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Cirilo, bronceada en París

La final del C-1 a 200 metros se considera la más rápida de la historia

Autor:

Norland Rosendo

París.— Cuelga en su rostro la felicidad que no cabe en una medalla. «Cuánto sacrificio cuesta», posteó en su perfil de Facebook poco después de bajarse del podio la canoísta cubana Yarisleidis Cirilo.

La muchacha de Guantánamo ganó bronce en una regata donde se registraron los mejores tiempos en la historia de la canoa monoplaza a 200 metros.

Solo la canadiense Katie Vincent (44.12 segundos) y la estadounidense Nevin Harrinson (44.13 segundos) pudieron aguantar su empuje violento en la segunda mitad del segmento.

Ambas norteñas dejaron para la posteridad marcas jamás vistas, y ninguna se atrevió a alzar las manos en señal de victoria hasta que los jueces determinaron con ayuda de la tecnología quién sacó el pelo de ventaja.

Mientras ellas aguardaban por el veredicto, la Cirilo festejaba el premio de bronce, esculpido en apenas 44.36 segundos, marca personal, para quien es desde ese momento la primera medallista olímpica de Cuba en la historia del canotaje.

Esa regata quedó para los libros. Se hablará de ella durante mucho tiempo. Pese a que la muchacha de la sonrisa más espléndida de este sábado en el canal no arrancó en la avanzada, fue comiéndose el camino acuático con soberbias paletadas hasta dejar cinco rivales detrás de mucho abolengo.

«Me sentí muy bien, en anteriores competencias tenía muchos problemas en la arrancada, pero hemos trabajado fuerte en ese aspecto. Hice mi mejor marca personal, y eso confirma que lo di todo. Lo sentí cuando llegué a la meta», comentó a su paso por la zona de entrevistas, donde insistió en la felicidad que implica ser finalista y medallista olímpica.

Cirilo es una palista de embestidas endemoniadas. «No sé cómo lo logro, pero cuando paso los cien metros aumentan las ganas de llegar a la meta y es cuando salen esos remates; incluso en otras regatas he tenido inicios peores y remates más sensacionales», dijo mientras regalaba otra de sus risas.

Esos casi 45 segundos fueron una fiesta para ella. Se preparó, como todas, para el oro, pero sabe que una medalla a este nivel es un sueño realizado por muy pocos. «Le había dicho a mi entrenador que iba a ser la primera mujer cubana en ganar un título olímpico; salí a buscarlo, pero alcancé un bronce que me hace igual de feliz».

Cuenta que va a prepararse para las próximas olimpiadas, pues su compromiso sigue vigente: quiere ser reina bajo los cinco aros.

Cuando uno la ve así de dispuesta, orgullosa de su medalla y segura de sí misma, no puede menos que imaginar otra regata igual de histórica en Los Ángeles 2028.

Ahora tocan paletas de festejo con la familia en Guantánamo. Para allá pone proa su canoa, felizmente bronceada en París, donde, recuerden el dato, se vivió la regata del C-1 a 200 metros más rápida de todos los tiempos.

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