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Monarcas de la voluntad

Cuando se tiene tesón, en no pocas ocasiones las dificultades se vencen. Lo han confirmado a lo largo de la historia olímpica varios deportistas

Autor:

Juan Morales Agüero

Nacer con una limitación física suele constituir un obstáculo para cumplir cabalmente con un proyecto de vida. Pero cuando se tiene voluntad, en no pocas ocasiones esa dificultad se vence. Lo han confirmado a lo largo de la historia olímpica varios deportistas que registraron sus nombres en el libro dorado de las proezas. Los que siguen son apenas una muestra.

George Eyser

George Eyser era un veinteañero radicado en San Luis, Estados Unidos, cuando en 1891 un tren lo atropelló. Los médicos no tuvieron opción: «Hay que amputarle la pierna izquierda», dijeron. El joven emigrado se sintió morir, pero resolvió sobreponerse. Luego de dos años de recuperación, retornó a la práctica de la gimnástica, su deporte favorito, en un club local. Quienes lo veían hacer piruetas en su única pierna admiraban su férrea voluntad. Tenía 24 años cuando se agenció una prótesis de madera con un pie tallado. Se la ajustó con unas correas por encima de la rodilla y pronto se adaptó a usarla. En 1904 San Luis devino sede de los Juegos Olímpicos, y George, a pesar de su discapacidad física, fue convocado para representar a su club en esa cita estival. Compitió en diez aparatos y en una jornada ganó seis medallas: tres de oro (paralelas, salto de potro y escalada de cuerda), dos plateadas (caballo con arzones y concurso individual) y una de bronce (barra fija). Menos en el salto de potro, en los otros aparatos empleó solamente el tren superior de su cuerpo. George Eyser fue el primer atleta olímpico discapacitado de la historia. Falleció el 6 de marzo de 1919.

Karoly Takacs

En los anales del deporte, pocas hazañas asombran tanto como la del húngaro Karoly Takacs. Este tirador, nacido en 1910 y miembro del ejército de su país, soñaba con asistir a los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Pero había un problema: los reglamentos de la época solo permitían competir en tiro a los oficiales de alta graduación, y él era apenas sargento. En 1938, su vida sufrió un vuelco. Durante una maniobra militar, una granada explotó en su mano derecha —la de tirar— y los cirujanos se vieron en la necesidad de amputarla. Parecía que ahí terminaba su carrera deportiva, pero Takacs no se rindió. Mientras se recuperaba, empezó a practicar con la izquierda. Tanto avanzó que, para maravilla de sus compañeros, clasificó para Londres 1948, ya con el excluyente impedimento abolido. Su calidad no dejó lugar a dudas. En la pistola rápida venció al argentino Carlos Enrique Díaz —a la sazón plusmarquista del orbe— y batió por diez puntos el récord mundial. Repitió la proeza en los Juegos de Helsinki 52 y quedó octavo en Melbourne 56. Karoly Takacs falleció el 5 de enero de 1976.

Oscar Pistorius

El 22 de noviembre de 1986 nació en Johannesburgo, Sudáfrica, un niño llamado Oscar Pistorius. Debutó con una enfermedad conocida por hemimelia peronea, que priva a las víctimas de peronés y tobillos. Ante tal anomalía, cuando cumplió 11 meses sus padres tomaron la dura decisión de que le amputaran las piernas por debajo de las rodillas. Meses después, el chico aprendió a caminar con dos clavijas de vidrio. Luego fue animado a practicar deportes como rugby, polo y tenis. Se convirtió en un ejemplo de superación. En 2003 se lesionó una rodilla, y, para rehabilitarla, comenzó a entrenar en la pista de atletismo. Con la ayuda de unas prótesis de fibra de carbono de dos kilogramos de peso, pronto se convirtió en un atleta de nivel. Al principio le prohibieron competir al máximo nivel, pues los expertos aseguraban que las prótesis le daban ventajas al actuar como trampolines. Pero en 2008, descartada la hipótesis, lo autorizaron a correr frente a rivales normales. Así integró el equipo sudafricano para Londres 2012. El 4 de agosto alcanzó notoriedad al clasificar para las semifinales de los 400 metros planos. Fue el primer amputado en tomar parte en ese evento en una olimpiada convencional. En Juegos Paralímpicos ganó títulos y figura como el más veloz de todos los tiempos. Problemas judiciales lo alejaron de las pistas, pero esa es ya otra historia.

