Hollywood cobra caro una estrella en su Paseo de la Fama. Autor: losangenles.ociogo.com Publicado: 21/09/2017 | 05:58 pm
Arnold Schwarzenegger, Silvestre Stallone y Barbra Streissand, la dulce Barbra Streissand, coincidieron a mediados de mes en el Hotel Beverly Hilton. ¿Filmaban una película? Ojalá; por limitados que sean los dos primeros —acostumbrados solamente a romper cosas o herir gente frente a cámara—, esa sería una empresa más benigna que la que les ocupaba: ellos fueron líderes mediáticos de los 1 200 invitados que recaudaron en una noche más de 33 millones de dólares para apoyar al ejército israelí.
Casi no haría falta recordar que ese ejército, extrañamente llamado Fuerzas de Defensa de Israel, fue el mismo que con su «Margen protector» asesinó en 50 días a 2 189 palestinos de Gaza, incluidos en las bajas 513 menores. ¿Serán los muertos simples «extras» para estas estrellas?
Los dos «tipos duros» de Hollywood firmaron en agosto, junto a decenas de luminarias y poderosos directivos del gremio, una declaración conjunta apoyando a Tel Aviv semanas después de que un centenar de destacadas figuras del cine español denunciaran en carta abierta los crímenes cometidos por el régimen sionista.
Carta con apostilla
En su carta, los españoles habían referido el genocidio en Gaza y añadido, en la clara lengua de Cervantes, que «Israel humilla, detiene y pisotea a diario los derechos de la población palestina de toda Cisjordania, ocasionando también muchas muertes».
Javier Bardem —uno de los firmantes, junto a su esposa Penélope Cruz y al reconocido director Pedro Almodóvar— llegó a condenar una «guerra de ocupación y de exterminio contra un pueblo sin medios».
La Meca del cine da fama y dinero, pero impone reglas, como ocurrió con
Penélope Cruz y Javier Bardem.
Aquello fue el inicio del acabóse: tres días después, Penélope escogió nada menos que el USA Today, el periódico de mayor circulación en Estados Unidos, para «matizar» sus palabras y aclarar: «No soy una experta en la situación y soy consciente de su complejidad. Mi único deseo e intención al firmar esa carta de grupo es la esperanza de que habrá paz tanto en Israel como en Gaza».
También Bardem tuvo que carraspear un poco y explicar, en el Huffington Post, que él siente «un gran respeto por la gente de Israel y una gran compasión por sus pérdidas».
¿Qué había pasado? Que la pareja se atrevió contra el gran «cónyuge» del sistema que los contrata. Muchas voces se levantaron contra ellos: Jon Voight, el padre de Angelina Jolie, los llamó «ignorantes» y consideró que debían pedir perdón, mientras la cadena Fox calificó a «Pe» como «la tonta de la semana» por «echar basura contra nuestro gran aliado» y productores de Hollywood consideraron colocarlos a los dos, junticos, en una «lista negra». Ryan Kavanaugh, un ejecutivo de Relativity Media, confesó que la carta española le hizo «hervir la sangre».
Parpadeo en el firmamento angelino
Aunque en las redes sociales y en varios sitios de la web muchos criticaron las rectificaciones del matrimonio español, lo cierto es que no fueron ellos las únicas estrellas forzadas a parpadear acerca de Gaza. La cantante Rihanna colocó un twitt con el hashtag #freePalestine en el que decía: «recemos por la paz y por un final rápido para el conflicto entre Israel y Palestina. ¿Nos queda alguna esperanza?». A los ocho minutos tuvo que retirarlo y rápidamente uno de sus representantes aclaró que ella no quería tomar partido.
A Selena Gómez le pasó otro tanto. La jovencita colocó en Instagram este mensaje: «Se trata de humanidad: recen por Gaza», y al día siguiente publicó otro en el que hacía saber que no tomaba posición y quería paz «para todo el mundo».
Muy pocas estrellas han mostrado, para el tema, el valor de Madonna, que hablando de unas flores dijo: «…son como los niños inocentes de Gaza. ¿Quién tiene derecho a destruirlos? ¡Nadie! ¡Alto al fuego!». Mia Farrow, la conocida actriz y activista, dijo que no había justificación moral para bombardear escuelas, hospitales, ambulancias y civiles indefensos que no pueden ni ponerse a salvo.
Mia Farrow y Danny Glover, dos artistas con compromiso.
