Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¡A la escuela hay que llegar puntual!

Luego del loable trabajo de los  médicos y científicos, llega la hora de educadores y padres para seguir haciendo historia

Autor:

JAPE

Una etapa superior, en la recuperación pos-COVID-19, vive nuestra sociedad desde hace unos días. Sin olvidarnos, ni perder de vista toda la precausión posible contra la pandemia que aún convive en todo el mundo, nos enfrentamos a nuevos modos y retos en una etapa que los especialistas han encerrado en un sugerente epíteto: nueva normalidad. Así de rico es el idioma español, y así de luchador y resistente es este pueblo que sigue pa’lante, aunque desde las tarimas, el cerdo y los vendedores, nos contemplen con sarcástica mirada e irónica sonrisa.

Apertura total, pero controlada, de pequeños negocios, fiestas, playas, gozadera…; el opening de las
fronteras (y lo digo en inglés porque de turismo foráneo se trata) y el regreso de los que faltan a las aulas, son de las más notables y esperadas novedades anunciadas para la mitad del mes en curso. Todas las celebro, pero no puedo negar que lo que más me ha entusiasmado es ver nuevamente a los niños y jóvenes vestir el uniforme escolar con esa combinación de colores y de rostros frescos y sonrientes. Acudió a mi mente, como dulce recuerdo, aquel viejo tema que nos conminaba
a asistir a las academias de estudios primarios: ¡A la escuela hay que llegar puntual, todo el año hay que llegar puntual, desde prescolar al sexto, siempre puntual!

Puedo asegurar que un gran porciento de cubanos agradece tales sucesos, pero hay un grupo, un importante grupo, que más que agradecer, celebra y bendice, que hayan abierto las escuelas. Me refiero a las madres, las guerreras de siempre, las de la vanguardia… Aquellas que ya no sabían dónde poner ni qué hacer con su enérgica y ya indomable prole. He visto a más de una mirar al cielo e implorar la llegada de este momento. No sé qué deidad es la patrona de los centros escolares, pero debe estar llena de peticiones, ruegos, súplicas y hasta alguna que otra promesa. En igual condición están los directivos del Ministerio de Educación.

Finalmente se hizo la luz, no la del final del túnel, sino esa claridad que alumbra el camino de los que optan por ser hombres cultos. Nuevamente vivimos la hora del cambio de batón. El momento en que mamá y papá depositan su fruto en las creadoras manos del educador. Tocan ahora nuevos ruegos y plegarias… porque, dicho en buen cubano: ¡no es fácil lo que regresa a las aulas! Pero de eso se trata, de ponerle corazón a la más noble y enriquecedora labor: ser maestro.

Luego del loable trabajo de los  médicos y científicos, llega la hora de educadores y padres para seguir haciendo historia.

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