Entre el mal estado de algunos terrenos y la desconcentración de los atletas, la defensa fue uno de los lastres del campeonato. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:09 pm
Hace casi dos semanas que terminó la Serie de Oro del béisbol cubano y todavía se comenta el espectacular triunfo de Pinar del Río. Todo el mundo acabó cediendo ante el empuje de los vueltabajeros, quienes jugaron «a puro corazón».
Entre otras cosas, el desenlace final de la Serie demostró que las decepcionantes actuaciones de Industriales y Santiago de Cuba no tienen justificación alguna. Con menos armas —y tantas bajas como las sufridas por azules e indómitos en los últimos años—, Pinar ganó el campeonato y lució inmenso en el terreno.
Ahora que tenemos calma, les propongo un vistazo retrospectivo hacia lo acontecido en el torneo. Sin descubrir el agua tibia, trataremos de focalizar algunos bombillos rojos.
Entre las novedades de la temporada estuvo la implementación de la regla de tie break para definir los extrainnings. Contra viento y marea, la gente se acostumbró a la «ruleta rusa» después del noveno episodio.
En total, hubo 43 partidos de esas características, con 26 victorias para el equipo visitador y 17 para el home club. El primero de ellos fue el mismo día inaugural, cuando Villa Clara superó 6-5 a Industriales en 11 capítulos.
Sin embargo, la polémica regla se eliminó sorpresivamente en los play off. Lo mismo sucedió con la reglamentación del pitcheo, más flexible que el año anterior en cuanto al número de lanzamientos.
Dicen los puristas que tanto la regla de tie break, como la reglamentación del pitcheo, no tienen nada que ver con los fundamentos originales del béisbol. De hecho, casi en ninguna liga se aplican. Pero el nocaut tampoco y ya no hay quien lo quite en Cuba.
Al final, vimos algunos excesos con el pitcheo en los play off, porque ahí se quiere ganar a toda costa. Si desde el inicio de la preparación no se definen los roles específicos de cada lanzador (abridor, relevista intermedio, o cerrador), es muy difícil que tengamos especialización en esas áreas.
Un muchacho que comience como cerrador y se mantenga así todo el año, puede desempeñar esa misma función en los play off aunque sea novato. No hay por qué alterar la rotación del pitcheo a última hora y ponerse a improvisar. Eso le pasó la cuenta a más de un director.
Otra novedad en este torneo fue la regla de supernocaut por 15 carreras de ventaja en la quinta o sexta entrada. Siete choques terminaron por esa vía en un campeonato de mucha ofensiva. Algo hay que hacer —y urgente— para evitar los marcadores «de manigua» que deslucen el espectáculo.
Mientras se piensan las medidas organizativas para el rediseño de la Serie Nacional tras la nueva división político-administrativa del país, al menos hay una que puede tomarse: eliminar el juego de los viernes.
Si tenemos tantos problemas con el pitcheo, si necesariamente hay que jugar a pleno sol por razones económicas y ello afecta el entrenamiento, entonces no se justifica el desgaste de seis partidos a la semana. Debemos tener en cuenta que aunque las condiciones de los atletas ahora son muy superiores a las de años atrás, de todas formas el campeonato es muy agotador.
De abajo hacia arriba
El tema más discutido en el congresillo técnico previo a la Serie de Oro fue la nueva reglamentación de que no podían jugar los atletas juveniles (hasta 18 años). Sin embargo, allí mismo se decidió evaluar después algunos casos puntuales.
Finalmente, el único muchacho autorizado a incorporarse fue Lourdes Gourriel (hijo), quien subió al equipo espirituano y recibió algunas oportunidades. Pero a la larga se demostró que el torneo le quedaba grande.
Participó en 16 juegos, siempre como jugador de cambio. Tuvo solo 15 veces al bate y pegó tres hits, incluido su primer jonrón en series nacionales.
Aquí la solución es mejorar los campeonatos de la categoría juvenil y no forzar a los muchachos a entrar tan temprano en las series nacionales, por más aptitudes que tengan. En la vida no se deben quemar etapas si eso puede evitarse.
