Ramonet agradeció el «muy entrañable reconocimiento» que se le entregó, como calificó el título de Miembro de Honor de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Autor: Yoandry Ávila Publicado: 21/09/2017 | 05:53 pm
Tal vez justamente porque «no llevaba resolución ni por cuantos y por tantos», como enfatizara Miguel Barnet, resultó tan emotivo el momento en que el destacado intelectual Ignacio Ramonet aceptó, con evidente emoción, el título de Miembro de Honor de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), entregado por su presidente.
Sorprendido por el alto honor que se le confería, «este amigo, que sabe combatir con la pluma, que enarbola la bandera de las más nobles causas a riesgo de perder ventajas, este icono de la contemporaneidad» aseguró que para él se trataba de un «muy entrañable reconocimiento».
«Todos saben —admitió— el cariño que le profeso a este país, a esta Revolución, a Fidel. Y es que la Revolución Cubana me ha dado mucho. De hecho, cuando apenas era un estudiante y vivía en Marruecos, me eduqué cultural y políticamente con los discursos de Fidel y las publicaciones que me llegaban de la Isla.
«La Revolución Cubana me dio una armadura intelectual, una columna vertebral; justo la única Revolución —al menos yo no conozco ninguna otra—, que ha sabido crear una articulación orgánica entre la cultura y la política, entre la cultura y el pensamiento político. Tuvo que ver con el carácter intelectual de Fidel, quien siempre estuvo consciente de la importancia de librar la batalla en el campo de las ideas».
Todo sucedió en la sala Rubén Martínez Villena, en la sede nacional de la organización, donde entre otros se encontraban Abel Prieto, asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros; Julián González, ministro de Cultura; Roberto Fernández Retamar, presidente de Casa de las Américas, y Antonio Moltó, presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).
Inolvidable será esa jornada en que se le abrió oficialmente las puertas de la Uneac a Ramonet. También porque por su brillante actuación el coro Entrevoces, que dirige la maestra Digna Guerra, estuvo motivándonos todo el tiempo para que aplaudiéramos hasta desfallecer, agradecidos por regalarnos interpretaciones tan sentidas y memorables de temas como Lux Aurumque y Tú qué has hecho, pero sobre todo de Canción de cuna para despertar un negrito y el negro spiritual I Want Jesus to Walk With Me, donde sus respectivas solistas, Yeslenis Peñalver y Ariana Rodríguez Pérez, nos convencieron de que en efecto llegaron de un mundo donde solo señorea la más celestial de las músicas.