El músico Frank Ernesto González Góngora Autor: Belice Blanco Publicado: 25/11/2020 | 09:45 pm
Siempre la música. Frank Ernesto González Góngora recuerda dormirse cada noche de su infanciaescuchado Nocturno, junto a su mami del alma. «En aquel cuartico en Micro 9, en el distrito José Martí, de Santiago de Cuba, donde vivíamos los dos solitos, ella sintonizaba el popular programa de Radio Progreso y yo me quedaba rendido como un ángel, según me cuenta. Por eso no demoró en darse cuentade que mi vida se relacionaría con el arte.
«Un día, estando en la primaria, en cuarto grado, un muchacho llegó con una trompeta.“¿Y eso de dónde salió?, ¿cómo lo tienes?”, le pregunté y él entonces me contó. Fue así como, a través de su abuela, empecé a formar parte de la banda del Palacio de Pioneros, con el ya desaparecido maestro InaudisPaisánMallet al frente,el afamado director deEstudiantina Invasora. Excelente trompetista, fue el que me puso la trompeta en las manos. Yo ni conocía ese instrumento, pero no puedo explicar por qué me llamó tanto la atención. Me hicieron una pequeña prueba de aptitud y todo fluyó. Mi madre, al ver ese interés mío por la música, me llevó a las pruebas de captación de la Escuela Vocacional de Arte (EVA) José María Heredia.
«Por supuesto que mi padre fue el otro gran pilar: el que me llevaba a la EVA y me recogía todos los días, el que me compró mi primera trompeta; de mala calidad, pero propia (sonríe); el que me acompañó durante mi locura de adolescente reguetonero que se movía en un mundo algo peligroso para un chico de 12 años... Nunca ha dejado de brindar su mejor apoyo y es mi ejemplo a seguir como padre que también soy».
De esa manera inició la carrera del joven a quienes muchos llaman «el showman de Santiago de Cuba», en la que ha jugado un papel esencial la autora de sus días. «Imagínate que mi mamá, doctora, pediatra del hospital La colonia, máster en medicina tradicional y natural, se encargó de montar la canción con la que me presenté en la audición. Supongo que se acercó a alguien e indagó qué se hacía, porque no dejó nada al azar. Así que el examen fue pan comido, como se dice. Comencé mis estudios en la EVA con nueve años».
—¿Cómo un niño hace suya una trompeta?
—No olvido que al principiome pasé dos meses o tres sin tocar el instrumento, solo haciendo ejercicios de respiración, buscando la manera de fortalecer la parte diafragmática. Eso, por supuesto, me aburría, sin embargo, no me desanimaba aunque al verme por el barrio cargando el estuche, la gente me decía:«oye, ¡pero toca!». Yo seguía muy disciplinado, andaba fascinado. Tanto que cuando las captaciones me preguntaron si había otro instrumento que me interesara y yo fui firme: ¡solo trompeta!Me enamoré desde el primer instante que la vi. El muchacho que me inspiróapartó la música de su vida, pero yo me gradué.
—¿Entones el inicio es complicado para un niño?
—Esos primeros meses son tediosos, muy difíciles, porque obviamente no tienes el conocimiento ni la técnica de respiración, luego pasas a la boquilla, a las vibraciones labiales, que van fortaleciendo el labio, los músculos... Primero hay que gatear para después echar a correr...
«La trompeta ha sido mi vida. Es mi esposa, mi mayor novia. Mas ocurrió que para el pase de nivel el profesor que mepreparaba quiso que me inclinara por otro instrumento. A veces sucede que durante tu formación la embocadura, donde tocas, puede transformarsepor la posición que adoptan los dientes, y en mi caso se produjo un cambio muy radical entre séptimo y noveno grado.Entonces, mi tutor pensó que para que aprobara un examen bien riguroso para un muchacho de esa edad, lo mejor era que optara por el bombardino, más de prioritario porque casi ningún joven se motiva por él, pero a mí me tocó nuevamente decir: o trompeta o nada.
«Por suerte, un asesor metodológicole explicó a ese profesor que estaba errado, que ya había adquirido fuerza en esa parte del labio y podía enfrentarme al pase de nivel. Resultó que logré la máxima puntuación de los alumnos de todo el oriente».
—Lo conseguiste...
—Sí, pero ahí no terminó la historia: en el Conservatorio Esteban Salas la embocadura me empezó a causar problemas: de sonoridad, de registro, etc., y los profesores llegaron al consenso de que debía cambiar de embocadura, lo cual casi me costó la carrera.El primer año fue superdifícil. Lloré amargamente, sufrí, porque sentía que se alejaba de mí aquello que realmente amaba, pero en tercero me encontré con un profesor, Dago Antonio Jorge Cruz, quien con amor y paciencia me fue guiando. Ese impulso, ese aliento, revivió mi pasión por la trompeta.
