Algunos no le auguraban larga vida. El escepticismo de otros no les deja aceptar la evidencia de que existe cantidad y calidad suficiente para sostener una muestra anual contundente y convincente. Lo cierto es que la Muestra Nacional de Nuevos Realizadores celebrará su sexta edición, desde hoy y hasta el domingo, en sus espacios habituales del cine Chaplin, 23 y 12, Centro Cultural Cinematográfico y la sala Titón, del 5to. piso del ICAIC.
Las 33 obras que se estrenan —23 documentales, seis de ficción y cuatro animadas—, que se encuentran en la llamada Muestra Principal, o competitiva, se exhibirán para todo el público, sin necesidad de credenciales, en el cine Chaplin, en tandas a las 5:00 p.m., 8:00 p.m. y 10:00 p.m. Dichas obras proceden de seis provincias (sobre todo de Ciudad de La Habana por razones obvias), fueron dirigidas por 40 nuevos realizadores y realizadoras, con un promedio de edad de 29 años, y conste que la aclaración del sexo no intenta satisfacer el peliagudo tema del lenguaje de género, sino que más bien pretende destacar la presencia de siete directoras noveles en el mapa audiovisual cubano. Tal insurgencia merece la mayor atención, puesto que la mirada femenina desde posiciones directrices ha sido, desde siempre, una asignatura pendiente o, de hecho, suspensa, en el contexto del ICAIC.
Al documentalista Oscar Valdés está dedicada esta sexta Muestra. Como todos los años, la Muestra se dedica a una figura cardinal en la historia del cine cubano, esta vez aOscar Valdés. Habrá un homenaje retrospectivo (con la proyección de los muy estimables Vida y muerte en El Morrillo, Vaqueros del Cauto, Rita y El extraño caso de Rachel K, en el Chaplin, siempre a las 2:00 p.m., del 21 al 23); una exposición fotográfica titulada Oscar Valdés: obsesiones de un cineasta singular, y un encuentro de recuerdos y valoraciones, el viernes, a las 2:00 p.m., en el Centro Cultural del ICAIC, con una parte del personal técnico y artístico que laboró en la obra de este destacado cineasta. Las secciones colaterales, por lo menos las dedicadas a exhibir excelentes filmes de realizadores coetáneos de otros países (los principales productores de Latinoamérica y Europa, además de Canadá, Ecuador, Estados Unidos, Grecia, Perú, Guatemala, Bélgica, Bolivia, Namibia, Gabón, Finlandia, Bulgaria, Israel, Croacia, Turquía, Corea del Sur, Uruguay, Australia, Sudáfrica, Palestina e Irán, entre otros) se ubican en el 23 y 12, en tandas a las 10:00 a.m., 2:00 p.m., 4:30 p.m., 7:00 p.m. y 9:30 p.m. En este sentido, merece destacarse, por su excelencia en muy diversos sentidos, la presentación especial del largometraje documental mexicano En el hoyo, como apertura de la Muestra, en el Chaplin, esta tarde, a las 2:00 p.m.
Respecto al contenido de la Muestra Principal, que viene a ser el pollo del arroz con ídem, se hace patente también en Cuba el fenómeno del gran auge mundial del documental, apogeo que obedece a cambios fundamentales en la producción, distribución y exhibición, significativa metamorfosis muy relacionada con la preeminencia de las nuevas tecnologías. Si bien el año pasado, en estas mismas páginas, aseguraba que «los mejores tiempos del documental cubano parecen haber quedado en la etapa que abarca de mediados de los 70 hasta los 80», mucho me agrada desdecirme parcialmente este año: la Muestra presenta algunos atisbos particularmente sugestivos. No es que de golpe y porrazo se hayan solucionado las dificultades que apuntábamos (problemas de producción, confusión de los realizadores respecto al reportaje televisivo de ocasión, violación del punto de vista y de principios dramatúrgicos elementales, exceso de didactismo y de convenciones expositivas como la entrevista...) pero sí es evidente la profundización en la realidad nacional a través de un género hondamente noble, y de apreciable eficacia social. Además, sus costos resultan, por lo regular, menores que los de la ficción (no requiere guionistas, ni grandes equipos de rodaje, ni iluminación aparatosa, ni actores, ni escenografía) y se las arregla para proveer información de primera mano sobre un suceso real, ya sea de manera poética o reflexiva, irónica u observacional, directa o participativa.
