La manía de limpieza de un grupo de ladrones ingleses los llevó a la perdición. Les gustaba probar las bañeras de las casas que asaltaban, por lo que interrumpían el atraco para darse un chapuzón caliente de burbujas. En una de las ocasiones fueron tan descuidados que dejaron olvidada la ropa interior mojada, lo que sirvió de pista a los investigadores. Cuando fueron capturados tenían en su poder un televisor de 42 pulgadas, teléfonos y billeteras, entre otros objetos que sumaban unos 7 000 dólares.