Compañeras y compañeros:
La historia de la Revolución, de sus luchas y de sus conquistas, no podría escribirse sin el lugar especial que corresponde a un hombre como el Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán, que hace 60 años dejó de acompañarnos físicamente para seguir junto a nosotros como un ejemplo, como una inspiración y un guía. Tenerlo como paradigma es un verdadero privilegio y tiene un hondo significado para todos los cubanos y en especial para los jóvenes.
Su inmenso compromiso con la patria y su fidelidad a toda prueba, le otorgaron ese lugar especial que hoy ocupa y que nos recuerda cada día su perfecta combinación de joven alegre y jefe guerrillero combativo, sagaz e inteligente, ganándose el respeto de sus superiores y la lealtad absoluta de sus hombres, quienes lo admiraban por su valor en el combate y su carácter franco y jovial.
De él Fidel expresó: «Camilo era hombre que amaba las tareas difíciles; pudiéramos decir que era un hombre que amaba las dificultades, que sabía enfrentarse a ellas y era capaz de realizar proezas en las más increíbles circunstancias». Es por eso que hoy nos es tan necesario y tan vigente ese espíritu de lucha, porque hemos cerrado filas ante las amenazas, carencias y dificultades que nos provoca el recrudecimiento del criminal bloqueo yanqui, poniendo muy en alto esas enseñanzas del héroe de Yaguajay.
Como generación, hemos crecido escuchando las anécdotas y las hazañas de Camilo. Cada año nos hemos sumado a todo un pueblo que lleva flores el 28 de octubre para depositarlas en ríos y costas del país en una demostración impresionante de cariño hacia el héroe y un mensaje bien claro a los que sueñan con el olvido o la traición a nuestras mejores tradiciones de combate.
Su presencia es permanente, su imagen está en el emblema de la Unión de Jóvenes Comunistas, junto a Mella y el Che, porque ellos simbolizan la continuidad histórica de las luchas revolucionarias de nuestra juventud, que son inspiración y aliento en momentos en que desarrollamos un amplio proceso de debate y de compromiso con el presente y el futuro, inmersos en nuestro 11no. Congreso.
Cada niño, cada adolescente, cada joven, cada cubano se siente cerca de Camilo, con su sonrisa amplia y su entrañable sombrero, nunca nos ha faltado en las horas más complejas o en las más felices, porque como lo catalogara el inolvidable Comandante en Jefe, él es la imagen del pueblo y en este pueblo cada vez hay más Camilo, pensando y actuando como país.
Que la Revolución siga viva y que su pueblo no asuma jamás la palabra rendición es el mejor de los homenajes que podemos hacerle al Señor de la Vanguardia; que esta Plaza de la Revolución siga luciendo su imagen con orgullo y que cada octubre Cuba se llene de flores y de reafirmación patriótica, es la demostración más firme de que su legado nunca morirá y de que ante cada agresión o amenaza imperialista, solo se tendrá una respuesta: Resistencia y Victoria.
Digamos entonces como el mismo Camilo diría cuando nacía la Revolución, ratifiquemos aquellas palabras de él cuando expresó: «Ahora debemos estar más conscientes en nuestro deber como verdaderos soldados de la Patria».
Recordemos su histórica sentencia al recibir sus grados de Comandante, cuando juró que sería más fácil dejar de respirar que dejar de ser fiel a la confianza de Fidel. Así le decimos a la dirección Revolución: Cuenten con la fidelidad de sus jóvenes siempre, junto a nuestro Partido y a nuestro heroico pueblo.
¡Viva por siempre el ejemplo de Camilo!
¡Viva la Revolución Cubana!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!