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El Jabao

El Jabao (Tomás Herrera) fue un hombre feliz, y como es de los que nacen siempre, acompaña ya cada paso de la familia deportiva cubana, con sueños, retos y caminos tremendos como el suyo

 

Autor:

Daily Sánchez Lemus

Rrevisando tarde en la noche de este domingo noticias sobre Bolivia en Twitter, me salta a la vista recién publicado: falleció Tomás Herrera.

 —Coño, el Jabao... —salté.

 Un golpe de los que dejan sin aliento…

 Un atleta espectacular, un baloncestista de aquella generación —hasta hoy irrepetible— olímpica, protagonista de los juegos nocturnos con Fidel en el tabloncillo de la Ciudad Deportiva… Un hombre leal a sus principios, a su país, a su movimiento deportivo. Siempre jovial, sonriente, tan elegante, alto y de voz agradable con sus colegas, con la prensa y con cualquier persona que se le acercase. Humilde y también inmenso.

 El Jabao era mi amigo. Y no solo mío: era amigo de Felipe, mi Felipe. Con ese amor tremendísimo al deporte que se le ha desatado al Felo en el último año, el Jabao era su «víctima» en conversaciones telefónicas en las que le preguntaba una y otra vez sobre aquel bronce olímpico en Munich 72, sobre los marcadores de cada partido, la cantidad de puntos que anotó cada jugador cubano, que si él creía que lo volveríamos a lograr, que si el partido entre la Unión Soviética y el famoso «Dream Team» de Estados Unidos. Cada vez que hablaba con él, se sentía feliz de tener algún detalle nuevo de aquellos Juegos para luego demostrarme que ya sabe más que yo en temas deportivos. Y a todo el que le hablaba de baloncesto, le decía que el Jabao era su amigo. Tendré trabajo para darle esta noticia ahora.

 Yo quiero mucho al Jabao.

 Por eso no me creo que no esté, aunque su teléfono en este instante, al marcarlo, me haya dado apagado. Y por cosas de la mente humana que se niega a aceptar, repita la llamada y pase lo mismo. No puede apagarse así la voz de un hombre como él. En casa, nos quedamos con la sonrisa felicísima de aquel día en el que Felipe lo llamó para decirle que había votado en una encuesta deportiva, por el bronce del baloncesto cubano en Munich como el mejor resultado de un deporte colectivo en Cuba. Es que el Jabao fue un hombre feliz, y como es de los que nacen siempre, acompaña ya cada paso de la familia deportiva cubana, con sueños, retos y caminos tremendos como el suyo.

 

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