo de sincerarse y aplaudir a sus anchas sin hacer caso a las cámaras.
La anécdota sigue siendo deliciosa, pero no todos saben que tres meses antes, en un discurso en Caracas, el líder había descrito a Satán: «el señor Jorge W. Bush, sombrero negro, caballo negro y bandera negra, es el verdadero instigador, el verdadero planificador e impulsor de todos estos movimientos que han arremetido contra nosotros», dijo entonces en lo que pareció una extensión del poema.
¿Quién era el presidente y quién el joropero cuando el gran venezolano se reunía con los artistas llaneros? Era difícil de distinguir, porque a sencillo no había quien le ganara al mejor heredero de El Libertador. En cada elección que hizo en su vida o que hizo su pueblo por él, la música de la sabana fue mucho más que simple banda sonora.
En días de inminentes comicios, la música de la planicie se pone otra vez al lado de (el continuador de) Hugo Chávez. Nicolás Maduro es llano como joropo y recio como coplero, de ahí que el Demonio tampoco las tenga fácil con él.
Aunque el Perverso cambió de rostro y lleva pelo naranja, sigue intacta la lucha entre el bien y el mal que recreara Arvelo Torrealba. En los actos de campaña, artistas del llano lo afirman: «Hoy el águila norteña nos ronda como zamuro,/ codiciando la riqueza de este país digno y puro,/ oro, diamante, bauxita, coltán e hidrocarburo,/ pero nunca volverá mientras gobierne Maduro».
La inmensidad del reto no nubla hoy la alegría del llanero porque en una Venezuela ciertamente lastimada todos saben el final del poema: cuando acaba la noche de coplas, el Diablo huye derrotado.
Chávez mismo lo dijo en septiembre de 2003, en el teatro Teresa Carreño: ya son millones los Florentinos y Florentinas que cantan, firmes, a la patria.
Florentino y el Diablo es un poema inacabable porque el mal no termina y el bien no se rinde, de ahí que en el llano venezolano surjan nuevos versos: «No volverán los corruptos/ por Dios santo te lo juro,/ por la espada de Bolívar,/ la flecha de Guaicaipuro,/ por la memoria de Chávez/ el triunfo será seguro,/ porque este 20 de mayo/ el presidente es Maduro».