Giselle Monzón diseñadora cubana del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 21/09/2017 | 04:51 pm
Había mucho calor para estar en la calle, pero Giselle Monzón, diseñadora del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, nos esperaba en una de las esquinas de la Plaza Vieja. Con su habitual desenfado y una sonrisa entre pícara y nerviosa sabía que hablaríamos acerca de su último cartel, seleccionado para acompañar el documental Al sur de la frontera, la más reciente producción audiovisual del director norteamericano Oliver Stone.
Desde una perspectiva contrahegemónica, el documental narra la visión del fenómeno político que está ocurriendo en América Latina, los nuevos mandatarios y el proceso de integración que se está experimentado en la región. Es una visión diferente. No es el presidente como el icono, el símbolo, sino mucho más cercano a su pueblo; el hombre natural. Chávez es presentado como iniciador de este proceso revolucionario en Latinoamérica. Después hace un recorrido por la figura de los Kirchner en Argentina, de Correa en Ecuador, Evo en Bolivia…
Al sur de la frontera es una contraposición entre la propaganda norteamericana y la realidad del sur. Giselle Monzón comenta que nuestra visión no es la que tiene el mundo de lo que sucede en Latinoamérica, de nuestra lucha por salir adelante, unidos, sin que alguien se interponga en el camino. La visión que brindan los grandes medios internacionales acerca de nuestra realidad es risible y ridícula. A nuestro país el documental lo aborda mediante una entrevista a Raúl, que se presenta al final. Cuba no es la esencia; Oliver la enfoca como la isla que siempre ha estado en la lucha que ahora llevan a cabo otros pueblos de América.
—¿Cómo fue el proceso de selección del cartel?
—Oliver Stone tiene productores latinoamericanos que estuvieron en Cuba y visitaron el lobby del ICAIC, donde está la colección de carteles de películas cubanas clásicas. Les gustó mucho, a pesar de tener en sus manos excelentes propuestas venezolanas y norteamericanas, todas basadas en fotografías, los carteles más tradicionales en Hollywood…
«Sara Vega, coordinadora y organizadora en el ICAIC, contactó a cuatro de los que trabajamos en el Instituto, nos reunieron para ver una copia del documental y nos dieron una semana para elaborar propuestas, todas las que quisiéramos.
«Al principio estábamos entusiasmados, pero cuando tuvimos que enviar los trabajos para Los Ángeles, “aterrizamos” y nos dimos cuenta de que no era tan fácil como nos habíamos imaginado, de que la competencia sería fuerte. Sin embargo, escogieron finalmente el de una cubana».
—¿Por qué usaste colores como el rojo y el negro?
—El rojo es el color de las revoluciones. A mí no me gusta esquematizarlo porque el rojo puede significar muchas cosas, pero es un color muy llamativo y tiene una connotación de revolución. En el caso del cartel, que representa un tema tan punzante, con espinas, pues el rojo es el color que mejor venía. Por otro lado, en el documental se hace especial énfasis en él a partir de la imagen de Chávez. Es definitivamente el color de la izquierda.
«El negro fue cosa de contraste y de crear la imagen de ese ambiente oscurecido que rodea a los procesos revolucionarios en América Latina».
—¿El cartel que acompaña a un material audiovisual debe responder estrictamente al concepto del realizador, o los diseñadores se pueden tomar ciertas libertades expresivas?
—Normalmente debe responder al tema. Nosotros hacemos una interpretación de una pieza cinematográfica y la llevamos a una sola imagen. Esto resulta bien difícil porque debemos abarcar todo un material audiovisual, que muchas veces no trata un único tema. Por ejemplo, en el documental de Oliver Stone se aprecia por un lado el movimiento antiimperialista, por otro la unión latinoamericana y por un tercero las diferentes visiones de los medios de comunicación masiva en torno a la realidad. Se muestran muchas aristas. Y todo ello debía ser condensado en una imagen, o de lo contrario tomar una arista de ellas como guía fundamental. Aun así resulta complejo.
«De todas formas, el enfoque cubano exige buscar la esencia, el concepto del documental, aunque siempre tratando de no revelar lo que pueda pasar en el audiovisual. La función del cartel es la de gancho, la de atrapar al espectador y crearle esa sensación de inquietud, de curiosidad.
«Lo que buscábamos con el nuestro era reproducir la imagen que Oliver Stone quería dar a conocer a través de su documental; y más allá de la estética, esta representación conceptual es lo que definía mejor al audiovisual».
—La cartelística cubana se ha distinguido por mostrar una vertiente más conceptual…
—Es cierto. Los cubanos trabajamos el cartel (sobre todo serigráfico) de una manera muy conceptual, pero a veces la propuesta no llega a todo el público. Los productores muchas veces buscan una manera más fácil de enganchar al espectador a través de la fotografía, utilizando una imagen impactante, y no un cartel que haga reflexionar, aun cuando pueda ser interesante.
—¿Qué importancia tiene para la cartelística nacional que una diseñadora cubana colabore con un director del calibre de Oliver Stone?
—No poca. Sabemos que no vamos a cambiar la mentalidad del mundo con nuestros carteles, pero sí podemos aspirar a que de alguna manera se reconozca el cartel cubano que se está haciendo ahora, y que la historia no se quede en lo que se hizo durante las décadas de los 60, 70 u 80. Que se sepa que en la Cuba actual se están haciendo carteles y que es gente joven la que los está elaborando.
«No creo que vayamos a irrumpir en el mundo con la estética del cartel cubano, lo que sí estoy segura de que dentro del Festival de Venecia, donde se estrenó Al sur de la frontera, marcó una diferencia. Hubo otros, brillantes, de diseñadores europeos y norteamericanos, pero la racionalidad y la síntesis que tiene este cartel no forma parte del canon estético por el cual se rige en la actualidad el diseño de carteles a nivel mundial».
—¿Qué momento vive la cartelística nacional?
—Ahora está en un buen momento porque el ICAIC, siempre a la vanguardia, intenta continuar con la producción de carteles. Y motiva a los jóvenes diseñadores a que se acerquen a esta práctica, como sucede con la Muestra de los Nuevos Realizadores y los estudiantes del Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI), quienes diseñan los carteles de la misma.
«El cartel cubano, desde hace algunos años, se encuentra en un proceso de revitalización. Hay, ahora mismo, un movimiento como para que la cartelística se mantenga y avance. Creo que debemos aprovecharlo y aspirar a que se reconozca el cartel cubano y a los jóvenes que están colaborando en ello».