En el acto inaugural el ministro de Cultura Abel Prieto expresó que el conjunto escultórico habla de resistencia, lucidez, ética y dignidad
Con la noche helada como telón de fondo, las curvas de acero vestidas de color rojo atrapaban la vista. Era como si un niño travieso hubiera dibujado en el aire, apenas sin levantar su lápiz gigante, la figura de un monstruo soltando lengüetas de fuego contra el hombre más humilde de la tierra. Un hombre que tan solo tiene entre sus manos, para defenderse, una bandera, la nuestra.
Ese ha sido un regalo que el gran arquitecto y revolucionario brasileño Oscar Niemeyer (Río de Janeiro, 1907), nos hace a todos los tercos, los esperanzados, y sus inicios se remontan a los años noventa del pasado siglo, cuando el artista confesó su deseo de regalar a Fidel una obra que reflejara la resistencia de Cuba ante el poderío imperial.
El anhelo del creador comenzó a corporizarse en el año 2003, y en 2006 el Comandante en Jefe le propuso que la escultura tuviera como destino a la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI). Como el gran arquitecto le tiene pánico a montar aviones, una delegación cubana viajó hasta su casa en Brasilia para ver los detalles de la plaza que estaba por nacer. Todo eso hizo posible que ahora la metáfora de Goliat contra David se levante, desde un espejo de aguas, hacia lo infinito del cielo.
Con razón en el acto inaugural de la Plaza Niemeyer que tuvo lugar en la noche de este lunes, nuestro ministro de Cultura Abel Prieto expresó que el conjunto escultórico habla de resistencia, lucidez, ética y dignidad. Porque la historia que hay detrás de esta nueva obra sumada al patrimonio artístico de la universidad del futuro, alude a las luchas y a los anhelos de hombres como Martí, Fidel, Niemeyer, cuya fe en la solidaridad es inconmensurable.
En el caso del arquitecto, como recordó Abel, para probarlo estuvo junto a nosotros y quiso regalarnos un monumento que abordara el tema del bloqueo, cuando la Historia parecía tener fin, se descabezaban las estatuas y los arrepentidos del socialismo deseaban ser perdonados.
El acto, que se hizo acompañar de danza y música exquisitas —cerró en punto muy alto con fragmentos de la Misa Cubana a la Caridad del Cobre, de José María Vitier—, contó con la presencia de los miembros del Buró Político Pedro Sáez y Concepción Campa; además, integrantes del Secretariado del Comité Central; Carlos Valenciaga, miembro del Consejo de Estado; invitados a la II Conferencia Internacional Martí por el equilibrio del mundo, así como familiares de Niemeyer junto a estudiantes universitarios, constructores y artistas de la plástica cubana.
El Ingeniero Melchor Gill Morell, rector de la UCI, agradeció a Fidel por su idea de ubicar la escultura de Niemeyer en ese centro de altos estudios que en su primer acuerdo de este año, ha decidido otorgar al arquitecto el reconocimiento Hombre del Futuro en su edición de oro, el cual será entregado personalmente al artista.
Hermosas palabras pronunció en la velada el destacado intelectual brasileño Frei Betto, quien confesó que «es una gracia, un privilegio» ser contemporáneos de Niemeyer, y resaltó dos cualidades del infatigable comunista: su coherencia revolucionaria y su humildad, palabra que viene de «humus», que significa andar con lo pies en la tierra.