Para quienes asistieron al Encuentro de Solidaridad por la unidad e integración de los pueblos, convocado por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), como colofón de su 9no. Congreso, fue reconfortante compartir con Fernando González Llort, uno de los cinco héroes por cuya libertad se clamó en tantos países y en diversos foros internacionales.
El hoy Presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos agradeció aquel desvelo y esbozó caminos para honrar el espíritu de los movimientos progresistas, pues las causas justas siempre triunfan, aunque tome tiempo, como también reafirmaran Carlos Rafael Miranda, coordinador nacional de los CDR, y el mexicano Pedro Vázquez, presidente del Frente Continental de Organizaciones Comunales.
Con la presencia de José Ramón Balaguer Cabrera, miembro del Secretariado del Comité Central de Partido y jefe de su Departamento de Relaciones Internacionales, representantes de 21 países pasaron revista a lo logrado en materia de integración y a lo que más urge del respaldo de la comunidad internacional.
Se habló del apoyo para el cese del bloqueo a Cuba y de la hostilidad imperialista contra Venezuela; la libertad de Lula en Brasil; la legitimidad del pueblo saharaui para decidir sobre la explotación de sus recursos naturales y el respeto a la vida en Palestina.
Solidaridad es también reciprocidad, testimoniaron varios estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina, a lo que María Ruiz, quien lidera hace casi tres décadas la brigada de solidaridad Nou Barris, de Barcelona, aseveró que la unidad se demuestra en acciones ejemplarizantes, y por eso viaja con su hija, y su nieta Lara dona sangre en cada visita a esta Isla.
Como símbolo de hermandad, Barón Gregorio Hidravo, dirigente sindical de Manabí, entregó a los CDR una réplica del machete manabita que usara el contingente enviado por el héroe nacional ecuatoriano, Eloy Alfaro, para apoyar la gesta mambisa del siglo XIX.
En la Declaración Final del Encuentro se exigió además el respeto a las tradiciones de los pueblos ancestrales y al derecho reproductivo de las mujeres, así como garantías para que la juventud acceda a una educación pública, gratuita y de calidad, buenos empleos y participación en las decisiones.