«Me gradué con el Concierto en Mib Mayor para trompeta y orquesta de Johann NepomukHummel, una obra verdaderamente exigente, compleja y virtuosa. Tuve que estudiar muchísimo, pero valió la pena. No obtuve cien puntos, pero quedé satisfecho. Ese 94 no fue regalado, lo luché durísimo».
—¿Y tu mami cómo enfrentó esa etapa tuya?
—Fue bien difícil para mi mamá, también para mí. Te confieso que hubo un momento en que empecé a sentirla como mi «enemiga»: me enamoré de una persona que ella no aprobaba. Me daba sus criterios, compartía sus experiencias, pero me «especialicé» en ir contra la corriente. Me gusta vivir y sacar mis propias conclusiones, y, claro, ella sufrió mucho. Ahora le agradezco sus consejos, que me han servido de mucho. Después que uno choca con la realidad toca siempre dar la razón. Hoy mi madre, mi padre, mi esposa, son lo más grande para mí. Soy papá de un chico belloy me he dado cuenta de cuán importante es la familia en nuestra formación como seres humanos.
—¿Y después que te graduaste?
—Tras graduarme en el año 2012 integré las filas de la banda del Ejército Oriental. Fue bonito porque tuve la oportunidad de participar en la Cumbre de la Celac de 2014 y de recibir a una veintena de presidentes. Gracias a la Orden 18 me preparé para presentarme al ISA, pero no aprobé. Lo sufrí, lo lloré, me costó. Tuve que sacar fuerzas para levantarme después de esa derrota, y aprender que todavía me quedaba mucho por estudiar, por conocer, sobre todo del instrumento.
«Regresé a mi Santiago tranquilo, y comencé a trabajar en la Orquesta Sinfónica de Oriente (OSO), mi primer trabajo oficial como trompetista, que no he abandonado. Es una labor que admiro, que adoro, y dela cual aprendo día tras día, por la diversidad de los programas que enfrento, por lo que significa ponerse a la orden de diferentes directores, tanto de nuestro país como internacionales...
«La música clásica es la base, la que abarca de manera más amplia todo lo relacionado con la técnica del instrumento, por lo tanto te mantiene enfocado, concentrado, pues exige estudio permanente.
«A los dos meses de estar en la OSO me llamaron del grupo Granma, dirigido por Tony Valverde: una orquestade más de 40 años que se desdobla en otros formatos. Se inició dentro del Movimiento de Artistas Aficionados y hoy por hoy es una verdadera institución de la cultura cubana como defensora de la música tradicional. Para mí ha sido un privilegio integrarla. En su seno me probé otra vez como cantante.
«¿Recuerdas que me dio por ser reguetonero y con Los freskosandábamos de fiesta en fiesta, de carnaval en carnaval? Como carecía de preparación como intérprete, terminé con una faringitis crónica agudizada, la cual me mantuvo sin voz durante casi un año. Cuando me hicieron la prueba se percataron de la afectación significativa de mi aparato foniátrico, lo cual me llevó a atenderme por año y medio. También por esa razón me aferré mása mi trompeta.
«Pasó el tiempo y con Granma me atreví nuevamente, motivado porque allí sehacían muchos boleros, se desarrollaba un trabajo vocal muy interesante con tríos, etc. Con la ayuda del director, del cantante Alberto Cobián y de los demás integrantes del grupo, empecé a montar canciones. Así comencé a olvidar mis temores einicié una nueva etapa musical. En esto tuvo también una gran influencia mi esposa amada,Yaíma Pérez Corona, una cantante muy reconocida en la ciudad, un ejemplo para mí».
‒¿Cómo te conectas con el proyecto De vuelta al bolero?
‒Sucedió en el año 2017 con el patrociniode la Empresa Extrahotelera Palmares S.A., bajo la dirección artística de Yoilán Maceo Cabrera e Inaudis Borjas Bombul. Mi esposa era convocada como cantantey yo la acompañaba. A veces hacía mis solos de trompeta hasta que un día me decidí a cantar para ver la reacción del público. Que este me pidiera otro tema me impactó.De pronto comencé a actuar los miércoles, lo que me llevó a trabajar en serio. La idea de que combinara el canto con mi instrumento se la debo a Armando, alias Mayito, el guitarrista acompañante, y a la gente le encantó. Entendí que por ese camino debía ir mi historia.
«Por mi modo de proyectarme en la escena, Marilis González, una de las más significativas representantes del feeling santiaguero, me dijo:“Tú cumples con las condiciones para convertirte enelshowmande esta ciudad”; una valoración que, aunque inmerecida, se fue regando entre la tropa hasta que empezaron a presentarme de esa manera. Elio Salas, uno de los animadores del espacio El patio del bolero, tuvo la iniciativa. En lo adelante he buscado superarme de todas las formas posibles para intentar acercarme a ese nombramiento. Sé que me falta un mundo, que no puedo dejar de estudiar, de crecerme musicalmente; he tenido que acercarme al teatro, para mejorar el movimiento escénico, a la danza, a la comunicación, tratando de ser lo más integral posible... He buscado los mejores patrones, como Bobby Carcassés en Cuba o Chris Botti en Estados Unidos...
