Bullying. Autor: Adán Iglesias Publicado: 21/09/2017 | 06:57 pm
Palabras como mariquita, marimacha, flojito, pajarito, pan con pan, pan con salsa y tuerca, entre otras tan o más peyorativas, estigmatizadoras y denigrantes, forman parte del lenguaje común del día a día en algunas escuelas cubanas y, en ocasiones, se utilizan para ofender a personas homosexuales o que son percibidas como tales.
Ello produce efectos negativos sobre los sujetos que rompen los estereotipos heteronormativos, consolida comportamientos ofensivos que no destruyen la homofobia y, sin embargo, pueden provocar otros efectos dañinos, al evidenciar que la heterosexualidad es la norma y todo lo diferente debe ser visto como inferior o merece ser castigado.
Este es uno de los principales resultados de un estudio exploratorio realizado a finales de 2015 en diferentes escuelas capitalinas, esencialmente de los municipios de Marianao y Boyeros, con el fin de conocer la percepción que tenían los estudiantes en relación con el empleo del lenguaje homofóbico, los lugares de riesgo en los que se proferían las expresiones señaladas y los sentimientos de exclusión que involucran al educando, de manera directa o indirecta, ante situaciones de acoso escolar homofóbico.
Se trata de una de las formas de violencia que afecta las relaciones entre iguales en las escuelas, y de la cual ningún país o centro educativo está exento, como lo mostró la indagación, desarrollada, entre otras autoras, por la Doctora en Ciencias Pedagógicas y profesora titular de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona (UCPEJV), Yoanka Rodney Rodríguez, para quien el bullying o acoso homofóbico y transfóbico en espacios escolares necesita ser visualizado para poder prevenirlo.
«Un niño considerado con determinado amaneramiento puede ser acusado por esta característica. Una niña puede ser acosada por no ser delicada o jugar a las casitas, y una adolescente que no cumple los estereotipos de feminidad, como sacarse las cejas, pintarse las uñas o tener un cuerpo que cumpla con la imagen corporal que esperamos de la mujer, puede ser considerada varón, marimacha, y ni tan siquiera ser lesbiana o considerarse como tal», ilustró.
Son algunas de esas situaciones las que se reflejan en el informe final de la indagación ya mencionada. La misma se realizó por la UCPEJV en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), e incluyó a 130 estudiantes (30 de primaria, secundaria, preuniversitario y educación técnica y profesional, respectivamente, además de diez pertenecientes a escuelas pedagógicas).
No se trata de un estudio científico cuantitativo que permita evaluar la magnitud del problema en el país, pero como dijo Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), al inaugurar la reciente 10ma. Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia, aunque sea un solo caso es importante tratarlo. «No hacemos esta batalla porque sea un problema grande, sino porque es un problema, y por tanto hay que visibilizarlo.
«Cuba se encuentra entre los países que menos situaciones de violencia escolar vive, según estudios regionales e internacionales. No obstante, también en investigaciones nuestras, que no son muchas y por ello deben incrementarse, se describen algunas expresiones concretas de violencia hacia las personas lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersex (LGBTI)», expresó la especialista, quien añadió que nuestras escuelas son uno de los lugares más seguros en la vida de nuestros niños y adolescentes, y debemos velar porque este tipo de situaciones no ocurran.
Riesgos, diferencias, exclusión
Al analizar la indagación cualitativamente, sobresalen otras cuestiones novedosas. Por ejemplo, se obtuvo que en la primaria el 20 por ciento de los varones refieren escuchar la palabra marimacha «a veces»; en secundaria básica el 30 por ciento señala que «siempre» perciben las expresiones mariquita, pajarito y flojito; mientras que más del 31 por ciento apunta que suelen oír, «a veces» el término pan con pan para referirse a estudiantes que no cumplen con los estereotipos heteronormativos.
El 40 por ciento de los encuestados en preuniversitario refiere que «casi siempre» se oyen las expresiones gay u homosexual, mientras que más del 50 por ciento dice que «a veces» escuchan llamar a algún compañero como transexual, flojito y maricón. A su vez, los alumnos de la educación técnica profesional y de las escuelas pedagógicas refieren que la palabra tortillera «siempre» es utilizada. Otros vocablos que señalaron son cherna, mariposa o encanto, y existen más «duros» que es preferible no reproducir.
La exploración revela diferencias entre los subgrupos relacionados con este tipo de lenguaje. Es evidente que varones homosexuales o percibidos como tales son el blanco principal del acoso, por encima de las niñas, adolescentes y jóvenes vistas como lesbianas. Entre las personas que utilizan el lenguaje homofóbico están los estudiantes de ambos sexos, en las categorías «siempre» y «casi siempre», señalado en todos los niveles de educación, aunque con un discreto aumento en la educación técnica y profesional.
Igualmente, se comprobó que, como parte de la retórica juvenil, algunas de las palabras ofensivas asociadas a la orientación sexual son empleadas por el estudiantado para comunicarse entre sí, sin que medie la intención de dañar a la persona que recibe semejantes improperios. El receso, los baños y los alrededores de la escuela son los lugares de riesgo en los que se oyen más las críticas, el último, identificado con relativa frecuencia.
El sentimiento de exclusión percibido por los alumnos se presenta menos que las ofensas de carácter homofóbico; pero este comportamiento, como apuntan los especialistas, no debe ser subestimado. En la indagación se evidenció que el estudiantado percibe la exclusión hacia otros iguales en la medida en que aumenta la edad, y que esta se hace mayor hacia muchachos que se comportan como muchachas, y viceversa. Los homosexuales o percibidos como tales son los identificados como más excluidos, en relación con las muchachas percibidas como lesbianas.
