Inocencia, en el quinto puesto, clasificó como la mejor película cubana del año. Autor: Joel del Río Publicado: 02/01/2020 | 07:43 pm
Para quienes miramos el cine cubano y extranjero con ojos expectantes y enjuiciadores, cómplices y críticos, solo es posible congratularnos con los resultados que evidencia la selección anual de la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica, respecto a los mejores filmes exhibidos aquí durante el año 2019.
En la selección principal de los mejores estrenos en salas, Inocencia, de Alejandro Gil, quedó en el quinto lugar, y así clasificó como el mejor producto nacional del año. Su director fue premiado como el mejor, en abril, en el Havana Film Festival de Nueva York, y en noviembre ganó los premios Caracol en las categorías de mejor filme, dirección, guion (Amílcar Salatti) y fotografía (Ángel Alderete), además de que representó a la cinematografía cubana en los Goya.
En los cuatro lugares preferenciales se colocaron, inusitadamente, la española Dolor y gloria, el más reciente filme de Pedro Almodóvar, al cual los críticos le vieron valores suficientes para quedar por encima de ese clásico del cine mexicano, latinoamericano y contemporáneo que es Roma, de Alfonso Cuarón. Aclaremos que la sobrestimación del largo de Almodóvar dista de ser un fenómeno cubano, pues ahora mismo está en liza por los Globos de Oro y el Oscar, y es punto fijo en casi todas las selecciones anuales de lo mejor del año.
En tercer y cuarto lugares de la lista hay dos rarezas, sendas producciones libaneses consagradas a denunciar la violencia, la exclusión y la intolerancia: El insulto, de Ziad Doueiri, y Cafarnaúm, de Nadine Labaki, devenida una de las realizadoras más reconocidas del mundo.
El insulto, filme libanés.
Nadie nunca ha podido explicarme convincentemente los valores cinematográficos, narrativos, estéticos o artísticos de Bohemian Rhapsody: la historia de Freddy Mercury, que ocupó inopinadamente el sexto lugar y desplazó a dos películas grandiosas: la italiana Dogman, de Matteo Garrone, el drama social entretejido con los hilos de un thriller harapiento y descomunal; y esa tragedia aparentemente gélida en torno a dos conceptos tan ancestrales como el pecado y la culpa que es El sacrificio de un ciervo sagrado, otra de las producciones británicas dirigidas por ese autor de abrumador talento que sigue siendo el griego Yorgos Lanthimos.
La selección «cierra» con dos cintas latinoamericanas que evidencian la sostenida calidad del cine argentino (El ángel) y la emergencia muchas veces comprobada de la actual cinematografía chilena, atenta a la corrección política con el tema de la transexualidad en Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio. En el décimo escaño permanecen empatadas la francesa Basada en hechos reales, del incombustible Roman Polanski, y Todos lo saben, el notable empeño del iraní Asghar Farhadi por dramatizar el infierno del chisme y la doble moral, en un pequeño pueblo rural español.
La mayor parte de los críticos votantes desdeñaron las nostalgias y comedimientos del melodrama gay Llámame por tu nombre (Italia, Luca Guadagnino), y tampoco quisieron entronizar el thriller En realidad nunca estuviste allí, con Joaquin Phoenix, como siempre, en estado de gracia; y mucho menos sacramentaron el nuevo opus grandioso de Annette Bening en la pequeña y conmovedora Las estrellas de cine no mueren en Liverpool, capaz de prodigar una inteligencia emotiva de la cual carece la mayor parte de las decenas de biografías fílmicas al uso.
Y aunque es difícil de admitir, debido al ego inflado que casi todos nos atribuyen a los críticos de cine, es difícil imaginar que la selección aquí comentada afecte el ánimo, ni a favor ni en contra, de Almodóvar, Lanthimos o de los directores libaneses, pero tal vez constituya un estímulo, o una provocación, para los cineastas locales. Con ese propósito, se solicita la opinión de los conocedores respecto a los mejores filmes cubanos exhibidos durante el año, y no necesariamente estrenados en salas comerciales. Como mejor largometraje de ficción se ubicó el ciertamente meritorio, desmelenado y polémico Buscando a Casal, de Jorge Luis Sánchez. El mejor cortometraje de ficción fue Flying pigeons, del joven Daniel Santoyo, e imagino que resultó apretada la votación, pues competían otros tres de muy diversos registros: Dos veteranos, de Eduardo del Llano; Fin, de Yimit Ramírez, y El secadero, de José Luis Aparicio.
El cineasta Pedro Almodóvar y uno de sus actores fetiches, Antonio Banderas.
El hervidero de buenos cortometrajes y de excelentes documentales también deberíaser argumento a la hora de evaluar la calidad global del cine cubano, aunque muchos lo olviden, y se concentran exclusivamente en lo que consideran medular: los largometrajes de ficción. El extraordinario conjunto de impresionantes documentales se reconoció con la elección de tres títulos que seguramente marcaron 2019 como uno de los mejores años en la historia del cine nacional: Retrato de un artista siempre adolescente, la biografía de Julio García Espinosa y crónica apasionada de la historia del Icaic dirigida por Manuel Herrera; A media voz, la lírica reflexión sobre el exilio codirigida por Heidi Hassan y Patricia Pérez; y la hermosa exégesis del genio, sin apologías, que es Brouwer, el origen de la sombra, que realizaron Katherine T. Gavilán y Lisandra López Fabé.
En la selección de los diez mejores del año tampoco fueron considerados las obras cubanas y extranjeras exhibidas en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, las cuales serán tomadas en cuenta cuando sean estrenadas comercialmente. No obstante, los críticos nos comportamos como periodistas incapaces de reprimir las primicias, y decidimos adelantar un sucinto avance que incluye las tres mejores vistas en el recién concluido evento.
Aunque el jurado de ficción estaría en desacuerdo, a la cinematografía brasileña pertenecen dos de los tres largos agraciados: la tierna y clásica La vida invisible de Eurídice Gusmão, de Karim Aïnouz, junto con la demencial e inclasificable Bacurau, codirigida por Kleber T. Mendoça Filho y Juliano Dornelles. Este último, acompañado por el coreano Parásitos, de Bong Joon-ho (tercero y último título de esta minilista festivalera) bastarían para explicarle a un extraterrestre cómo marcha la vida cotidiana en un planeta aferrado a la inequidad, la exclusión y la violencia.
Si me preguntan mi opinión, aunque por supuesto me contenta la selección de las películas brasileñas y coreana, añadiría otras tres producciones que definieron el pulso del Festival: la británico-argentina Los dos papas, la francesa Retrato de una mujer en llamas y la lituana Funeral de Estado. Pero tampoco hay que apurarse demasiado, dentro de 12 meses quizá estemos comentando las eminencias de 2020 y a lo mejor, si se estrenan convenientemente, estarán incluidas algunas de estas películas, disfrutadas ahora de soslayo.