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Enfermeras en tiempos de tornado

Con solo 19 años y apenas ocho meses de trabajo en el Hospital docente clínico quirúrgico Calixto García, una joven enfermera ha debido enfrentar varios retos que en los tiempos que ha vivido La Habana recientemente, la dignifican como profesional de la salud 

Autor:

Aileen Infante Vigil-Escalera

Lo recuerda todo como si fuera ahora: el adiós a la prima que visitó esa tarde, las personas en la parada del P 7 cercana al hospital materno Hijas de Galicia, la insistente llovizna que de pronto arreció, el viento fuerte que apareció de momento, la neblina que lo cubrió todo, el estallido que alarmó a los presentes, y el estanquillo de prensa a su lado, cayéndole encima, arrastrándola casi media cuadra y volando nuevamente por los aires.

Mercedes Pedroso Reyes, tiene 64 años, es enfermera del hospital pediátrico del Cerro y, desde este domingo 27, también una de las habaneras que sufrió directamente los embates del único tornado que ha azotado la ciudad.

Así lo asegura desde una de las salas de politrauma del Hospital docente clínico quirúrgico Calixto García, a donde llegó en un camión de bomberos, el único vehículo que pudo acercarse a Hijas de Galicia tras el desastre, para trasladar a quienes, como ella, recibieron ahí los primeros auxilios.

Mercedes Pedroso Reyes. Foto: Ricardo Tamayo Pérez 

«Nunca perdí la conciencia», confiesa al ver las quemaduras por fricción que cubren gran parte de su rostro y cuerpo. Todavía se agita al recordar lo vivido, mencionar al señor que la ayudó a ponerse de pie tras el desastre, y ver su cuerpo cubierto de sangre. Esos minutos a merced del tornado —los más cortos y a su vez devastadores de su vida— y los que le siguieron hasta llegar al Calixto, son difíciles de olvidar.

Desde entonces, de ser quien cura y proporciona bienestar a diario, pasó a ser paciente de un equipo multidisciplinario integrado, entre otros, por la enfermera Amanda Delgado Rosas, quien vela cada segundo por su estabilidad.

Al ver la escena que conforman ambas profesionales del sector, no es posible imaginar que con solo 19 años y apenas ocho meses en la institución sanitaria, Amanda ya ha asistido a las víctimas del accidente aéreo del pasado 18 de mayo, a las del reciente incendio en el Hospital clínico quirúrgico docente Miguel Enríquez, y, ahora, a los del tornado.

Pero ahí está, atenta al más mínimo detalle de la evolución de Mercedes y el resto de los pacientes de la sala. Así lo ha estado desde que arribó a la institución apenas pasadas las cuatro de la madrugada de este lunes. Y allí, dice, se mantendrá mientras sea útil.

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