Pinar del Río.— Alexei Bell pegó el hit decisivo y Santiago de Cuba completó la barrida ante Pinar del Río, dos carreras por una, para ratificar —con formidables relevos de Roibal y Vera— su título de campeón, en la final beisbolera 2008.
Para este choque, Jorge Fuentes introdujo cambios; Donald Duarte asumió el tercer puesto de Padrón —lesionado en un hombro el domingo, al zambullirse durante una atrapada— y Otaño subió al quinto sitio, en la difícil encomienda de tapar al Gordo Peraza. Mientras, Gavilán se hizo de la primera base y Raidel se fue al ala derecha, estos en los turnos siete y ocho, respectivamente; Valido se corrió al centro y León al jardín izquierdo.
Las avispas anotaron en el tercer inning, por jonrón de Mustelier ante Yunieski Maya. De inmediato llegó el abrazo, contra Ormari Romero: con dos outs, boletos a Castillo y Valdés, más hit impulsor de Duarte.
Reinier Roibal tomó la lomita a partir del cuarto —Antonio Pacheco se mantuvo fiel a su alineación ganadora—, porque Ormari había dejado antes las bases llenas. En el séptimo, los anfitriones embasaron a Raidel con boleto, y al emergente Concepción por hit al box, pero Castillo y Valdés batearon mansamente.
En cambio, Yunieski Maya golpeó por segunda vez a Navas, en el octavo episodio —su tercer lastimado de la noche— y Lazo acudió presuroso en su ayuda. Frente al estelar derecho, Olivera forzó al corredor (una parte del público pensó que se había completado la doble matanza, en primera base) y después robó la intermedia; así Meriño fue boleado intencionalmente, y Bell dio un roletazo que saltó sobre Duarte, en la antesala, y remolcó a Olivera, con el desempate.
Gavilán abrió el noveno con indiscutible, y Norge Luis Vera fue llamado a abortar la amenaza. Jorge Padrón, como emergente, falló su toque en dos strikes, Mijail Rivera se ponchó y David Castillo elevó al centro del terreno, para liberar la alegría de las avispas.
El recuento ¿Nos adentramos, como en los períodos históricos, en la era de Santiago de Cuba?El equipo que amenazaba con romper la marca de 66 victorias para una Serie Nacional de 90 juegos, se sumergió —durante el último tercio del torneo— en brevísima crisis, pero levantó la nariz, para terminar a todo tren.
«No tienen un buen cuerpo de lanzadores, el nuestro es mejor», me había pronosticado cierto destacado mentor, en vísperas de la etapa del play off. Las avispas, en verdad, mostraron lagunas, pero en conjunto demostraron ser una maquinaria de jugar al béisbol.
Norge Luis Vera, totalmente recuperado, es un veterano que podría aportarles mucho a las avispas, al menos durante un lustro. Ormari Romero, un hombre del I Clásico Mundial, guarda aún pólvora para luchar durante algunas temporadas, y creo que Osmel Cintra, con algunos kilogramos de menos, sería otro soldado de filas en el futuro inmediato.
Y hay jóvenes que solo necesitan de trabajo, en busca de elevar su nivel.
Ahí está Osmany Tamayo, listo para juntar hombro con hombro con los más encumbrados. Y el espigado Reinier Roibal, una promesa cuya eclosión depende de sí mismo, de su empeño por llegar a puerto seguro.
¡Esa ofensiva!No sé cuánto serán capaces de batear esos santiagueros en el futuro. Alexei Bell, nuevo recordista en jonrones para una temporada, tiene sus lados flacos, pero posee igualmente un mundo de posibilidades por delante.
Mustelier y Olivera, en las posiciones de avanzada, tienen la juventud que les depara más y más rendimiento. Como Navas, y tanto como figuras que serían regulares en varios elencos de las Series Nacionales: Castellanos, Silva y Abad, entre otros.
¿Que los fogueados Rolando Meriño —listo para volver a la selección nacional—, Reutilio Hurtado y Pedro Poll podrían retirarse a la vuelta de pocos años? Es cierto, pero no están ni remotamente liquidados.
Súmele usted a esos méritos el hecho de que José Julio Ruiz, a pesar de su pálida actuación en la actual postemporada, tiene kilates inexplorados, como para pasearse entre los sluggers cubanos desde ahora... hasta la Olimpiada de 2020.