Clordiazepóxido que se consume en el país. Autor: Roberto Suárez Publicado: 31/01/2021 | 01:38 am
HOLGUÍN. —«Dios mío, compré un frasco igual al de la foto, lo que en vez de decir de diez milígramos dice 25 y son pastillas rosadas. Precisamente me las trajeron de Holguín y procedían de Haití. Estoy sin aliento por esa razón. Mi vecina, al tomarse una que le regalé, me dijo que la puso muy mal. Y 15 CUC que me costaron».
De esa manera reaccionó Mirta Cantallops, holguinera radicada en la capital, cuando leyó un post en la página en Facebook de la emisora provincial Radio Angulo, el 21 de enero último.
La publicación daba cuenta de un informe de las autoridades de la Dirección Provincial de Salud acerca de casos detectados «con reacciones adversas a un medicamento que ha estado circulando en la población y no procede de la red de farmacias. El fármaco denominado Clordiaze Poxido (10mg) se comprobó que no es el ansiolítico comúnmente conocido por los cubanos como clordiazepóxido».
Cantallops, de 46 años de edad, a raíz de la aparición de la COVID-19 andaba muy asustada y nerviosa y sentía
necesidad de recurrir a algún ansiolítico. Al enterarse por una prima, de visita en Holguín, de una señora que había venido de Haití y tenía el medicamento, sin pensarlo le dijo que se lo comprara: «Al ver el color me llamó la atención.
No me lo tomé porque sentí que ese día no lo requería, pero mi vecina salía para Oriente y me pidió una pastilla para el viaje y se la di. Al otro día me escribió por WhatsApp que tuviera cuidado, que se la había tomado y se sentía nerviosa, con dolor de estómago.
Yo me había tomado ya una y, la verdad, no me di cuenta, ya que me sentía mal por el proceso menopáusico. Aunque tuve mucho dolor de cabeza, pensé que era propio de mi malestar», contó después a Juventud Rebelde.
A Gladys Mulet, cuentapropista en la Ciudad de los Parques, le regalaron un frasco y también la pasó mal: «Valga que solo tomé una o dos pastillas, porque empecé a sentir temblores en todo el cuerpo, enfriamiento, además de saltos en el estómago. Fue molesto, hasta la visión se me tornó borrosa y se me dificultó mi trabajo de copiar memorias, menos mal que mi hijo me ayudó ese día. A mi papá, que padece de la enfermedad de Parkinson, no se la di porque ya sabía qué le ocurriría».
Estas historias tuvieron réplicas fuera de la cabecera provincial. Yudith Sifonte, profesora de Inglés del poblado de Floro Pérez, en el municipio de Gibara, explica que el clordiazepóxido lo consume de vez en cuando, cuando se percibe nerviosa o bajo algún tipo de estrés, ya que la relaja y mejora el sistema nervioso.
«En esa ocasión lo compré “por fuera”, debido a su falta en farmacia. Lo tomé y me alteró muchísimo, luego a mi esposo le dio la misma reacción y decidimos no consumirlo más. A él lo mantuvo despierto toda la noche, le dio insomnio y malestar general. Reaccioné completamente diferente a como me siento con el medicamento cubano. Nunca pensé que se tratara de semejante barbaridad. En cuanto circuló en las redes sociales la imagen del frasco enseguida supe que era como el que adquirí», reveló a este diario.
Se comprobó que este no es el ansiolítico conocido por los cubanos como clordiazepóxido. Foto: Tomada de Radio Angulo
Del clordiaze… y otros demonios
Estresada se encontraba la familia de la joven Thais del Río, vecina del reparto Pueblo Nuevo, en la ciudad de Holguín, por la aparición de una enfermedad terminal de su esposo. Relata que compró el frasco de Clordiaze Poxido a diez CUC y le dijeron que lo traían de Haití: «Lo tomamos mi esposo (que presentaba fiebre por esa fecha), su mamá, mi cuñada, mi suegro, una sobrina y yo. Nos pasamos cinco días en cama, con similares síntomas a los del dengue: escalofríos, náuseas, falta de apetito y hasta la vista se nos nubló.
«A mi mamá le ocurrió algo más o menos similar con el nitrazepam, que como el mal llamado Clordiaze Poxido, costó diez CUC, y nos lo recomendaron como que venía de Haití. Decidimos botar ambos frascos en cuanto vimos los efectos».
La doctora Nadia Camayd
Proenza, especialista en Medicina Interna y de Segundo Grado en Geriatría del Hospital Lenin, al ser contactada por JR narró que hace meses vio a una señora ingresada con pérdida de conciencia, y como único antecedente aparecía haber ingerido una tableta de ¿clordiazepóxido? (igualmente proveniente de Haití). Ninguna enfermedad neurológica ni otra causa justificaban su malestar.
«Se puso bien cuando la hidratamos y suponemos que eliminó el tóxico. En los adultos mayores hay que utilizar los sicofármacos con mucho cuidado, pero jamás se me había dado un incidente con el clordiazepóxido nuestro, que es inocuo», aseveró.
Deisy Guerrero, jefa de Medicamentos y Tecnología de la Dirección Provincial de Salud.
