Lux, un minino bravucón de cuatro años que vive en Portland, Oregon, tiene el consentimiento para permanecer en la casa, a pesar de que arañó al bebé de siete meses de la familia cuando este le haló la cola. En respuesta, Lee Palmer, su dueño, pateó el trasero del gato, pero todos tuvieron que refugiarse en una habitación —incluso el perro—, porque el felino «perdió el control». Palmer, quien pidió ayuda a la policía, busca ahora un psicólogo para que atienda al irascible felino, que no aguanta maltratos de nadie…