Danny Glover, también actor y activista, ha abogado sin miedo por el boicot cultural al régimen sionista. Su colega Mark Ruffalo, otro de los pocos que se ha mantenido firme en sus ideas, ha publicado muchos textos en Twitter y vio cómo, de mensaje en mensaje, disminuían sus seguidores. De cara a Israel, el también actor John Cuzack se declaró en contra del asesinato como solución a un problema político.
El silencio de los corderos
A finales de julio, cuando los bombardeos israelíes eran fiera cacería, la revista The Hollywood Reporter publicó un trabajo con este titular: «Regla número uno: hable de cualquier tema político en Hollywood… excepto de Gaza». En el trabajo, la periodista Tina Daunt refería que mientras continuaban «aumentando las víctimas», en las altas esferas de la industria del cine había una «atípica» reticencia a hablar de ello.
Daunt señalaba el apoyo de los ejecutivos a Tel Aviv y el estigma de «desinformados» que perseguía a las voces disidentes.
Aunque los judíos son apenas el dos por ciento de la población en Estados Unidos, se consideran mayoría en Hollywood. El periódico suizo NZZ am Sonntag afirma que casi todos los estudios cinematográficos y el jurado de los premios Oscar están bajo su control.
La «cinta» es larga. Cuando Adolfo Hitler despojó a los judíos del control de los estudios alemanes y austriacos, muchos se fueron a Estados Unidos y algunos cambiaron sus nombres para cortar la persecución. Así, Hirsch Moses pasó a llamarse Harry Warner. Un apellido conocido, ¿verdad?
Poco a poco se ha erigido un imperio en el que los críticos de Israel no consiguen espacio cómodamente.
El consultor político Rick Taylor ha dicho sin ruborizarse que «las celebridades tienen pleno derecho a expresar su opinión, pero tienen que sopesar lo que dicen y entender que habrá una reacción violenta». Al parecer, varias estrellas lo entienden claro y fuerte.
En la propia línea de Taylor, el publicista de Hollywood Michel Levine recomienda a sus clientes mucho cuidado con sus comentarios. «Está comprobado que Twitter es un campo minado para las celebridades», pues da margen a un sinnúmero de errores que después pueden «perseguirlos».
La prensa no escapa de la presión. La periodista Danielle Berrin, del diario angelino The Jewish Journal, dio un consejo: «Cuando la buena marcha de tu negocio depende del éxito en el mercado internacional, no quieres crear controversias e Israel es un tema muy controvertido».
A tal punto lo es en Estados Unidos que su colega Diana Magnay, de CNN, fue retirada de Gaza a Moscú por llamar «escoria» en un twitt a unos militares israelíes que la acosaban.
Los nombres del poder y un guión subversivo
Aunque ser judío no significa ser sionista, cuando se analiza el apoyo —incomprensible en otros contextos— a Israel en Hollywood, hay que repasar las compañías que allí están en manos de judíos. Todos las hemos visto en casa, en una y otra películas: Warner Brothers, 20th Century Fox, Metro Goldwyn Mayer, Columbia Pictures, Universal Pictures, Paramount Pictures, Walt Disney Company —el mayor conglomerado de medios—, Touchstone Pictures, Miramax Films, y algunas otras, tanto de cine como de televisión.
Los estudios de la 20th Century Fox, una compañía en poder del lobby judío.
Ante tales nombres y el de figuras prominentes —la carta de Arnold, Stallone, Streissand y compañía fue firmada además por el director Ivan Reitman, el escritor Aaron Sorkin y los productores Michael Rotenberg y Avi Lerner— el enigma se aclara mejor.
Ello explica, también, que en la extensa galería de «villanos» de Hollywood —latinos, alemanes, asiáticos, franceses, árabes y rusos… ¡qué buenos «malos» dan estos dos últimos grupos recientemente!— nunca se vea un malo israelí.
Fuera del plató, en la vida real, el sociólogo y profesor James Petras considera que los dirigentes del lobby israelí reciben órdenes de Tel Aviv y las transmiten, como correas, por todo Estados Unidos. Petras sostiene que ellos formulan la legislación del Congreso de EE.UU. a base de prioridades israelíes y revelan a Tel Aviv —a veces mediante espionaje— información clasificada del Gobierno norteamericano.
En cualquier estudio del mundo esa sería una historia interesante e infinidad de directores, productores y actores pelearían por su hechura, pero es obvio que en Hollywood no; allí muy pocos se atreverían a filmar el guión serio de Petras.