Según contó la doctora Deisy Guerrero, jefa de Medicamentos y Tecnología de la Dirección Provincial de Salud, la nota publicada en las redes la semana pasada surgió a propósito de una información del departamento de Control de Calidad de la Empresa Comercializadora y Distribuidora de Medicamentos (Emcomed), que los puso al tanto de la existencia de ese producto circulando en las calles.
«En Holguín hay personas que manifiestan haberlo consumido, y una vez que divulgamos la notificación algunas se nos acercaron. El llamado Clordiaze Poxido viene en un envase blanco plástico, similar a los que circulan hoy en Cuba para otros medicamentos. Su presentación más reconocida por quienes lo adquirieron es de cien tabletas de diez milígramos cada una, y se describe como un mucolítico bronquial, totalmente ajeno al grupo de los sedantes-ansiolíticos al que pertenece el clordiazepóxido común. Cuando uno lee el resto percibe que no hay ninguna correspondencia entre ambos medicamentos».
A raíz de la noticia, narró Guerrero, le han mostrado otros frascos muy parecidos en el que se cambia su denominación por nitrazepam. «Una señora nos comentó que lo había tomado y se había pasado la noche orinando, además de padecer otros síntomas.
«Con la información brindada a los medios, hemos querido comunicarle a la población que no consuma medicamentos que no sean dispensados en la red nacional de farmacias. Estas producciones foráneas se ha dicho que son originales de Haití y México, y lejos de beneficiar, afectan la salud. Los laboratorios nuestros no han certificado tales “medicamentos”. Lo que sabemos proviene de Control de Calidad de Emcomed», especificó a este reportero.
En Cuba, el clordiazepóxido y el
nitrazepam se comercializan en blíster de diez píldoras generalmente. En nuestro país, ahora no se expenden en frascos, como sí ocurre en otros países donde también se fabrican, detalló la Jefa de Medicamentos y Tecnología de la Dirección Provincial de Salud.
Según reconoció la directiva, ambos medicamentos han estado en falta y en baja cobertura desde hace varios meses en las farmacias holguineras. A quienes los necesitan por prescripción médica, se les sugiere sustituir esos
fármacos por tinturas que se preparan en las unidades especializadas, con fórmulas avaladas de la Medicina Natural y Tradicional.
Reynaldo Castellano, fiscal jefe del departamento de Procesos Penales en la Fiscalía Provincial.
Jamás puede ser una opción automedicarse con productos que tengan otras personas en sus casas o comprarlos sin tener certeza de su origen, mucho menos guiarse solo por el nombre comercial y tomarlos por efectivos sin comprobar el contenido, el laboratorio productor y la fecha de vencimiento.
Los caminos del delito
Según declaraciones de los afectados, la mayoría de las trazas de estos medicamentos fraudulentos conducen a Haití, y en menor medida a México y Guyana. ¿Cómo pudieron ingresar al país? No hay una respuesta definitiva.
Los posibles escenarios de arribo a esta provincia serían el aeropuerto holguinero, que hasta hace poco contó con vuelos desde territorio haitiano y mexicano (se mantienen en la actualidad
los de México); a través de Aerovaradero
—único operador de carga aérea acá— y por la vía postal, existente en todo el país.
Cándido Pérez, jefe de la Aduana Holguín.
Al respecto, Cándido Pérez, jefe de la Aduana Holguín, explicó: «Ninguna importación de personas naturales, como viajeros o mediante cargas, tendrá carácter comercial. La Aduana cumple indicaciones de los organismos rectores de cada actividad, en este caso el Minsap.
Las personas naturales pueden traer su equipaje acompañante y enviar equipaje no acompañante que forma parte del viaje, y las cargas tienen remitente en el extranjero y un destinatario radicado en Cuba, con derecho a recibir mercancías».
El Jefe de la Aduana Holguín afirmó que la Resolución 131 del Minsap establece un autorizo de importaciones no comerciales de medicamentos de hasta diez kilos, libre de aranceles, siempre que vengan en envases originales y sellados. Puede que estén abiertos, pero con la prescripción facultativa de respaldo a su consumo. Si no está prohibida su entrada al país, se podrán importar, siempre que no se aprecie una cantidad reiterada de un mismo producto que presumiblemente genere otro fin, exceptuando el caso de los destinados a tratamientos prolongados.
Thais del Río, vecina de Pueblo Nuevo.
«Tanto el clordiazepóxido como el nitrazepam se incluyen en la lista del
Ministerio de Salud Pública (Minsap) de sustancias restringidas en su entrada
a Cuba. Como se actúa en frontera, si se detecta que una persona natural trata de introducirlos, se procede al decomiso de estos. La Aduana posee definición de a quién se le entrega cada
artículo decomisado, y los medicamentos se dan a la Empresa de Suministros Médicos», puntualizó.
Energía y celeridad
Sobre este suceso, que tiene en alerta a la provincia desde hace varios días, conversamos con Reynaldo Castellano, fiscal jefe del departamento de Procesos Penales en la Fiscalía Provincial: «Entre las conductas que requieren de un enfrentamiento enérgico por nuestra parte y otros órganos involucrados en la aplicación de la Justicia, figura el tráfico y la venta ilícita de medicamentos», precisó.
