Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Fidel y las palomas

Una curiosa relación entre el líder cubano y las aves que representan la paz se inició en 1959 con la Caravana de la Victoria y se prolonga aún
tras su descanso en el cementerio de Santa Ifigenia

Autor:

Abel Aguilera Vega

¿Cuántas han sido las ocasiones en las que a usted, sin esperarlo, se le ha posado una paloma en el hombro? Para la mayoría de las personas la respuesta es ¡nunca!, y los casos más afortunados ofrecieron alimento para disfrutar algunos minutos de ese placer.

 Imagine entonces que eso le ocurra en varias ocasiones sin dar nada a cambio... porque así fue la conexión entre el Comandante en Jefe Fidel Castro y las aves que simbolizan universalmente la paz.

 Estos hechos alimentan el imaginario popular, y hasta hay quien asevera que algo divino lo protegió durante su vida y lo protege  incluso después de la muerte. Algo divino y tan poderoso como el amor que le profesa su pueblo.

 Misticismo, leyenda, casualidad... eso nunca lo sabremos. Lo cierto es que Cuba lo venera como su líder y las palomas lo eligieron como destino de descanso en más de una ocasión.

Amor a primera vista

Cuando dos seres están predestinados a amarse, lo descubren en el primer instante en que se ven. La relación de familiaridad y seguridad que se estableció entre Fidel y las palomas tienen mucho de eso, sobre todo a partir del triunfo revolucionario que trajo esperanza a muchos hogares de Cuba.

 El paso triunfal de la Caravana de la Libertad hacia Occidente fue recibido con júbilo por el pueblo, que añoraba la paz después de soportar durante siete años las barbaries de la dictadura. En las palabras que dirigió Fidel a los habaneros el 8 de enero de 1959 desde el cuartel Columbia, apuntalaba la necesidad de preservar esa paz:

 «El crimen más grande que pueda cometerse hoy en Cuba, repito: el crimen más grande que pueda hoy cometerse en Cuba, sería un crimen contra la paz. Lo que no perdonaría hoy nadie en Cuba sería que alguien conspirase contra la paz.

 «Todo el que haga hoy algo contra la paz de Cuba, todo el que haga hoy algo que ponga en peligro la tranquilidad y la felicidad de millones de madres cubanas, es un criminal y es un traidor. Quien no esté dispuesto a renunciar a algo por la paz, quien no esté dispuesto a renunciarlo todo por la paz en esta hora, es un criminal y es un traidor».

 Mientras así discursaba, una paloma se le posó en el hombro izquierdo, creando una escena verdaderamente dramática que no pasó inadvertida para ninguno de los periodistas presentes, ni para el pueblo.

 Según testimonio de Jorge Oller, «tres palomas de una casa cercana despertaron por la algarabía y los aplausos del pueblo. Atraídas por la luz de los
reflectores que iluminaban fuertemente a Fidel comenzaron a revolotear alrededor de él. Una de ellas se posó en su hombro izquierdo mientras las otras dos caminaban por el borde del podio. Los flashs de las cámaras se
sucedían uno tras otro y los aparatos de cine funcionaban sin parar para captar aquella increíble escena. Para los creyentes era una bendición de Dios, un milagro. Para otros simbolizaba la paz. Pero la mayoría sabía que era un capricho de la naturaleza y presagiaba el destino de la Revolución y de Fidel: construir una sociedad culta, saludable, justa, libre y soberana, digna de aquella merecida demostración de confianza y cariño que le había dado el pueblo».

 Desde ese momento comenzó la
relación de complicidad entre Fidel y las palomas, que lo acompañarían hasta después de su fallecimiento. Tal vez es el instinto de los animales de percibir lo que los humanos no somos capaces…
Lo cierto es que Fidel era el portador de la esperanza y ellas lo identificaron rápidamente.

 De las tantas fotos tomadas ese día, una de las más conocidas es la del
fotorreportero Paco Altuna, merecedora del premio Juan Gualberto Gómez de 1959, otorgado por la Asociación de Reporteros de La Habana.

Una tregua olímpica

Por segunda ocasión la diosa Irene** enviaba señales de paz y concordia entre los Gobiernos de Cuba y Estados Unidos. Pero la soberbia nubla la vista y tapa los oídos de quien no quiere ver ni escuchar.

 Desde finales de septiembre hasta principios de octubre de 1959, el equipo
cubano Cubans Sugar Kings disputó la final de las pequeñas ligas profesionales del béisbol norteamericano contra los Minneapolis. Los dos primeros juegos se celebraron en Estados Unidos, pactándose el resto para el Gran Stadium de La Habana. Fidel asistió, junto a otros dirigentes del Gobierno Revolucionario, a todos los encuentros celebrados en la capital; incluso presenció uno de ellos junto al Comandante Camilo Cienfuegos desde el banco de los cubanos.

 Fue en ese escenario que Fidel y Camilo tuvieron otro encuentro con una paloma blanca. ¿Sería esta una mensajera que, como en la antigüedad, mostraba la voluntad de los dioses de pactar una tregua olímpica?

Una paloma sobrevuela la caravana tributo a Fidel. Foto: Roberto Chile

 Eso no lo sabremos nunca. Lo cierto es que el Gobierno de  Estados Unidos no tenía interés en mantener un clima amigable con la joven Revolución Cubana. Para 1960 la hostilidad norteamericana aumentó, y presionaron la franquicia de los Cubans para que abandonara el país.

