TEL AVIV, marzo 10.— Calificado de «escupitajo» por un prestigioso editorialista israelí y de «insulto» por la Liga Árabe, el anuncio de la construcción de 1 600 viviendas israelíes en Jerusalén Este, la parte árabe de la ciudad, fue duramente condenado este miércoles tanto dentro como fuera de Israel, reportó AFP.
Ese nuevo impulso a la colonización se dio a conocer en plena visita del vicepresidente norteamericano Joe Biden, luego de que EE.UU. lograra convencer a los palestinos de iniciar negociaciones indirectas con Israel.
Es un «escupitajo en la cara de Biden», declaró en la radio Shimon Schiffer, editorialista estrella de Yediot Aharonot, principal diario israelí, mientras el rotativo de izquierda Haaretz dijo que la respuesta de Biden al anuncio del gobierno derechista del primer ministro Benjamin Netanyahu era una «bofetada que resuena en todo el mundo».
«La decisión del gobierno israelí (...) socava esta confianza, la confianza que necesitamos ahora para comenzar y tener negociaciones fructíferas», afirmó Biden el miércoles, junto al presidente palestino Mahmud Abbas.
El secretario general de la Liga Árabe, Amr Mussa, dijo en El Cairo, poco antes de una reunión de la organización, que se trataba de un «insulto» que «ningún árabe puede aceptar». Los árabes darán «una respuesta clara», afirmó el primer ministro de Qatar, Hamad Ben Jassem al Thani.
Por su parte, el jefe general de la ONU, Ban Ki-moon, se sumó a las críticas. «El secretario general condena la aprobación de planes para construir 1 600 nuevos hogares en Jerusalén Este», informó su oficina en un comunicado, y reiteró que «esos asentamientos son ilegales bajo las leyes internacionales.
«Llego a preguntarme si hay sectores o personas que no están interesados en la paz. Lamentamos y deploramos ese aumento de los asentamientos», dijo desde Brasilia el canciller brasileño, Celso Amorim.
En el mismo sentido se pronunció Alemania, que consideró la decisión «inaceptable» y Francia, que la calificó de «totalmente inoportuna» e «ilegal».
También la Alta Representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea y el canciller británico, David Miliband, condenaron la medida.