El Gobierno de Estados Unidos. Autor: Adán. D. Publicado: 18/01/2025 | 10:21 pm
Aceptación y desconfianza son dos vocablos contrapuestos que, en dependencia del contexto, pueden definir una postura. Sin embargo, hoy ambas palabras resumen el criterio de los más jóvenes sobre las decisiones anunciadas en fecha reciente respecto a Cuba por el Gobierno de Estados Unidos, en el ocaso de la presidencia demócrata de Joe Biden.
Hay razones y argumentos históricos para que las nuevas generaciones de cubanos entiendan lo positivo de este cambio y, a la vez, miren con suspicacia hacia el futuro. ¿Por qué demorar tanto en dar el paso? ¿Cuánto daño siguen causándonos? ¿Serán estos leves cambios, acaso, duraderos? Estos y otros son cuestionamientos que subyacen en cualquier charla cotidiana.
Saben los jóvenes que la decisión de retirar a Cuba de la perversa lista unilateral de Estados, supuestamente, patrocinadores del terrorismo, unido a la prerrogativa presidencial para impedir que se puedan tomar acciones en tribunales estadounidenses amparadas en el Título III de la ley Helms-Burton, y la de eliminar la lista de entidades cubanas restringidas, no es un favor que nos hacen. Resulta un acto tardío de justicia hacia nuestro país.
En todo caso, dice a Juventud Rebelde el estudiante de historia Ariel Antonio Fernández, deben ser Estados Unidos y sus aliados extremistas quienes encabecen una supuesta lista del terrorismo por las consecuencias y el filo ensangrentado de sus actos.
Para las nuevas generaciones, esta ha sido otra batalla ganada por el heroísmo y la resistencia popular, pero que tampoco suprime la causa primaria de nuestros problemas: el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto hace más de seis décadas.
Tras más de medio siglo, la vieja política permanece inamovible frente a los ojos del mundo, que pide abrumadoramente, año tras año, sea levantado de forma definitiva ese instrumento que se yergue bochornoso como el sistema de sanciones económicas más duradero de la historia.
Téngase en cuenta que el Presidente saliente de la Casa Blanca hizo poco por aliviar el peso del bloqueo en los últimos cuatro años. Por ello, Andrés Carvajal Elena, joven profesor de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría, asegura que los nuevos anuncios tienen dos significados para su generación.
Primeramente, afirma, contienen un sentido medianamente esperanzador, aunque debemos esperar a ver cómo actúa la Administración de Donald Trump, de quien ya conocemos muy bien su línea respecto a Cuba.
Lo segundo, enfatiza, es que pierde total credibilidad para los jóvenes la lista de Estados supuestamente patrocinadores del terrorismo, al confirmarse que se trata de otra ficha política. Ahora entendemos con mayor peso el carácter manipulador y poco verídico del dichoso listado donde Cuba nunca debió estar. Todo lo contrario: siempre hemos sido una nación garante de paz, respetuosa y digna, agrega.
Que nadie olvide que durante la pandemia de la Covid-19 el Gobierno estadounidense le negó a Cuba algo tan elemental para la vida como el oxígeno. Sin pudor pretendieron asfixiarnos aún más y apretaron la rosca buscando colapsar cada espacio.
Ha sido feroz el acoso comercial y financiero a nuestro país en los últimos tiempos producto de la infame lista —recuerda Andrés—, quien cree que de mantenerse la decisión adoptada debe traer efectos positivos en el corto y mediano plazo.
Aunque, de igual forma, está consciente de que solo hablamos de una ínfima parte de todo lo que pudiera hacer la Administración estadounidense en beneficio de los cubanos.
Victoria del pueblo y la diplomacia
Esta decisión limitada llega tarde teniendo en cuenta que fue una de las promesas hechas por el actual presidente del país norteño, Joe Biden, durante la campaña electoral que lo llevó a la Casa Blanca, comenta Beatriz Eugenia Jerez, estudiante de 1er. año del Instituto de Relaciones Internacionales Raúl Roa.
La noticia casi nadie la esperaba, por lo que causó un impacto real en la gente y los principales medios de prensa, asevera.
Ahora se trata de seguir avanzando en el desarrollo del país con un par de trabas menos. Así lo interpreta buena parte de la gente, aunque no les agrade escucharlo a las fieras de sentir anticubano que solo ladran para hacer prosperar su negocio pidiendo mayores castigos.
Por eso, cree Beatriz que en medio del escenario tan hostil forjado al sur de la Florida, esta fue también una victoria diplomática que nos enorgullece por el impacto que tendrá en las familias.
No obstante, hace hincapié en que el bloqueo, sus consecuencias y efectos continuarán siendo duros. No nos engañemos: todavía queda mucha pelea por dar en los ámbitos social y de las relaciones internacionales, expresa.
No creo que la decisión haya sido tomada de «buena voluntad» —aclara—, cuando los derechos fundamentales de millones de cubanos son violados hace décadas con la implementación de medidas unilaterales como el bloqueo.
En lo personal, siento que es el reinicio de un camino a la coerción por otras variantes, en vísperas de que asuma la presidencia una Administración
republicana que es conocida por su agresividad contra la Revolución, dijo la joven.
Entre el falso humanismo o la frontalidad, lo que siempre debe quedarnos claro son las pretensiones anexionistas de Estados Unidos, las que disfrazan y enmascaran a veces en «buenas voluntades», pero tienen incluido el trasfondo del sometimiento, comenta.
Si perdurarán o no estos cambios resulta impredecible en el tiempo, porque la Administración entrante puede hacer retroceder las decisiones durante el período. Ya sabemos —explica Beatriz— que la visión trumpista hacia Cuba viene a ser la misma de su primer mandato, ahora más influenciada por la cercanía en su círculo de poder político del ya anunciado como próximo secretario de Estado, Marco Rubio.
A partir de ello, no es difícil intuir que los métodos de asfixia económica, comercial y financiera cambien poco a poco a otros supuestamente más efectivos y que cumplan con los objetivos planteados desde la política de «la fruta madura».
Aun así, el pueblo cubano continuará venciendo, asegura el joven habanero Maikol Arrechavaleta, quien precisó que es hora «de cambiar algunas medidas infames después de cuatro años sin mover un solo ápice del odio promovido por Trump en su primer mandato contra nuestro país».
Y es hora de que hagan lo mismo con el bloqueo, y que paguen por todo el daño causado durante más de 60 años. Son muchas las pérdidas económicas, las dificultades y las carencias que hemos vivido. Solo un pueblo como el cubano podría salir adelante bajo esas difíciles condiciones, agrega.
La resistencia mantenida con inquebrantable dignidad ante el bloqueo genocida no la tendría ningún país; únicamente una nación socialista podría aguantar semejante guerra, dice. Después de 66 años, no es casual que estemos aquí guapeando y ganando batallas sin canjear nuestros ideales. Cuba sola se ha abierto paso frente a la prepotencia imperial porque lleva delante la fuerza inobjetable de los principios y la verdad.