Tatiana Mesa Paján es una joven artista. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:32 pm
Tatiana Mesa Paján es una joven artista, de 32 años de edad, que defiende el arte-vida, arte-procesual, desde el cual aborda los lenguajes plásticos más diversos como la instalación, el objeto encontrado, el libro de artista y la intervención pública, para transmitir el sentido de sus creaciones, que no son más que el reflejo de los problemas propios de la existencia cotidiana.
A pesar de su corta edad, ha recibido varios galardones por su obra plástica. En el 2008 recibió la Beca de Creación Juan Francisco Elso, que otorga la Asociación Hermanos Saíz (AHS), por su proyecto expositivo Libro: Memoria de un gesto, y en el 2011 ganó la Beca de Creación Estudio 21, que convoca el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, por Gabinete. En el pasado diciembre de 2012, la organización de vanguardia de los jóvenes escritores y artistas de Cuba la volvió a distinguir, pero esta vez con la Beca de Creación Antonia Eiriz, gracias a El texto como vestigio, exposición que será inaugurada este sábado, a las 5:00 p.m., justo en el Pabellón Cuba, sede nacional de la AHS.
«Para mí esta beca significa mucho, pues constituye otro apoyo más de la AHS para los jóvenes artistas. La Antonia Eiriz es muy peculiar, porque está enfocada al arte realizado con nuevos medios, con técnicas no tradicionales, nuevos lenguajes, con lo cual se abre un gran espacio para la experimentación joven», asegura a JR esta creadora que estudió en la Academia de Bellas Artes San Alejandro y finalmente se graduó de Artes Plásticas en el Instituto Superior de Arte.
—¿Qué apoyo le brinda esta beca como artista?
—Aunque me dio apoyo monetario creo que lo más importante es que propició una divulgación superior de mi trabajo, de modo que he recibido una mayor atención por parte de los medios. La AHS ha participado en el montaje de la exposición, por la cual gané esta última beca, y en la edición del libro homónimo que ahora también presentaré en el Pabellón Cuba.
«El libro es una justificación para compartir una serie de ideas nacidas de vivencias que solo son nombradas a modo de inventario, obviando contextos y personas específicas. Llego así al texto como cuerpo de la idea. De ahí que el libro tenga la naturaleza de comentario, apunte, con la libertad de un monólogo que resulta más bien un libre recorrido en función de un único tema: yo y el otro, la subjetividad y lo real.
«La exposición, que aborda la misma idea, se presenta como una muestra radical y arriesgada, pues aunque es una exposición de artes plásticas se apoya en el texto escrito. En ella exhibo una serie de piezas que toman al texto literario como documentación del arte-experiencia que generalmente se registra con la fotografía y el video. Sin embargo, dentro de esta muestra prefiero fundamentarlo a través de textos escritos y de la oralidad. Son obras que no se sirven de la imagen de lo que ha ocurrido, sino en lo escrito de lo que pasó. Y esto es algo muy experimental, que solo las podría desarrollar en un espacio como la AHS».
—Entonces, la AHS es una organización que usted valora...
—Es un espacio libre, muy valioso dentro del contexto cultural cubano, y que yo quiero mucho por ser horizontal, ya que en él coexisten sin prejuicios artistas autodidactas con artistas provenientes del campo académico. Aquí te permites como creador la libertad de desarrollar proyectos experimentales.
—¿De qué manera definiría su obra artística?
—La sitúo dentro del arte-vida, que es lo que me gusta. Siempre me he preguntado: ¿cómo comparto con el público lo que vivo, cómo lo documento? Soy una artista que considera muy importante la ética y la idea de romper nuevas fronteras entre el arte y la vida. Se me puede ocurrir una obra aparentemente buena, pero si no va bien con la vida no la hago; decido el tipo de obra que quiero vivir porque lo que uno vive en el arte, lo vive en la vida.
«Me he alejado un poco de la fotografía y del video porque son medios que detienen lo que estás viviendo, pierdes la naturalidad de la vivencia, y por eso utilizo otros medios de documentación como la oralidad y el texto, que no interrumpen la experiencia. De esta manera se hace muy difícil hacer arte, saber qué está bien y qué está mal. Solo queda llevarte por la intuición y la pasión».
—¿Qué le ha aportado el arte a su existencia?
—Me ha hecho una persona muy resistente emocionalmente ante la vida, este tipo de arte-experiencia lo puedo hacer en cualquier lugar y situación que me encuentre, no dependo de materiales específicos, ni de dinero; dependo de mi creatividad, y la creatividad siempre va a enriquecer mi vida.
—¿Cómo aprecia el futuro de las artes plásticas en Cuba?
—Estará permeado por la pluralidad y eso es bueno. La técnica y el lenguaje que decida hacer será una opción más entre tantas otras. Yo he elegido mi forma de realizarme como artista, pero valoro y aprendo de otro colega que haga un arte completamente distinto al mío. Las artes plásticas en nuestro país y en todo el mundo se han abierto a la diferencia, porque nos hemos dado cuenta de que ella es el centro de nuestras vidas».
—¿Qué sueños le quedan por realizar a Tatiana Mesa Paján?
—Todos los sueños (risas), yo quiero todo: seguir haciendo el arte que me gusta; deseo éxito, pero también persigo ser una persona que nunca se desconecte de la vida cotidiana. Paso el 80 por ciento de mi vida en lo que llamo el «mundo real», es decir, ir a buscar a mi hijo, el barrio; y el otro 20, haciendo arte, y quiero que esto continúe así. Estar en la colección permanente de un museo cubano o de cualquier parte del mundo para mí sería un sueño hecho realidad.
—¿Cómo logra expresar su arte dentro de un contexto de dificultades económicas?
—Creo que a veces el hecho de no contar con todos los recursos necesarios constituye una ventaja a la hora de crear. Cuando tengo alguna idea y me faltan materiales para concretarla, pienso que esto me da una peculiaridad respecto a otros artistas que tienen todo lo necesario para su obra, pues el resultado tiene un sentido diferente y original, y esto es una forma de no evadir mi realidad. Todo mi trabajo está hecho con materiales que no me cuestan dinero, lo hago con lo que tengo, a veces uso objetos desechados que recopilo en la calle.
«Siempre trato de que mi creación forme parte de mi vida cotidiana, nunca voy en contra de ella. No puedo deshacerme económicamente porque tenga que crear una obra, aunque esto no significa que a veces tenga que hacer esfuerzos. Ahora estoy haciendo una obra con plata —que es muy exigente— porque tengo la posibilidad, si no estuviera haciendo otra cosa. La falta de dinero nunca es pretexto para dejar de hacer lo que quieres, un artista es aquel que crea con lo que tiene y si no, se inventa los materiales».