Deja Vu fue una de las agrupaciones cubanas que participó en el evento. Autor: Mario Luis Reyes Publicado: 21/09/2017 | 05:45 pm
Intensas jornadas de conciertos matizaron el escenario del capitalino círculo social José Antonio Echeverría, al acoger en sus espacios al Havana World Music, festival que sirvió de enlace entre los diversos géneros y estilos musicales.
Entre viernes y sábado, esta fiesta sonora sirvió de pretexto para atraer a la Isla a una amplia representación internacional, la cual compartió escenario con exponentes de los ritmos criollos.
Havana World Music es una iniciativa que lidera la cantante Eme Alfonso y, como explicó, surgió del proyecto Para mestizar, un material audiovisual donde se repasa musicalmente los orígenes étnicos de Cuba. En su staff, el evento contó con dirección artística de Joseph Ross, el asesoramiento de Carlos Alfonso y el auspicio del Instituto Cubano de la Música y del Centro Nacional de Música Popular.
En el José Antonio Echeverría se apreciaron muchos de esos conceptos, y las presentaciones artísticas llevaron buena dosis de las melodías tradicionales, folclóricas y populares que conformaron los géneros de disímiles culturas.
De ahí que el evento creó un espacio donde el público pudo disfrutar de propuestas sonoras matizadas por el entusiasmo de los intérpretes, que esparcieron su talento por las arenas del estadio de béisbol del círculo social. Al centro recreativo llegaron visitantes de diferentes ciudades del orbe, quienes fueron acompañados por jóvenes habaneros que acudieron en busca de propuestas recreativas diferentes.
Algunos coreaban las melodías, otros hacían fotos para mostrarlas a sus amigos, y aquellos sentados en el césped consumían las ofertas gastronómicas dispuestas para la ocasión. Pero todos tuvieron la satisfacción de participar en un certamen de calidad, que logró atrapar a gran parte de la ciudad.
Los Cossiá, un grupo guantanamero de descendientes haitianos, abrió el viernes la maratónica jornada de conciertos. A ellos les siguieron las fusiones de Deja Vu y la nórdica Thea Hjelmelnad, con su propuesta que va del pop al rock. De la actuación de Hjelmelnad destacó también ese momento en el que, junto a Eme Alfonso y parte de los integrantes de Síntesis, entrelazó las culturas más allá de la diversidad étnica.
Para los que gustan de la música electrónica, el dúo Auntie Flo —integrado por Auntie Floy Shingai Shoniwa, vocalista del grupo británico The Noisettes, y el percusionista sudafricano Esa William— ofreció su manera peculiar de «mezclar» sonidos africanos con una mirada futurista; a la vez que allanaron el camino a la colombiana La Mákina del Karibe que, con su cadencioso tono, nos recordó la riqueza cultural del Caribe.
Lo curioso de esa velada es que el ritmo nunca se perdió, ya que, tras cada actuación, Djoy de Cuba «aderezó» las melodías del patio con los sonidos electrónicos. Y para cerrar esa noche, X Alfonso derrochó energía con su discurso poético y lleno de metáforas citadinas.
Una seductora cartelera sabatina conjugó gustos y preferencias. Entre las propuestas estuvieron la agrupación de gaitas de la Sociedad Artística Gallega, las DJ cubanas Pauza y repitió Auntie Flo.
Ellos fueron capaces de mantener atentos a los espectadores con sus mezclas, y dieron paso a la trova renovadora de William Vivanco. Mientras, Eme Alfonso no dejó caer las expectativas. Tampoco lo hizo la tropa que dirige Carlos Alfonso, Síntesis, al resumir en la escena el espíritu de fusión y mestizaje cultural del patio.
Reservados justo para la despedida, dos exponentes de las culturas populares: el dúo español Fuel Fandango con su manera de fusionar el pop y el rock con las sonoridades flamencas; y el denominado «Tren» de la música bailable, los Van Van.
Havana World Music sobresalió también por las actividades colaterales que generó, todas bajo la máxima de dar cabida en el certamen a la diversidad de las expresiones musicales locales y foráneas. Así, se impartieron talleres relacionados con la música electrónica y la utilización de instrumentos de percusión como la batería, en espacios como la Casona de Línea y el Instituto Superior de Arte.
Sin duda, el evento demostró el valor de La Habana como centro de confluencia para la cultura y la diversidad, además de ratificarla como una de las capitales más sonoras del mundo.