«Hay que significar que esa tipicidad delictiva ha ido en incremento en el territorio. De 2018 a 2021 ha sido una figura en ascenso, y erradicarla no es solo responsabilidad de la PNR, el Minint, la propia Fiscalía o los Tribunales, sino también del pueblo».
Además del tremendo peligro que entraña para la salud de las personas, esos hechos generan un considerable daño económico y social, pues se trata de una actividad de enriquecimiento ilícito que conlleva desvío de medicamentos de instituciones que necesitan tenerlo en inventario, y además genera incertidumbre en un aspecto tan preciado como la salud.
«También sabemos de personas que introducen fármacos desde el exterior cuya procedencia, licitud y veracidad carecen de certificación. Esto, lógicamente, puede acarrear afectaciones severas en la población, y también es penalizado», puntualizó.
El enfrentamiento a ese delito encuentra respaldo legal en el artículo 228, apartado uno, del Código Penal, donde se especifica que la sanción es de privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trescientas
cuotas (o ambas) para quienes, entre otras violaciones, realicen cualquier actividad de producción, transformación o venta de mercancías no autorizada en forma expresa por disposición legal o reglamentaria.
En esta oriental provincia, a la mayoría de las personas juzgadas por tráfico y venta ilícita de medicamentos se les ha impuesto multas en cuantías severas, en dependencia de las características de los acusados, informó Castellano, quien consideró importante advertir además que en los casos en que se demuestren lesiones por el uso de esos productos, la persona que efectuó la venta y sus suministradores incurren en delitos de mayor gravedad. Incluso puede llegar a tipificarse como homicidio si el uso del fármaco produce la muerte como causa directa o indirecta.
En cualquier caso, es vergonzoso valerse de la situación de salud de las personas para vender fármacos de forma ilegal y a precios excesivos. Por eso la política de enfrentamiento incluye energía y celeridad, aun respetando el principio y derecho constitucional del debido proceso, puntualizó.
Como ha ocurrido con otros productos deficitarios en el país, la pillería y el accionar delincuencial se han cebado con la emergencia del momento en cuanto al déficit de medicamentos que la población conoce y utiliza con ingenua confianza.
Tampoco les importa el malestar sicológico que se genera en el contexto de la pandemia o las consecuencias de sus actos en la esfera de la salud o la economía del país.
Abiertas de nuevo las fronteras bajo protocolos sanitarios excepcionales, estos individuos se inventan mecanismos para vulnerar los controles e introducir medicamentos restringidos, adicionalmente adulterados, convencidos de que tendrán un mercado seguro por aquello de que, en río revuelto, la ganancia es para pescadores.
Frasco en el que circula el nitrazepam adulterado. Foto: Tomada de ¡ahora!
Las autoridades de esta provincia no descansarán hasta hacer que el peso de la ley caiga sobre los inescrupulosos infractores que introdujeron al país y comercializaron las píldoras, con toda la severidad que precisa un fenómeno de esta naturaleza.
Pero, como en todo asunto que atañe a la Salud pública y personal, la seguridad también depende de la responsabilidad individual de quienes consumen medicamentos, pues no deberían prestarse como víctimas para tales atrocidades.
Pensemos en el mal rato evitable de sufrir el insomnio, la presión arterial por las nubes o la vista que se dificulta, como ocurrió con los productos detectados por estos días. Igualmente pudo tratarse de daños de mayor envergadura, secuelas físicas o sicológicas, reacciones incompatibles con otros tratamientos y hasta de máximo riesgo para la vida, porque al llegar al cuerpo de guardia con síntomas inexplicables le preguntarán qué medicamento consumió para decidir los siguientes pasos, y su respuesta no será la mejor de las pistas para quienes intenten ayudarle.
Antes de consumir, confirmar
Tanto el clordiazepóxido como el nitrazepam son fármacos sujetos a vigilancia internacional por parte de la Convención sobre Sustancias Sicotrópicas (Lista IV-1971).
La denominación común del primero es hidrocloruro de clordiazepóxido, y su forma farmacéutica habitual en Cuba es en tabletas de diez milígramos. Por su parte, el nitrazepam es conocido internacionalmente por ese nombre y se presenta en tabletas de cinco milígramos.
Ambos medicamentos se expenden en toda la red de farmacias comunitarias y de hospitales, regulados por prescripción facultativa, solo con recetas médicas.
El Formulario Nacional de Medicamentos del Ministerio de Salud Pública incluye estas sustancias en las siguientes categorías farmacológicas: sedante, sicofármaco, hipnótico y ansiolítico; y advierte que pueden alterar la capacidad para realizar actividades que requieren estados de alerta o coordinación física, como conducir vehículos u operar maquinarias.
También se recomienda no ingerir bebidas alcohólicas mientras se utiliza cualquiera de los dos y no descontinuar abruptamente el tratamiento.
El nitrazepam, además, puede provocar somnolencia, y su uso prolongado suele crear hábito.