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Buena literatura... y lo demás es bobería

Al decir de la narradora, ensayista y bibliotecaria, para escribir en correcto español, los paradigmas literarios deben corresponderse con los escritores en nuestro idioma

Autor:

Juventud Rebelde

Para escribir en correcto español, los paradigmas literarios deben corresponderse con los escritores en nuestro idioma, llámense Benito Pérez Galdós o Virgilio Piñera. Si no, los textos pudieran correr el riesgo de parecer malas traducciones de Carver o Bukovski. Esther Díaz Llanillo (narradora, ensayista y por añadidura bibliotecaria) con su Borges a cuestas nos entrega buena literatura, estilo propio, lenguaje, cultura... y encima... cosas que decir de un mundo extraño, pero que muy extraño.

—Si un lector hipotético le tocara a la puerta y le preguntara, de sopetón, de dónde usted saca esas historias, que cualquiera consideraría, como mínimo, fuera de lo común, usted le diría que...

—De la imaginación en muchos casos, de la observación de los demás y de mí misma, así como de todo aquello que, bajo la apariencia de lo cotidiano, pudiera esconder un misterio o el absurdo.

—Muchos años, más de 30, sin publicar ni una línea... ¿Usted lo llamaría autocensura o...?

—¡Autocensura! Es una palabra muy fuerte. Yo diría mejor búsqueda y aplazamiento. Búsqueda, porque a finales de los años 60, cuando se valoraba una literatura de contenido social, yo subvaloré mis cuentos, pues al ser tan imaginativos estimé que no tenían nada que decir a los demás, e intenté escribir relatos que se acercaran a otros patrones, sin éxito alguno. Mi sensibilidad era otra. Surgió entonces el aplazamiento (aunque yo no estuviera muy consciente de ello) y dejé de publicar. El reencuentro con mi auténtica sensibilidad surge cuando, tras un intenso sufrimiento moral, a modo de catarsis, escribo en la soledad de mi casa dos cuentos breves: La Tía y La Resolución (¿1992 o 93?, no tengo el dato preciso), el primero, un relato fantástico, y el segundo, un cuento del absurdo. Por suerte para mí los tiempos habían cambiado y fui rescatada gracias a la antología Estatuas de sal (1996), compilada por Mirta Yáñez y Marilyn Bobes, donde aparece mi cuento Anónimo, incluido en mi primer y único libro de relatos publicado hasta ese instante: El Castigo (Ediciones R, 1966). La Gaceta de Cuba da a conocer en 1997 La Tía y La Resolución, así como otro cuento más, porque continué creando con verdadero fervor, y se edita en 1999, por Letras Cubanas, mi libro Cuentos antes y después del Sueño (cuya segunda edición acaba de aparecer), donde el Sueño simboliza para mí (no así para el lector) los treinta y tantos años que estuve sin publicar. Por algo se inicia con este pensamiento: «Durante el sueño de la creación siempre hay latente un creador».

—Alguien dijo de Cortázar algo parecido a esto: su concepto de lo fantástico consistía en hacer realidad los sueños de la neurosis. ¿Usted qué pretende hacer en sus cuentos?

—Canalizo en ellos mis estados afectivos: los buenos y los no tan buenos. Disfruto sometiéndolos al poder de la imaginación. Los transformo y les doy salida mediante las palabras. Algún que otro sueño me ha inspirado, también algún golpe de vista de la realidad; fobias, ansiedades, penurias y alegrías, curiosidades varias se mezclan en ellos. Volviendo a Cortázar, yo diría que lo fantástico está a la vuelta de la esquina o dentro de nosotros mismos esperando a que lo sepamos atrapar o experimentar; ya seamos cuerdos, locos o neuróticos, solo hace falta tener el don. Por cierto, debo aclarar que el término «neurosis» va cayendo en desuso.

—Yo, como lectora, disfruto de sus narraciones porque hurga en los demonios de las personas comunes y corrientes. Supongo que Esther Díaz Llanillo tenga algunos demonios. ¿Se atreve a soltar alguno en esta entrevista?

—Como toda persona común y corriente tengo también mis demonios. Ellos son: el temor a la muerte y a la soledad (aunque se esté en compañía). Asoman sus cabeza en algunos momentos a la largo de mi obra. Pero, ¿no son estos también demonios universales? Quizá por eso atrapan a mis personajes en su mundo diabólico y pudieran interesar, y eso deseo, a mis lectores.

*Esther Díaz Llanillo (La Habana, 1934) ha publicado El castigo (Ediciones R, 1966), Cuentos antes y después del Sueño (Letras Cubanas, 1999; 2007), Cambio de vida (Letras Cubanas, 2002). Tiene inéditos Los Rostros y El vendedor de cabezas.

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