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Revolución no, zarpazo

El joven abogado Fidel Castro denunció en contundente artículo el cuartelazo del 10 de marzo de 1952 del general Fulgencio Batista, hace hoy 70 años

 

 

Autor:

Luis Hernández Serrano

Cuando ocurre el golpe de Estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952 Fidel vivía en un pequeño apartamento del segundo piso de la calle 23, en el edificio número 1511, entre 24 y 26, en el Vedado. En un cuarto de la azotea dormía su hermano Raúl, que estudiaba en la Universidad habanera.

Según contó René Rodríguez, amigo de Fidel desde la Universidad, su compañero de luchas y expedicionario del Granma, el hotel Andino era una casa de huéspedes donde Fidel había vivido, frente a la colina universitaria, en San Lázaro 1218, esquina a M, en el que durmió la noche del 10 de marzo.

El 11, René lo fue a buscar a dicho hotel y le consiguió quedarse en la casa de la integrante del partido Ortodoxo Eva Jiménez Ruiz. Ambos cogieron la Ruta 28 rumbo a Marianao. Se bajaron en 46 y 21, en Almendares. Caminaron hasta la casa de Eva, un apartamento interior, de una habitación, en el segundo piso del edificio Raquel, en la calle 42, número 1507, entre 15 y 17, en el referido reparto. Allí Fidel escribió el histórico artículo Revolución no, zarpazo.

René debía traer de casa de Fidel papel y una máquina de escribir, pero al llegar estaba allí Rafael Díaz-Balart con unos policías y no lo dejaron sacar nada del inmueble.

«Al saberlo, Fidel se indignó. Lo pasó en limpio a mano. Esa noche Raúl también estuvo en la casa de Eva. René la acompañó para que Ramón Vasconcelos publicara el artículo en el periódico Alerta, del cual era uno de sus directivos, pero este se negó. Y al irnos, nos dijo: “Cuiden a Fidel, ¡es la gran reserva del pueblo cubano!”».

Ya habían establecido la censura. A través de Raúl Aguiar, amigo de Raúl Castro, y de un publicitario de la calle San Lázaro, en los altos de una farmacia, por gestiones de Raúl Castro, se tiró en mimeógrafo.

Un linotipista de Alerta lo montó en plomo, pero no encontraron impresor. En la tirada a mimeógrafo trabajaron Antonio «Ñico» López y Raúl Castro. Ñico y René llevaron una cantidad grande hacia donde estaba Fidel.

Eva también llevó el texto a su centro laboral, donde lo picó en stencils y uno de sus compañeros de trabajo tiró a mimeógrafo varios centenares.

Fidel se quedó el 12 de marzo en la casa de una amiga de la hermana de Miguel Ángel Quevedo, directivo de la revista Bohemia. Contactaron a José Luis Tassende, uno de los pocos que sabía dónde estaba el líder.

Rafael Salas Cañizares, el jefe de la Policía de Batista, había sido acusado por Fidel y podía mandar a matarlo. Hasta el domingo 16 de marzo permanecieron refugiados en la vivienda de Eva. De allí salieron por la mañana para el cementerio, al que entraron por un costado. No había patrullaje policial y empezaron a repartir los impresos. Al final del acto sí llegó la Policía.

Un grupo de mujeres militantes ortodoxas cubrieron a Fidel. No hubo golpes ni detenciones y los dos se fueron por donde entraron.

Cuando el grupo que se reunía en la casa de Abel y Haydée Santamaría, en 25 y O, se vinculó a Fidel, el primero de mayo, ya él llevaba dos meses de infatigable lucha antibatistiana.

El 24 de marzo Fidel radicó una Causa contra el dictador en el Tribunal de Urgencia de La Habana, por sedición, traición, rebelión y ataque nocturno: «(…) el señor Batista ha incurrido en delitos cuya sanción le hacen acreedor a más de cien años de cárcel», enfatizó en su acusación al tirano.

 

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