El propio Lourdes Gourriel terminó de líder en jonrones durante la etapa final del torneo juvenil, concluido recientemente en Sancti Spíritus con el triunfo de La Habana. Ahí lucieron otros talentos como su comprovinciano Julio Pérez, el holguinero Luis Raúl Domínguez y el pinareño Yunior Valiente.
Ahora bien, muchos de estos atletas se quedan en el aire cuando sobrepasan la edad juvenil y no encuentran un espacio en la serie nacional. Por eso es tan importante la llamada Liga de Desarrollo.
Si no hay cambios de última hora —la inconstancia es uno de los males de nuestro béisbol—, la liga de este año debe comenzar en agosto. Pero lo ideal es que transcurra de forma paralela a la Serie Nacional, pues así cada equipo tendría la posibilidad de bajar y subir jugadores por bajo rendimiento, lesiones, o cualquier otro imprevisto.
Ahora que cada cuenta se saca a punta de lápiz, ambos eventos deben verse como uno solo para planificar los aseguramientos. Si asumimos que la Serie Nacional tiene 32 equipos, en lugar de 16, no quedarían «desamparados» los de la Liga de Desarrollo.
Táctica y estrategia
Sin duda, la despiadada ofensiva de los últimos años ha limitado el pensamiento táctico en nuestro béisbol. Como ganar al batazo casi siempre resulta tan fácil, pues quedaron en un segundo plano el toque de bola, el robo de bases, la jugada de corrido y bateo y otros recursos.
Sobre esto se insistió mucho en los seminarios que dictaron aquí hace poco tres entrenadores japoneses. Usted puede pensar que le zumba el mango fijarse por los nipones a estas alturas, pero ellos han ido de menos a más y eso nadie puede discutirlo.
La cuestión no es mandar a tocar la bola, algo que se ha vuelto recurrente a pesar de los pesares, sino que los atletas sepan hacerlo. Pero se aprende en el entrenamiento, pues todo no puede ser preparación física.
Durante la Serie de Oro vimos renacer algunas jugadas espectaculares como el squeeze play, o el doble robo demorado, pero todo eso debe ensayarse más en los entrenamientos.
Asimismo, hay que profundizar en la defensa, porque tantos errores, vistos y revistos, le restan categoría al béisbol cubano. En este aspecto, el equipo granmense fue la gota que rebasó la copa.
Dice un refrán que por errores se pierden amores… y muchos juegos de pelota. Algunos técnicos le echan la culpa a los terrenos, sin duda demasiado duros, pero en realidad la defensa no se trabaja con la misma intensidad que la ofensiva o el pitcheo.
No olvidemos que muchos de los errores cometidos fueron en los tiros a las bases o desde los jardines y ahí los terrenos no tienen ninguna responsabilidad. Ello indica que falta concentración, lo cual tampoco es un secreto para nadie.
Volvamos a una pregunta recurrente: ¿Cuántos peloteros han integrado el equipo Cuba por sus méritos defensivos? Realmente han sido pocos, así que falta motivación. Lo mismo pasa con los relevistas en el pitcheo.
Por la cuerda floja
En el propio congresillo técnico de la Serie de Oro, las autoridades del béisbol cubano insistieron mucho en la disciplina sobre el terreno. Entonces se dijo que cualquier atleta, entrenador o federativo que cometiera una agresión violenta sería expulsado del torneo.
Así le pasó al mánager del equipo tunero, Pablo Alberto Civil Espinosa, quien fue suspendido dos años por su actitud antideportiva en el juego número 436 entre Matanzas y Las Tunas, efectuado en el estadio Julio Antonio Mella.
La tendencia a protestarlo todo ha ido en aumento en los últimos años. Casi lanzamiento tras lanzamiento, vemos alguna miradita, palabrita o palabrota. Es cierto que nuestros árbitros no acaban de ponerse de acuerdo con la dichosa zona de strike, pero tampoco es para tanto.
Las protestas innecesarias demoran los juegos y acaloran al público, que generalmente termina soltando ciertos coritos groseros sin pudor alguno. Quizá acabarán cuando se sancione al equipo local.
Así se hace, por ejemplo, en el fútbol internacional. Incluso, algunos jugadores ilustres han sido penalizados por soltar palabras obscenas frente a las cámaras de televisión.
