La juventud capitalina participa en la labores de recuperación del territoro, tras el paso del huracán Irma. Un momento muy especial es el de donar sangre para quien lo necesite. Autor: Roberto Garaicoa Martinez Publicado: 21/09/2017 | 07:05 pm
Cuando el martes el Banco Provincial de La Habana despertó con 130 bolsas de sangre (lo ideal para funcionar debe ser una reserva de al menos 500) bien se supo con quiénes se podía contar para completar la cifra perfecta.
Desde el Comité Provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) de la capital salió el llamado que tantas veces se deja escuchar durante el año. Aunque siempre es importante vivir, esta vez llegaba en un momento mucho más trascendental: luego del paso del arrasador huracán Irma, que tantos daños ocasionó en la costa norte del archipiélago cubano.
Por eso no fue casual que el trabajo voluntario y las labores de saneamiento que se desarrollaban desde temprano en las universidades se vieran postergados por una convocatoria un poco más urgente: aguardar seis horas sin ingerir alimentos y así estar listos para donar sangre. El aviso fue una sorpresa que emocionó a todos.
Asdrúval de la Vega González se estrenó hace unos días como especialista del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex). Y parece que esta será su semana de más primeras veces. Este miércoles —como parte del segundo grupo que acudió al Banco Provincial de 23 y 2, en el Vedado— el muchacho extendió su brazo para entregar un poco de sí a aquellas personas que en tiempos de Irma puedan requerir de su sangre. Nunca sabrá a las venas de quién irá a parar, pero le hace feliz sentir que será útil «por estar contribuyendo a que toda Cuba se recupere», dice mientras disimula entre sonrisas su nerviosismo.
Del lado opuesto del temperamento lozano, con toda la calma que da la experiencia, Jorge Luis Plazaola García es un agente de seguridad y protección de ese mismo Ministerio y está en el Banco ofreciendo su vitalidad. No es joven, aclara confesando sus 48 años, pero JR conversa con él porque ha llegado hasta aquí por el empuje de los más nuevos. Jorge acabó de terminar su guardia y, sin dormir, cumple su deber como lo ha hecho tantas veces, porque sabe que será «tremenda ayuda para quien lo necesite».
Al frente de toda la vorágine anda Mai-Lin Alberty Arrozarena, secretaria del Comité Provincial de la UJC en la urbe. No importa que haya perdido el sueño desde que Irma venía en camino. Ella no para de hablar con el orgullo hermano de quien tiene a gente para hacer, y hace bien y siempre.
Cuenta que la juventud capitalina está sin descanso desde que La Habana se encuentra en fase informativa y que los miembros de la organización se han sumado a todo lo que disponga el Consejo de Defensa Provincial. Ya fueron unos de los protagonistas de la evacuación y tienen historias para contar. Han cargado con los escombros de Irma y han puesto a brillar centros docentes. Y desde este martes y miércoles tienen otra labor que cumplir.
En el mismo Banco Provincial de Sangre han estado donando de su fluido vital, además de hacerlo desde puntos móviles ubicados en las residencias estudiantiles de la Universidad de La Habana, en la Cujae y en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona. Ahora pretenden convocar desde la Universidad de Ciencias Informáticas y las facultades de Ciencias Médicas para luego extenderse a centros de trabajo y producción, adelanta la dirigente juvenil.
Ya llevamos más de 200 donaciones y seguiremos ofreciéndolas durante estos días para ayudar al Banco a tener listas sus reservas de sangre, enfatiza la dirigente juvenil. Y vuelve otra vez al lado de sus muchachas y muchachos que vienen llegando ahora desde el Centro de Ingeniería Molecular.
Cuadros y trabajadores de la sede central del Comité Nacional de la UJC, sus dependencias —Editora Abril, Juventud Rebelde, Centro de Estudios sobre la Juventud—, y organizaciones estudiantiles y movimientos, se suman a ese empeño marcado por la virtud y se proponen hacer un centenar de donaciones esta semana. Hay sangre joven para rato.