Wilma Rudolph

«Pobre niña, desde que nació anda con zapatos ortopédicos», compadecía la gente a Wilma Rudolph al verla renquear por las calles de su natal Tennessee, en Estados Unidos. La habían parido prematuramente con apenas dos kilogramos de peso. A los cuatro años contrajo el virus de la polio, cuya secuela la condenó a pasar buena parte de su infancia con la pierna izquierda inmovilizada. No obstante, nunca se dio por vencida y vio en el deporte una vía para imponerse a su incapacidad. Tenía nueve años cuando comenzó a jugar baloncesto en su escuela. Pronto se olvidó de la ortopedia y empezó a correr.  Atónitos, los técnicos advirtieron en ella sus aptitudes como velocista. La captaron y fue sometida a un entrenamiento de élite. Meses después se dio en cronometrar tiempos fabulosos en las carreras de distancias cortas. Con 16 años integró el equipo olímpico de Estados Unidos que asistió a los Juegos de Melbourne 1956: se fue en blanco en las pruebas individuales, aunque formó parte del relevo 4x400 que ganó bronce. Pero en Roma 60 hizo historia al vencer en los 100 metros planos, los 200 y en la estafeta corta, en todos con récords mundiales. Tamaño resultado la convirtió en la mujer más rápida del planeta. Fue una de las mejores deportistas del siglo XX. En Tennessee, su estado natal, hay un centro de eventos que lleva su nombre y una estatua de bronce en su honor. En 1983 fue exaltada al Salón de la Fama Olímpica de Estados Unidos, y en 1977 su trayectoria atlética fue llevada al celuloide. Tenía 54 años cuando en 1994 falleció por un cáncer cerebral.

Guo Jincheng

«¡Parece un torpedo!», exclamó un espectador. «Un torpedo no, ¡un misil!», lo rectificó otro. Realmente, la admiración, el asombro y el estupor fueron sensaciones que primaron entre quienes vieron nadar en los Juegos Paralímpicos de París 2024 a Guo Jincheng. Este chino de 24 años de edad nació sin brazos, pero, aun así, conquistó en la piscina cuatro medallas de oro, dos de plata y un par de marcas mundiales, trasladándose en el agua… ¡solo con las piernas! En efecto, el asiático dejó perplejos a los entendidos por su peculiar forma, signada por nadar los 50 metros de la alberca casi siempre con la cabeza bajo el agua y apenas sin tomar aire gracias a su fantástica capacidad pulmonar. Además, por la potencia de sus piernas y de su tronco podía impulsarse en las diferentes modalidades de su categoría. «Aerodinámicamente en el agua es perfecto. Adopta al nadar una posición parecida a la de un barco cuando corta el agua», dijo de él un famoso técnico europeo. Toda su participación olímpica resultó un espectáculo y una expresión de voluntad pocas veces vista. El chino demostró que las limitaciones físicas no son un impedimento para alcanzar éxitos en el deporte de élite.

Por su rapidez al nadar solo con las piernas, al chino sin brazos Guo Jincheng lo compararon con un misil. Fotos: Olympics.com

Matt Stutzman

Un arquero sin brazos dejó sin aliento a quienes disfrutaron de los Juegos Paralímpicos de París 2024. Fue el norteamericano Matt Stutzman, el primero en los anales de las citas de verano en competir con ese tipo discapacidad. Fue dado en adopción por sus padres biológicos a los cuatro meses de nacido. «Vine al mundo sin brazos, pero no sin voluntad. Con el tiempo he comprendido que puedo hacer un montón de cosas sin ellos y una es el tiro con arco» declaró en una entrevista. Debutó en Londres 2012 con una presea de plata, y allí maravilló a técnicos y aficionados por su extravagante manera de tensar la cuerda del arco, que incluye otras partes de su cuerpo. Stutzman se auxilia del pie izquierdo para colocar las flechas mientras sostiene el arco con el derecho. Luego tensa la cuerda hacia atrás, con la flecha puesta, mediante un dispositivo sujeto a su hombro derecho. Por último, mueve la mandíbula para activarlo y soltar la saeta. Sencillamente asombroso.  En Río 2016 y en Tokio 2020 se quedó en octavo de finales. Pero en la capital gala, ya con 41 años, se consagró titular. Stutzman da con cada flecha una lección de vida.

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