Justo el mes pasado, el carismático Wayne Rooney, delantero del Manchester United, se perdió dos fechas de la Premier League por soltar palabrotas ante una cámara. Además, por ello no participó en la semifinal de la copa inglesa ante el Manchester City. ¿Qué les parece?
Lo cortés no quita lo valiente, como dice el refrán. Claro, nuestros árbitros mejoraron al final en la postemporada de la Serie de Oro, pero antes hubo algunas decisiones controversiales.
Sin embargo, no podemos botar el sofá. Siempre van a equivocarse de algún modo porque son humanos. Eso sí, hay que exigirles superación constante y de ninguna manera pueden ellos dejarse provocar o encarar a los atletas.
En fin, otro aspecto que desluce al béisbol cubano es la informalidad con los horarios. En los play off muchos juegos comenzaron tarde sin necesidad, porque los estadios estaban llenos desde muy temprano y las ceremonias previas podían iniciarse con tiempo suficiente.
Por otra parte, es inadmisible que cuando arranque la temporada todavía haya indefiniciones en el calendario.
Asimismo, las medidas disciplinarias u otras circulares de la Comisión Nacional deben comunicarse con inmediatez. Este año, por ejemplo, resultó un dolor de cabeza acceder a las altas y bajas en cada equipo, como si fuera un secreto.
Finalmente, no podemos dejar de abordar el tema del espectáculo. En los play off de la Serie 50 se vieron algunas iniciativas en este sentido, pero queda mucho por hacer.
Siempre digo lo mismo: en cada estadio hay que apostar por el ingenio y no dejárselo todo a la música grabada y las ofertas gastronómicas. Quizá puedan organizarse concursos de participación a través del audio mientras dure el juego, o proyectar materiales audiovisuales si llega el día en que pueda colocarse una pantalla en las gradas.
Este año aumentaron las mascotas, pero algunas desentonan con los logotipos de cada conjunto. Veremos si elefantes, lobos, alazanes o leones aparecen por algún lado con el uniforme de sus equipos para la Serie que viene. Hay que ponerse de acuerdo.
Pase de lista
Dejamos para el final a los grandes animadores de la Serie de Oro. Como siempre ocurre, los play off se quedan en la memoria y opacan casi todo lo ocurrido durante el campeonato.
Es cierto que en la postemporada es donde hay que demostrar, pero solo la mitad de los equipos puede jugar esa fase. Ahora mismo, pocos objetarían la presencia en la preselección nacional de Donald Duarte, William Saavedra, Yosvani Torres, Lorenzo Quintana, Julio Alfredo Martínez, Vladimir García, Rusney Castillo, Yoelvis Fiss, José Dariel Abreu, Duniel Ibarra, Norberto González, Yasiel Puig, Erisbel Arruebarruena, Alfredo Despaigne o Frederich Cepeda.
Todos ellos se lucieron a la hora buena y merecen ese reconocimiento. Pero hay varios torneos internacionales en el horizonte y pueden tener su espacio algunas jóvenes promesas que «reventaron» la pelota. Me refiero al avileño Yadir Rabí, el camagüeyano Dariel Álvarez, o los capitalinos Gerardo Concepción y Jorge Luis Barcelán, entre otros.
La primera convocatoria debe salir a la luz en las próximas horas.
No creo que sea necesario esperar a ver si el próximo año tienen una campaña similar. En el deporte hay que aprovechar el momento de cada atleta, porque a veces no llegan segundas oportunidades.
Si usted tiene un amor que lo deslumbra, ¿se arriesgaría a darle demasiado largo? Seguramente no.
Veremos si en definitiva se mueven las piezas con un nuevo mentor. Alfonso Urquiola debe ser el piloto del principal equipo Cuba, al menos, ese es el criterio mayoritario entre aficionados y periodistas. Si ocurre otra cosa, sería una sorpresa.
De momento, ya se «cocinan» los torneos provinciales en varios territorios, incluida la capital. Aquí sigue la incertidumbre sobre qué pasará con Metropolitanos en la próxima Serie Nacional. Los rojos son la comidilla del béisbol cubano desde hace rato.
Algo se moverá con la entrada al escenario de Artemisa y Mayabeque. Ya es tiempo de tener una definición, pero ¿quién le pone el cascabel al gato?