En esta sexta edición de la Muestra sorprende la cantidad y calidad de buenos documentales que se incluyen en la Muestra Principal. De manera similar al modo en que sorprendieron e impactaron algunos de los primeros y los últimos ejemplos de la historia del cine cubano, pasando por las filmografías de Santiago Álvarez, Nicolasito Guillén Landrián, Oscar Valdés, Marisol Trujillo o Enrique Colina —aclaro que la selección de nombres ilustres está regida por mis preferencias personales— estamos en presencia de obras que emprenden búsquedas críticas o reveladoras de lo inmediato y lo distante, lo contingente y lo evasivo. Buscándote Havana, de Alina Rodríguez; Las camas solas, de Sandra Gómez; Compás de espera, de Beny Ray; Protectoras, de Daniel Vera; y De Generación, de Aram Vidal, instrumentan con agudeza la intervención social del creador, con intención de socializar el conocimiento sobre un tema, o desde el propósito de favorecer la turbulencia y la polémica en torno al asunto escogido. Los títulos mencionados emplean más o menos a fondo, según el caso, la mayor baza de triunfo de un documental: problematizar el entorno, complejizar la existencia del cubano, plantar un espejo revelador de lo que es poco conocido, y terminar revelando circunstancias muchas veces dolorosas, discutibles, ásperas, más allá de la mera propaganda, o de la divulgación concebida para apaciguar la digestión de los conformistas. Buscándote Havana y Las camas solas refuerzan la sensación del espectador de estar asistiendo a lo hechos mostrados tal como ocurrieron, sin embellecimiento ni artificio de ninguna índole.
Hay otros títulos que se orientan más al espectáculo, y se dejan llevar por dimensiones emotivas del relato, además de ostentar las opiniones sólidamente conformadas de los personajes, con la consiguiente profundidad y rigor en la exposición del punto de vista, como ocurre con Model Town (enaltecida por un notable trabajo en el guión, la fotografía, el sonido y el empleo de material de archivo) de Laimir Fano, Malegría, donde Marcelo Martín y Daniel Diez hacen méritos en el género de la entrevista filmada e ilustrada en imágenes en su conversación con el cantautor Manu Chao; Camaleón, de Liván Magdaleno y Abel Raymond, curiosa vuelta de tuerca al tema de quiénes somos y qué significa ser cubano; Invierno, de Roberto Renán, regreso a la mejor vena del lirismo característico en las realizaciones de Televisión Serrana; Timbalito, crónica inteligente de Annette Pichs sobre la vida cotidiana, los ideales, y el sentido de futuro, o de presente continuo, en el barrio homónimo de Camagüey.
Cartel de la película Personal belongings, de Alejandro Brugués. No son los nombres antes relacionados los únicos que pueden mencionarse cuando se habla del audiovisual joven cubano. Hay muchos otros, y aunque este año la estrella parece ser el documental, las diferentes secciones proponen nada menos que tres largometrajes provenientes del llamado cine independiente, es decir, de obras cuya producción cuenta con muy escaso o ningún apoyo logístico del ICAIC. Concursa Personal belongings, de Alejandro Brugués, mientras que se exhiben fuera de concurso, porque ya han culminado sus recorridos de exhibición ante auditorios nacionales o internacionales, Así de simple, de Carolina Nicola y Mañana, de Alejandro Moya.
Tanto las limitaciones de recursos como los desasosiegos existenciales que manifiestan las historias «pequeñas» puestas en escena por los realizadores (Brugués, Nicola y Moya fungen también como guionistas de sus filmes) inclinan estos largometrajes a temas no demasiado tratados por el cine de la Isla. Suelen asomarse a los universos de la intimidad y la cotidianidad, al amor de pareja y las tensiones familiares, a las decisiones individuales que afectan el futuro y la existencia toda de los protagonistas (regularmente muy jóvenes), sin olvidar el grado de pertenencia y compromiso respecto a la inmediatez. Personal belongings, Así de simple y Mañana, pero también Stand-By, de Carlos Machado, y Gozar, comer, partir, de Arturo Infante, por continuar en el tema de la ficción, le dan continuación, desde los tonos y matices personales que le confieren sus hacedores, a temáticas y tratamientos similares a los vistos en importantes títulos del cine cubano clásico e irrecusablemente profesional como Madagascar, de Fernando Pérez; Nada, de Juan Carlos Cremata, o Papeles secundarios, de Orlando Rojas, por solo mencionar tres películas orientadas por parecidas brújulas.
De izquierda a derecha, fotogramas de Así de simple, de Carolina Nicola; Erpiromundo, animación de Ernesto Piña Rodríguez; Mañana, Alejandro Moya y Stand -By, Carlos Machado.
Provenientes del propio cine, de la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte, de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, de la televisión —ya sea de sus cuatro canales nacionales o de los telecentros— o simplemente impulsados por una vocación irrefrenable que los compulsa a obtener una cámara y una computadora donde editar, los jóvenes cubanos están asumiendo la responsabilidad de no dejar que pasen los años sin grabar en cualquier soporte el correspondiente testimonio de lo que significa ser y estar en Cuba, hoy por hoy.