 En esa temporada, el equipo cubano pasó de ser campeón a ubicarse en el sexto lugar. En su nueva sede en Estados Unidos ya no contaban con apoyo popular ni con una atmósfera favorable. También se privó a Cuba de la sede rotatoria de la Serie del Caribe de 1961, lo que influyó en decretar temporalmente la muerte de ese torneo. La diosa de la paz nuevamente era ignorada.

Complicidad

El 6 de agosto de 1960, ante una multitud de jóvenes cubanos y latinoamericanos reunidos en el Gran Stadium de La Habana, Fidel se dirige a los presentes para clausurar el 1er. Congreso Latinoamericano
de Juventudes. Durante el acto da lectura a una resolución de la Ley No. 851 que dispone la nacionalización, mediante expropiación forzosa, de varias propiedades norteamericanas en Cuba.

Durante su discurso en el Gran Stadium de La Habana el 6 de agosto de 1960.

 En uno de los momentos de su discurso, el líder cubano manifiesta: «Cuando quieran discutir que vengan a discutir de igual a igual. Cuando quieran discutir que vengan a discutir aquí, con un país que ni se rinde ni se vende (APLAUSOS). Y desde luego, no sueñen jamás que Cuba podrá volver a su carro, que Cuba podrá volver a su círculo de títeres. ¡Cuba jamás volverá a ser lo que fue! ¡Cuba jamás le hará el juego a los intereses del imperio yanki! (APLAUSOS.) Cuba estará siempre al lado de los pueblos oprimidos; Cuba estará siempre al lado de los pueblos que no explotan a otros pueblos (APLAUSOS); Cuba no estará jamás al lado de las castas de privilegiados; Cuba estará siempre junto a los humildes, ¡Cuba estará siempre junto a los amigos de los humildes! (APLAUSOS.)».

 Mientras habla, lo acompañan en la tribuna varias palomas, que revolotean por allí desde el inicio. Tal vez por la elevada concentración en el tema, o por la emoción del momento, Fidel les presta poca atención, y ellas a él. Ambos se sienten a gusto en esa cercana relación, llena de simbolismo.

 Tal parece que las palomas, en muestra de complicidad con el hombre, respaldan sus actos de paz, a pesar de las repetidas agresiones de los halcones del norte.

La confirmación de un amor

Habían trascurrido 30 años desde la entrada triunfal de Fidel a La Habana. El 8 de enero de 1989, la Revolución seguía de pie y consolidada. Para recordar el acontecimiento se organizó un acto en la Ciudad Escolar Libertad (antiguo cuartel Columbia), el mismo lugar donde Fidel se dirigió a los habaneros a la llegada de la triunfal caravana en 1959.

 Como parte de la actividad, unas pioneras entregan al Comandante en Jefe una paloma blanca, para reditar de forma simbólica lo ocurrido en 1959. Breves segundos bastaron para que las suaves manos de su portador le trasmitieran seguridad y paz.

Durante su discurso en el Gran Stadium de La Habana el 6 de agosto de 1960.

 La conexión fue tal, que una vez liberada el ave, esta sobrevoló varias veces la tribuna y se posó en el hombro del libertador de Cuba para contemplar, desde la altura privilegiada que le permitía su pedestal, a la multitud que observaba la escena.

 Parecía que una vez más las palomas respaldaban el compromiso de Cuba. Durante la intervención de ese día, Fidel manifestó: «¡Ojalá en el futuro no tengamos que combatir! ¡Ojalá prevalezca un clima de paz! ¡Y ojalá en el futuro vayan no soldados (a África), no combatientes, sino médicos, maestros, científicos, profesionales! En los cálculos del país, hay 10 000 médicos para la colaboración internacional alrededor del año 2000, ¡ojalá para esa fecha las misiones que cumplamos sean de ese tipo!

 «De manera que cuando hablo de heroísmo no solo hablamos del heroísmo en el campo de batalla, en el terreno militar, sino del heroísmo civil donde se pueden escribir tan bellas y tan extraordinarias páginas como en el campo de batalla. Esta es una cuestión muy importante, una idea clave, a mi juicio, para la actual generación».

El descanso eterno

El 25 de noviembre de 2016 partía el Comandante en Jefe hacia su descanso eterno. Durante el recorrido desde la capital hasta el cementerio Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba (entre el 30 de noviembre y el 2 de diciembre), múltiples palomas liberadas por sus dueños lo acompañaron.   Tal vez, hasta la diosa Irene quiso despedirse de quien supo interpretar y aplicar sus deseos de paz entre los hombres.

 Y como dice la mitología que esa deidad no olvida nunca a sus hijos, tal parece que envió nuevamente a sus emisarias para resguardar al
Comandante en Jefe, porque una pareja de palomas descansa con frecuencia cerca de la piedra que guarda sus cenizas.

 De esa unión saldrán nuevos pichones, y como hay tanto simbolismo en la relación entre Fidel y estas aves, me gusta pensar que la diosa pretende engendrar nuevos hombres de paz para el futuro de Cuba.

Así lo querría Fidel, quien desde el panteón sagrado de la patria mantiene su amor idílico con las palomas.

(*)Investigador e integrante del Consejo Técnico Asesor del Centro Fidel Castro Ruz.

 (**) En la mitología griega, Irene significa aquella que trae la paz. La paloma es el ave que la representa. Es una de las tres Horas, hijas de los dioses Zeus y Temis,  y simboliza la justicia.

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