José Martí Autor: Juventud Rebelde Publicado: 18/05/2020 | 08:33 pm
«Seré cronista, ya que no puedo ser soldado», le dijo Martí a Máximo Gómez en una carta escrita desde Guatemala, en 1878. Y cuando desembarca en Playita de Cajobabo el 11 de abril de 1895 es un hombre triste que encuentra la alegría, porque ya el cronista y el soldado se unen en una misma persona.
Lo acompañan el legendario dominicano; el brigadier Paquito Borrero; el coronel Ángel Guerra, además de César Salas y Marcos del Rosario. El combate en que se empeña en tierra cubana, sin una práctica militar personal, tras un amargo destierro, es el mayor riesgo a que se expone en sus 42 años de vida.
Respira dulzuras nuevas en los campos tropicales en su primera y última visita al Oriente cubano. Inicia así su Diario de campaña: Día mambí. La noche bella no deja dormir (…) Subir lomas hermana hombres (…)
El 7 de mayo, en El Cristo, lo entrevista el reportero norteamericano William Shaw Bowen, del diario The New York World. Entre otras cuestiones, el diario publicaría: «Martí se veía bien y desplegó la misma facilidad oratoria que hacía resonar en Hardman Hall su voz (…) en buena cabalgadura, su rosto estaba tostado por el sol».
El 14 de mayo, en su diario, el Apóstol nombra por única vez el lugar donde cinco días después cae abatido: «Rosalío va y viene trayendo recados, leche, cubiertos y platos, ya es Prefecto de Dos Ríos».
Por último –sin olvidar su caída en combate el 19 de mayo de aquel año 1895– hace 125 años es oportuno dar a conocer a los jóvenes lo siguiente: cuando el fotógrafo Antonio J. Estévez, en mayo de 1894, le tomó una gráfica en Cayo Hueso, junto a Fermín Valdés Domínguez, este le sugirió en broma:
–«Sería bueno también que nos tiremos una foto en los campos de Cuba».
Y el Maestro le contestó: –«Allí no vamos a retratarnos, sino a morir».