Una mamá australiana permitió que Kyle, su niño de tres años, guardara en el ropero siete huevitos que había encontrado durante un domingo de excursión campestre. La sorpresa vino cuando en lugar de salir piando las avecillas que esperaban, se arrastraban siete Eastern Brown, una de las más mortíferas especies de serpientes del mundo; bien venenosas, incluso las acabadas de nacer. Por suerte está sano y salvo el niño y también los ofidios, que fueron entregados a los guardabosques del santuario natural de Billabong.