«Y si hablo de cantantes, entonces mi referente es el señor Francisco Céspedes, Pancho, quien a su vez se inspira en ese genio nombrado Ignacio Villa, Bola de Nieve. De esas dos estrellas me nutro cada día. Como ves el reto resulta enorme, pero me estimula intentar alcanzar esa proyección».
‒Imagino que Tropicana Santiago sea otra escuela...
‒Se lo agradezco también a Inaudis Borjas Bombul, quien conduce la Orquesta de Tropicana, de la que formo parte como trompetista desde los 16 años. Asimismo me dio la oportunidad de foguearme en el cabaré San Pedro del Mar, donde se desempeña como director general del show. Como jamás le he temido al trabajo y vivo ansioso por superarme, no dudé en aceptar esta oportunidad para insertarme en el universo del espectáculo como cantante. Lo tomé como una pruebaque ha resultado una experiencia muy enriquecedora.
«De repente algunos empezaron a compararme con un artista inmenso de Santiago de Cuba, una leyenda que apenas conocía: Pepín Vaillant. Descubrir a este grande a través del documental Cuba feliz ha sido un hallazgo. Ahí pude apreciar sus cualidades como trompetista, como cantante, la manera como se desenvolvía en el escenario... Era un verdadero hombre espectáculo. A medida que me adentro en su obra, comprendo que cada vez estoy más lejos, pero me niego a dejar de soñar.
«Le doy gracias a la vida por poner en mi camino a profesionales brillantes, con corazones del tamaño del cielo, quienes me han ayudado y ayudan a avanzar en esta carrera en la que nunca se acaba de aprender. Son muchos a los cuales les debo: Evaristo Lorenzo, fundador de la Orquesta de Tropicana, que fuera parte de la OSO y es, en la actualidad, primer trombón de la Banda Municipal de Santiago de Cuba. Este trombonista fabuloso ha influido mucho en mí con sus consejos sobre afinación, sonoridad, estilo y musicalidad, todos muy valiosos a la hora de tocar la trompeta. Lo mismo debo decir de una maestra que ha sido esencial en mi formación como cantante, la directora del conocido grupo vocal Divas, Silvia Calzado, hija de Osmundo Calzado, el ya fallecido e ilustre director de orquesta, arreglista y productor. Silvia ha trabajado conmigo en la técnica del canto y en el enfoque que debo aplicar como músico a la hora de cantar.
«No puedo dejar de mencionar aotro músico de primera línea: Luis Carlos Aguiar “Wicho”, quien primero confió en mí para que defendiera Sin piedad, un bolero son de su autoría que resultó finalista en el Concurso de música popular Electo Rosell (Chepín) In Memoriam; y luego me convocó para un proyecto hermosísimo que nació en el período en que la COVID-19 nos golpeó más fuerte: la canción Solo piensa, en la que se nos unieron, además, los espectaculares Emilio Ibáñez,Yaíma Pérez y RichBoy.
«En la danza he encontrado el respaldo inmenso de Luis Mariano, ex primer bailarín de Danza Contemporánea de Cuba; de la maestra Bárbara Ramos, directora de Danza del Caribe y del espectáculo Frenesí, en Tropicana; de Alina Céspedes profesora del ISA... Y hay más, pero la lista se haría interminable».
‒Todavía en tu ciudad se habla del concierto que protagonizaste en julio de 2019...
‒Hacía tiempo Tamara Blanco Ferrer, productora de El patio del bolero,venía embullándome para que conformara un proyecto propio que incluyera otros músicosinteresados en defender géneros como el bolero, el feeling, el jazz, la balada...,donde mostrara nuevos arreglos y sonoridades.
«De lo que se trataba era de presentar esta música de una manera más actualizada para que fuera disfrutada por unpúblico más diverso. Por suertellegó a Santiago de Cuba, en el mejor momento, después de trabajar por un tiempo en la capital, un musicazo como Iván Guardiola, ganador de varios premios Jojazz, de las figuras que actúan en festivales prestigiosos como el Jazz Plaza. Pues bien, este amigosupertalentoso, saxofonista ejemplar y director de la agrupación Influencia, se puso a trabajar conmigo ayudándome a escoger el repertorio y se encargó de los arreglos. De ese modo nació un concierto inolvidable donde di a conocer mi primera canción, Ángel iluminado.
«Ese concierto constituyó una prueba de fuego para mi carrera, el momento en el que la daría un cambio radical a mi vida como artista profesional. Significó salirme de lo que ya venía haciendo para ir a la búsqueda de algo novedoso, diferente, más auténtico; fue la oportunidad de crear con total libertad, de fusionar el bolero, la balada, la canción, el son..., con el jazz y otros estilos musicales, y de empezar a encontrarme a mí mismo».