La presencia en las comunidades ha sido una constante para los miembros del proyecto. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 15/09/2025 | 09:34 pm
GIBARA, Holguín.— Cuando confluyen la voluntad y el esfuerzo colectivo en pos de la creación, al amparo del mar y el misticismo de un pueblo de película, como lo es Gibara, los resultados de quienes apuestan por nuevos retos son tan palpables como la esencia del salitre que inunda el lugar.
En ese municipio de la provincia de Holguín surgió, en el año 2010, el proyecto Voces del Audiovisual, con el propósito de estimular la participación de infantes y adolescentes en el tratamiento a problemas comunitarios y avivar sus conocimientos en materia de conservación patrimonial.
Todo comenzó con una estrategia enfocada en fomentar talleres de creación de audiovisuales, que tuvo su origen en el contexto del Festival Internacional de Cine Pobre, evento distintivo de la Villa Blanca que aglutina a exponentes de la cinematografía nacional y foránea.
«En ese espacio se filmó el primer material, titulado Niños del presente, que fue un testimonio físico creado sobre la base de la experiencia gibareña durante el paso del huracán Ike. A partir de ese momento, comenzó el vínculo y nos ganamos un lugar en ese evento cinematográfico», dijo Bárbara López Hernández, directora del proyecto.
La también coordinadora de los talleres de creación audiovisual en las jornadas de Cine Pobre explicó que su quehacer se sustentó, además, en el apoyo y la participación directa de distintos organismos.
SOBRE LOS PRIMEROS PASOS
Que el cine sea una forma de vida desde edades tempranas motiva al crecimiento de Voces del Audiovisual. Foto: Cortesía de los entrevistados.
Sus iniciadores recuerdan el empirismo que caracterizó el comienzo del proyecto, matizado por juegos lúdicos y participativos. Era visto como novedad el empleo de cámaras, trípodes y luces, lo cual caló profundamente en la motivación de los infantes, quienes comenzaron a descubrir un nuevo mundo.
Los encuentros se coordinaron para que no coincidieran con el horario escolar, mas, llegó el momento en el que se necesitaba un extra para materializar las grabaciones previstas y aplicar con el ejercicio práctico lo aprendido en los talleres.
«Básicamente, la intención era que conocieran de Gibara, el lugar donde vivían, para reflejarlos a través de los materiales. Tener el propósito de informarse e informar fue muy interesante. Los presentamos en Gibaravisión y también en las comunidades», dijo Bárbara.
La líder del proyecto reconoce que fueron tocando puertas y enamorando personas, hasta lograr darse a conocer, sorteando las limitantes del fatalismo geográfico que significa estar a alrededor de 33 kilómetros de la capital provincial. Entre altas y bajas, han sabido salir a flote con la premisa de reinventarse con el paso del tiempo.
«Para no decaer ante las adversidades, también hemos incursionado en la fotografía, talleres de teatro, para incorporar la disciplina en las grabaciones. Han sido tantas cosas en las que hemos contado con muchísimos apoyos, como el del Centro Martin Luther King», dijo la líder.
DE LA MANO DE LOS JÓVENES
Acercar a los infantes al empleo de las nuevas tecnologías también es una de sus misiones. Foto: Cortesía de los entrevistados.
En más de una década de trabajo, el proyecto ya cuenta con cuatro generaciones de niños que hoy son jóvenes y continúan vinculados en función de mentores de los pinos nuevos que se suman. Ahí radica uno de los principales logros de Voces del Audiovisual: lograr que el crecimiento, además de personal, tenga un enfoque colectivo.
Tal es el caso de Ada María Bruceta Córdova, periodista del telecentro municipal Gibaravisión, quien comenzó en el proyecto cuando cursaba el sexto grado y formó parte de la segunda generación.
«Son momentos que nunca se olvidan. Baby nos ha brindado mucho. En mi carrera me sirvió lo aprendido en asignaturas como Periodismo
Audiovisual y Guion de Radio. Ya estoy graduada y sigo colaborando como maestra de la nueva generación que está creciendo.
«Nacimos con el Festival de Cine Pobre y siempre hemos estado ligados a él. En un lugar donde el séptimo arte es tan importante, ya cumplimos 15 años y hemos llegado hasta aquí con muchos momentos de aprendizaje, tanto de cine como la vida.
«Mi sobrino forma parte de la nueva generación y siento mucho orgullo de eso. El 8vo. Festival de la Niñez y la Adolescencia que se desarrolló en Gibara, también es el fruto de nuestro trabajo. La forma de ser de Baby nos ha permitido llegar hasta aquí, con resultados y propósitos».
Así lo confirma Klaus Manuel Pérez Tamayo, realizador independiente, tallerista de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, y productor del
telecentro, quien se vinculó a Voces del Audiovisual en 2009, con apenas diez años, formando parte de su génesis.
«El cineclub fue y es una escuela para cada uno de los que formamos parte de su cantera. Me facilitó las herramientas para mi desarrollo profesional y personal al incrementar mi expresión y desenvolvimiento en la sociedad. Es un proyecto que te enamora del arte.
«Se destaca por ofrecer posibilidades a sus integrantes de desarrollar todo el proceso creativo, desde la preproducción hasta la posproducción, donde el niño o adolescente es quien escribe el guion, lo produce y lo culmina. Brinda la oportunidad de convertirnos en cineastas».
LA META ES PERDURAR
El papel que desempeñan los jóvenes en el proyecto es tan vital y enriquecedor como la propia vida de Voces del Audiovisual, pues mantienen viva la llama de la educación, según señaló Lázaro Abel García Gómez, otro de los periodistas que encontró su camino en ese incansable grupo.
«Pienso que el mayor reconocimiento que podemos haber tenido es que se conozca de nuestra existencia, la posibilidad de participar en espacios de barrios y comunidades», aseguró Bárbara, quien ha sido imprescindible en la obtención de los múltiples logros que hoy atesoran sus muchachos.
Por eso la meta es perdurar, a pesar de cualquier obstáculo o limitación, para seguir siendo un referente de formación y trabajo con las nuevas generaciones. El audiovisual tiene en Gibara, un pueblo costero del oriente cubano, a una cantera valiosa para sus filas.