Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Para que siempre amanezca

Se pueden sacar fuerzas, luchar contra el cansancio y salir adelante. Así lo creen, al cerrar 2024, muchos cubanos, quienes apuestan por mejoras económicas, el fin de los apagones y de todo aquello que entorpezca sus vidas

 

Autores:

Osviel Castro Medel
Yahily Hernández Porto
Adianez Fernández Izquierdo
Lisandra Gómez Guerra

Es difícil encontrar en Cuba una persona que niegue que este ha sido uno de los años más difíciles para el país desde la irrupción del llamado período especial.

A la complejísima situación económica, que incluye una inflación galopante, escasez y precios astronómicos, entre otras dificultades, se añadieron en 2024 el azote de dos huracanes (uno dejó ocho fallecidos y dos desaparecidos), tres sismos fuertes, varias desconexiones del sistema eléctrico nacional y otros factores vinculados con el arreciamiento del bloqueo, un factor que no es un cuento de caminos.

Pese a todo eso, nuestra nación no fue devorada por el Águila, como habían pronosticado ciertos agoreros, aunque esa admirable cuota de resistencia tiene costos y hace estragos.

«Es como si cada día nos hubieran puesto una prueba de fuego», dice como queriendo resumir lo vivido durante estos 12 meses María Vázquez Fonseca, doctora en una institución de Salud Pública, en Bayamo.

Ella, a sus 35 años, considera que «hemos aprobado cada examen, pero existe un lógico desgaste; por eso hay que tratar de que las necesidades sean menos lo más rápido posible y especialmente en sectores como la salud y la educación».

Una visión similar tienen muchos que el Diario de la Juventud Cubana entrevistó para conocer cómo encararon el año que se nos va y cuánto se debe hacer para tener un 2025 con menos espinas.

No se trata de «conformismo»

Ricardo Castellón es un espirituano de 28 años que le ha dado «el pecho a la situación», como él mismo dice.

«Cuando terminé el técnico medio en elaboración de alimentos trabajé un tiempo en el lugar donde me ubicaron, pero ganaba muy poco. Entonces me fui con un tío para Mapos, en el municipio de La Sierpe. Sembré arroz por dos años y con el dinero que hice regresé para Sancti Spíritus invertí en mi cafetería y arrendé dos bicitaxis.

«Con la llegada de los apagones dejé de vender muchas cosas porque se me echaban a perder por la falta de electricidad. Incursioné entonces en las pizzas y me va mejor. Nada, que nosotros los cubanos somos así por naturaleza, no nos dejamos caer».

Su historia, de algún modo, está multiplicada en otros resilientes, que se han adaptado a las adversidades y tensiones.

En la propia tierra del Yayabo la sicóloga recién graduada Yarely Gómez expone que «aunque el día amanezca oscuro, los seres humanos tenemos la capacidad de pensar cómo mejorarlo. A veces el contexto suele ser hostil, pero apostar por una sonrisa, un “buenos días” y por hacer sentir bien a tus circundantes te permite tener mejor claridad para encontrar las alternativas y disipar un tanto los contratiempos».

Para esta especialista del Centro provincial de promoción de salud no se trata de «conformismo», pues «nadie se conforma sin servicio eléctrico durante casi todo el día o sin el transporte para llegar a tiempo a donde desees. Hay que lograr un equilibrio entre lo que tengo y lo que puedo lograr. Ahí aparece la resiliencia».

Algo parecido piensa su coterránea Lorena Simón, quien logró culminar sus estudios universitarios pasando por un embarazo y la consiguiente llegada de su hijo. «Pensé que no podría hacer la prueba estatal, porque estudiar y trabajar al mismo tiempo no es fácil, a eso súmale los constantes apagones, las colas interminables para adquirir el gas y extraer dinero de los cajeros cada semana, pero mi niño me dio la fuerza y logré convertirme en la primera licenciada de mi familia».

Quizá la respuesta del Máster en Ciencias Alejandro Batista Martínez, joven director del instituto preuniversitario Comandante Ernesto Guevara, en Caimito, provincia de Artemisa, sintetice todo lo anterior: «El cubano saca fuerzas de donde aparentemente no las hay y sigue adelante, no se rinde. Ejemplos tenemos en nuestra historia que nos han condicionado genéticamente para luchar y vencer. No cansarse es la clave, ir como el Quijote, desafiando molinos de todo tipo».

