Osmani Urrutia fue uno de los mejores bateadores que ha pasado por nuestras series nacionales. Autor: Alex Castro Publicado: 21/09/2017 | 04:52 pm
Anoche se retiró oficialmente del béisbol activo Osmani Urrutia, uno de los mejores bateadores que ha pasado por nuestras series nacionales. Pero al irse, el tunero dejó una gran polémica servida sobre la mesa.
Desde que Osmani comenzó a sacarles el forro a las pelotas, llovieron las comparaciones con Omar Linares y otros temibles bateadores, porque es difícil decir quién ha sido el mejor de todos los tiempos.
Urrutia tiene el más alto average en un torneo cubano, sea nacional o selectiva, pues promedió .469 (121 hits en 258 veces al bate), durante la temporada 2003-2004.
Además, el tunero fue seis veces el líder de los bateadores en series nacionales, cinco de ellas en forma consecutiva, entre los años 2000 y 2005. En esos cuatro primeros campeonatos, bateó por encima de 400. Para colmo, también lo hizo en 2006 (.425), pero esa vez Michel Enríquez promedió .447 y le quitó el título.
Antes, Linares había ganado cinco coronas de bateo en series nacionales y una en la selectiva de 1992. Asimismo, Don Omar superó en siete ocasiones la barrera de los 400 puntos.
Sin embargo, según el archivo inagotable de nuestro estadístico Benigno Daquinta, el hombre que más veces capturó el liderazgo de los bateadores fue el matancero Wilfredo Sánchez, con siete. Esos títulos se desglosan en cinco series nacionales, el torneo especial de los diez millones en 1970, y la selectiva de 1977.
Ahora bien, entre todos aquellos hombres con más de 1500 veces al bate, Linares y Michel Enríquez tienen el mayor average ofensivo en la pelota cubana (.368), seguidos precisamente por Urrutia (.366).
Pero es cierto que el average no lo dice todo. Veamos: un bateador que promedie .360 en una serie nacional, conecta aproximadamente 108 hits en 300 veces al bate. En cambio, otro con acumulado de .333 dispara unos 100 hits en 300 turnos.
Es decir, ocho imparables menos hacen una diferencia de casi 30 puntos. No por gusto en muchas ligas se cotizan mejor los jonroneros y empujadores de carreras.
En nuestro béisbol, la mejor frecuencia de jonrones está en poder del habanero Romelio Martínez, quien botó una pelota cada 12,84 veces al bate (370 bambinazos en 4752 oportunidades).
Orestes Kindelán, el máximo productor de películas de largo metraje (487), conectaba un jonrón cada 13,32 veces al bate. Asimismo, el matancero Lázaro Junco, segundo en la lista de los «leñadores» (405), dio un batazo de cuatro esquinas cada 14,27 turnos.
Por su parte, la nueva sensación del bateo en Cuba, el granmense Alfredo Despaigne, tiene la mejor frecuencia histórica de extrabases: uno cada 7,21 veces al bate.
Solo otros tres hombres necesitaron menos de ocho oportunidades para conectar un extrabase: Linares (cada 7,59), Yulieski Gourriel (7,60) y Kindelán (7,61).
Otro indicador importante para valorar en su justa medida a los bateadores es la frecuencia de carreras impulsadas. En este aspecto el primero de Cuba es Orestes Kindelán, quien trajo a un compañero para el home cada 4,29 veces al bate. Detrás aparecen Pedro José «Cheíto» Rodríguez (4,30) y Romelio (4,50).
También ha cobrado fuerza en los últimos años la variable de carreras producidas. Para calcularla se suman las anotadas y las impulsadas, restándose los jonrones.
Sucede que, cuando se produce un batazo de cuatro esquinas, automáticamente al bateador se le apunta una carrera anotada y al menos otra impulsada, pero en realidad produjo una sola rayita. ¿Entiende usted el trabalenguas?
Pues bien, si hacemos la suma indicada y contrastamos el resultado con las comparecencias al bate, vemos que el bateador más productivo de nuestros clásicos es el santiaguero Alexei Bell, quien provoca una carrera cada 3,03 oportunidades.
La lista sigue con Linares y Yulieski (3,15), luego Despaigne (3,26), Yoenis Céspedes (3,29) y Kindelán (3,33). Este último es el máximo productor de carreras con 2403.
Si hasta aquí todavía usted no elige a su favorito, les propongo valorar un indicador pocas veces visto. Se trata de la relación entre ponches y jonrones, pues generalmente los sluggers tienen poco tacto.
Les cuento que Lourdes Gourriel conectó 247 jonrones y solo se ponchó en 372 veces al bate durante toda su carrera (el valor es de 1,51 si dividimos la primera cifra entre la segunda). Pero como la matemática también es caprichosa, «Cheíto» Rodríguez tiene el mismo coeficiente, aunque con 286 bambinazos y 431 ponches.
De nuevo figuran en esta lista Linares (1,67) y Yulieski (1,82), junto a los pinareños Fernando Hernández (1,92) y Luis Giraldo Casanova (1,94).
Finalmente —el espacio no da para más—, repasemos los mejores según el coeficiente de rendimiento integral JAS.
Linares terminó su ilustre carrera de 20 años con un JAS de 503. Le siguen Casanova y Yulieski, ambos con 447. Después viene Kindelán (440) y les aviso que Despaigne ya anda por 438.
El JAS es el coeficiente más utilizado en Cuba, pero el béisbol está lleno de fórmulas y siempre usted puede tener otra carta debajo de la manga. Así, como nunca nos vamos a poner de acuerdo, dejemos que cada cual saque sus propias cuentas.
Al fin, Camagüey
Camagüey sonrió por fin este jueves, y por partida doble frente a Matanzas. En el segundo pleito, Vicyohandri Odelín alcanzó su victoria cien en series nacionales.
Para ello, sus compañeros fabricaron cuatro carreras en el séptimo episodio, con tres jonrones. Dos fueron consecutivos: el de Dayron Varona para empatar y el decisivo de Alexander Ayala.
El récord de más jonrones por un equipo en un mismo episodio se acuñó el 15 de abril de 1995, cuando Orientales le pegó seis a Occidentales en una Súper Selectiva.
Cuatro de esos batazos fueron frente al zurdo matancero Lázaro Garro, quien comparte esa marca negativa con el pinero Ramiro Manso. Este último permitió una seguidilla de Pinar del Río, el día 3 de marzo de 1999.
En tanto, seis lanzadores han permitido tres jonrones consecutivos en una entrada. El primero fue el avileño Dagoberto Rodríguez, el 20 de enero de 1982 frente a Forestales.