Eterno cariño y gratitud para Eusebio Leal Autor: Internet Publicado: 02/08/2020 | 06:27 pm
Mil veces vimos su alma
detrás de los espejuelos.
No tuvo ojos, tenía
lagos con piel de luceros
donde La Habana se hacía
una trenza con su pelo
y se pintaba los labios
como si fueran espejos.
Por eso hoy La Habana estaba
con todo su pelo suelto,
los labios sin carmesí
y el paso nervioso, inquieto,
pues no encontraba los ojos
hondos y puros de Eusebio…
Dicen que la muerte vino
para llevárselo lejos,
no a las lápidas y mármoles
fríos de los cementerios,
sino allá, donde descansan
nuestros héroes y guerreros,
esos hijos que a esta tierra
más que la vida le dieron.
Pero yo no me conformo
con percibirlo y no verlo
andar por la Plaza Vieja,
la bodeguita del Medio,
a la sombra del Templete
acomodarse el sombrero,
dejar en la Catedral
más que plegarias y rezos
y acariciar con su mano
los leones del Paseo.
Hombres como él, con luz
de estrella en el pensamiento
debieran vencer los golpes
de la vejez y del tiempo.
Hombres como él debieran
vivir diez siglos enteros
y no saber de hospitales
ni los dolores del cuerpo,
solo brillar y brillar
desde la memoria al pecho
y mostrarnos los caminos
menos duros y más ciertos.
Por eso no me conformo,
cómo resignarme puedo
si ya no está quien hacía
de la historia un claro cuento,
quién como nadie explicaba
las angustias de Maceo,
la grandeza de Martí
o de Gómez los silencios,
el furor de los mambises
machetes venciendo al fuego,
o cómo eran los hermanos
que crecieron bajo cedros
y desde la Sierra izaron
nuestra bandera hasta el cielo.
Eusebio tenía ese
extraño don de los genios
para armar con la palabra
ideales y no ejércitos,
convencer y enamorar
al auditorio más recio,
diciéndonos que los ídolos
son humanos imperfectos
pero llenos de coraje
desde la piel a los huesos.
Así era él, y nosotros
ahora qué triste nos vemos
pues huérfanos nos quedamos
de las clases del maestro
y de voz, musa sabia
que estremecía por dentro.
Volverá La Habana a hacerse
una trenza con su pelo,
y se pintará los labios
con el pincel del recuerdo,
pero él seguirá mirando
con sus ojos de luceros
y las piedras contarán
las obras de ese hombre bueno
hasta que no quede una
en el camino del tiempo.
Dicen que la muerte vino
para llevárselo lejos,
pero aunque quiso, no pudo
tener a quien nació eterno
y él seguirá en nuestras calles
porque se queda en el pueblo,
en los balcones, los trillos,
las lámparas y los techos,
las palomas de la plaza,
los susurros de los vientos,
en el corazón de Cuba
seguirá viviendo Eusebio.