La certeza de que, más allá de las presiones de la Ley Helms-Burton y otros engendros similares, es la falta de voluntad política del ejecutivo estadounidense lo que mantiene el bloqueo de ese país contra los cubanos, devino una de las conclusiones principales de la videoconferencia La Habana-Washington, celebrada en la mañana del miércoles para discutir el tema, con sedes en nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores y en la Sección de Intereses de Cuba en la capital norteamericana.
El abogado José Pertierra, moderador en Washington, afirmó, tras las intervenciones del académico Phil Peter y del abogado Robert Muse, que se rompe el mito de que el Presidente de Estados Unidos no puede levantar el bloqueo, y agregó que las compañías norteamericanas pudieran beneficiarse mucho si la medida se eliminara.
En Cuba, la videoconferencia fue moderada por la periodista Cristina Escobar y contó como panelistas con Andrés Zaldívar Diéguez, investigador titular del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado, y con Jonathan Quirós Santos, investigador del Departamento de Comercio e Integración del Centro de Estudios de la Economía Mundial.
Los especialistas de una y otra parte repasaron elementos de la persecución financiera y las afectaciones comerciales a Cuba, los perjuicios a empresas estadounidenses, y el margen de maniobra de la administración norteña para flexibilizar las leyes del bloqueo en función de sus empresas.
Phil Peter y Robert Muse, ciudadanos del país bloqueador, no quedaron a la zaga de los cubanos en los comentarios sobre la insensatez del asedio. A Muse corresponde la afirmación de que cualquier presidente de Estados Unidos que quiera dejar un legado debe saber que, si apoya las mejores relaciones con Cuba, pasará a la historia.
Tras afirmar que, como estadounidense, no gustaba mucho del término «bloqueo», Peter admitió que es pertinente porque va más allá de un embargo que involucre solo a empresas norteamericanas. «No estoy de acuerdo con esta política ni con las medidas que contiene», declaró el académico, quien enumeró, junto con los de Cuba, los beneficios que empresas de su país recibirían si el cerco fuera levantado.
Muse, por su parte, apuntó que la política de su país hacia La Habana es «anormal», en tanto se asienta en imponer un grupo de sanciones para lograr reformas económicas y políticas; y reformas —apuntó— es un eufemismo, porque lo que se busca es cambios. Consideró que, entre otras cosas, Estados Unidos podría retirar a Cuba de la lista de naciones que apoyan el terrorismo, aprobar licencias comerciales ahora prohibidas, eliminar las sanciones e incluso conceder a la Isla el tratamiento de nación más favorecida. «Solo se requiere que el presidente tenga la voluntad y lo haga», sostuvo.
Los investigadores cubanos recordaron que las finanzas externas fueron el primer blanco del bloqueo de la Casa Blanca, que en su obsesión contra la Revolución apeló al recurso insólito de bajar artificialmente el precio en el mercado mundial de azúcar para castigar a nuestro pueblo.
Según Jonathan Quirós Santos, el ataque al azúcar resultó —por el carácter identitario de este rubro— la mejor expresión de que querían que no hubiese nación cubana. La idea de que el bloqueo se ha consolidado con una telaraña de leyes y de acciones, incluso ajenas a los campos económico, financiero y comercial, fue minuciosamente demostrada por ambos panelistas.
El 28 de octubre la Isla presentará en la ONU su informe «Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba», que de año en año recibe un apoyo casi unánime de la comunidad internacional.