Que no muera la esperanza

Eliminar el excesivo burocratismo, terminar con los irritantes apagones, mantener viva la unidad, aumentar la producción nacional, acabar con la corrupción, mejorar la enseñanza de la historia, seguir con la independencia nacional sin hacer concesiones y disminuir al máximo la inflación fueron algunos de los anhelos en los que coincidieron los entrevistados por Juventud Rebelde.

«Camino a 2025 no se pueden perder las conquistas de la Revolución. Hay que continuar con la mirada puesta en la educación, la salud pública, la cultura y, por supuesto, la ciencia. Necesitamos  mirar qué más nos falta hacer en esos sectores y qué más podemos en muchos otros», enfatiza Yusdiel León Castillo, Máster en Ciencias Históricas, profesor auxiliar y director de Relaciones Internacionales de la Universidad de Artemisa.

Otro docente, Juan José Figueredo Frómeta, de 27 años de edad, profesor de Física en la Universidad Ignacio Agramonte y Loynaz, de Camagüey, aseveró que la soberanía nacional depende también del desarrollo científico-técnico, la innovación y la investigación.

Para él es imprescindible promover un enfoque integral, que vincule a los jóvenes universitarios y técnicos con las problemáticas económicas y sociales de cada territorio del país. «Hay que empoderar a los educandos con el conocimiento y comprensión de su entorno para transformarlo», sentencia.

Mientras el bayamés Luis Ricardo Aguilar, estudiante de segundo año de Medicina, considera que aunque existen agentes externos que perjudican el bienestar de los cubanos hay otros internos, posibles de borrar.

«No puede verse como algo normal la apatía, el maltrato, el poco interés en llevar un servicio, la descortesía, la falta de educación o la grosería. Como tampoco puede hacerse costumbre justificar todos los errores o echarle la culpa de unos cuantos problemas al bloqueo. Si queremos que el país mejore en 2025 hay que asumir que varias cosas están mal y llevar una lucha sin cuartel para cambiarlas», señala.

Por otro lado, Aymée Torres Rodríguez, especialista principal de calidad de la Empresa Cárnica de Camagüey, consideró que para la esperada mejoría económica es preciso, entre otras cosas, que las unidades productivas despeguen, empleen más materias primas nacionales, diversifiquen sus producciones y puedan estimular con buenos montos monetarios a sus innovadores y creadores.

A más de 300 kilómetros de ella, la profesora de Español y Literatura Yanelis Espinosa, del municipio granmense de Jiguaní, remarca que hay cosas que dependen de cada persona, como dar una mejor clase, educar a un alumno o cumplir con el horario de trabajo; pero otras tienen que ver con la situación del país.

«Los cubanos esperamos que 2025 cambie todo lo que deba ser cambiado, como bien nos dijo Fidel en su concepto de Revolución, el cual cumplirá 25 años el próximo Primero de Mayo. Esperamos que no haya apagones, no pasemos tanto trabajo para pagar un producto o un servicio, el país siga unido y no se nos apague la esperanza».

Epílogo

El año que ya se asoma supondrá varios retos para la Mayor de las Antillas. Viviremos, por ejemplo, la asunción de otra administración en Estados Unidos, encabezada por el mismo hombre que dio otra vuelta de tuerca al bloqueo en su anterior mandato (2017-2021).

Tal realidad implica, como dijeron varios encuestados, evocando al Comandante en Jefe, «emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos», no pensar en varitas mágicas y seguir denunciando la guerra económica contra Cuba.

Por otro lado conmemoraremos, entre otras fechas gloriosas, el 130 aniversario de la caída en combate de José Martí, nuestro Héroe Nacional. Como decía uno de los entrevistados hay que volver una y otra vez al Apóstol, a su ejemplo y prédica, recordar en 2025 y siempre que su mayor deseo era ver, nacida la República, el culto de los cubanos a la dignidad plena de los seres humanos.

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