Asimismo este comportamiento discriminatorio se observa hacia las muchachas que no quieren ser mujeres, y gustan de vestirse como varones, y hacia los varones que no quieren serlo y gustan de vestirse como mujeres, y se reconoce que «casi siempre» estos son víctimas de ese tipo de comportamiento.
Respeto al otro
Lo descrito y las investigaciones en la materia apuntan a que la principal manifestación del bullying es el lenguaje homofóbico y peyorativo. Eso hace que la vida de algunos estudiantes en las escuelas sea angustiosa, aseguró Yoanka Rodney. Añadió que estudios foráneos plantean que ocurre en muy poco tiempo (entre 30 y 40 segundos); y uno de cada 25 maestros, aproximadamente, es capaz de identificarlo.
«No debemos olvidar que es la escuela la encargada de la formación integral de las nuevas generaciones y el espacio por excelencia para lograr que desde edades tempranas las personas aprendan a relacionarse entre sí sobre la base del respeto, independientemente de su orientación sexual o identidad de género», apuntó la profesora, quien departió recientemente con lectores de Juventud Rebelde en una entrevista en línea junto a la Directora del Cenesex y otros especialistas de esa institución.
—¿Cómo enfrentar las situaciones descritas?
—Para enfrentar una situación de este tipo lo primero que debemos hacer es utilizar adecuadamente lo establecido en el Reglamento Escolar del Ministerio de Educación (Mined). Desde ese marco hay posibilidades para que la escuela, así como los profesores y estudiantes, identifiquen estas situaciones, por ejemplo, en asambleas de grupos, de destacamentos, de brigadas, y cumplan con lo establecido.
«Otra forma de enfrentar el acoso es cumplir el Programa de Educación de la Sexualidad con Enfoque de Género y Derechos, que incluye entre sus contenidos abordar el tema de la violencia de forma general y en particular aquella que se produce por orientación sexual e identidad de género, así como otros temas. En ese sentido es esencial que los maestros tengamos presente que desde cualquier asignatura a partir de las potenciales de su contenido se puede tocar el tema de prevención del bullying.
«También se afronta comunicando a profesores y familiares las situaciones de acoso que se viven para que estos puedan actuar, pues muchos estudiantes callan y quedan a merced de sus agresores sin recibir la ayuda necesaria. Por ello hay que abordar estos temas claramente, y enseñarlos a comunicar cuando son víctimas de acoso escolar de cualquier índole. Hay que identificar en las escuelas quiénes son las víctimas y los victimarios; eso ayuda a la prevención.
«En el caso particular del profesorado, hay que insistir en la preparación que deben recibir en temas relacionados con la educación integral de la sexualidad y la prevención del acoso escolar, así como en algunas de sus conductas, ya que favorecen la existencia de este fenómeno. Por ejemplo, si un niño se cae y le decimos expresiones como los niños no lloran, estás flojito…, en esa manera de calmarlo lo estamos poniendo en una situación de vulnerabilidad con los otros niños, que después utilizan esa misma expresión».
—¿De qué manera puede fortalecerse el Programa de Educación de la Sexualidad con Enfoque de Género y Derechos?
—Se fortalece mediante las actividades educativas que se diseñen, las cuales deben estar dirigidas en especial a estudiantes, profesorado y familiares. Aunque no se puede obviar que la escuela, como el centro cultural más importante de la comunidad, debe llegar con su trabajo educativo a toda la población. De igual modo se fortalece con la participación de los medios de comunicación y de las instituciones de la sociedad civil.
—El estudio exploratorio de 2015 ha sido muy valioso para abordar el tema que analizamos, ¿piensan extenderlo?
—Ahora mismo la UCPEJV lidera el proyecto Estudio sobre el bullying homofóbico en instituciones educativas cubanas, el cual indagará sobre el fenómeno en las provincias de Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Cienfuegos y Guantánamo. Ya cerramos la capital y todo el procesamiento está siendo revisado por un grupo de expertos.
«Existen muchas aristas para abordar el tema, a partir de que se cuenta con un currículo amplio y flexible. No puede hacerse desde una visión global. Debemos trabajar con los niños, sus maestros, el personal que labora en los centros escolares, la familia y la comunidad, pues todos tienen un deber educativo y con su actitud trasladan valores.
«Todo ello hay que concebirlo desde un plan de mejora de la convivencia o desde la atención individualizada; esas alternativas a veces no se practican. Lo más importante es trabajar en la formación de valores, pues una situación de acoso escolar homofóbico o transfóbico se enfrenta con educación, prevención, aceptación, solidaridad, amor, sensibilidad y respeto hacia el otro».
Por una escuela placentera
Desde la escuela tradicional hasta el presente, como parte y reflejo de las sociedades patriarcales, los centros escolares han constituido uno de los espacios de educación y aprendizaje que más reproducen y multiplican modelos sociales sexistas. Para Cuba, que se ha caracterizado por desarrollar una vocación humanista y transformadora desde el triunfo revolucionario, tratar de borrar esa concepción ha sido una premisa fundamental.
Lo ha hecho porque los patrones culturales relativos a la masculinidad y feminidad que se observan en el aula, el receso y en actividades dentro y fuera de las escuelas tienen impacto en la niñez y adolescencia, pues influyen profundamente en el desarrollo de la personalidad y su esfera sicosexual, como apuntan diferentes especialistas en el tema.
«Nuestro sistema educativo es inclusivo; no deben admitirse manifestaciones de rechazo, discriminación o cualquier tipo de violencia», expresó la máster Yanira Gómez Delgado, jefa del Departamento Independiente de Salud Escolar del Mined, en entrevista exclusiva para Juventud Rebelde.
Agregó que el bullying se trabaja con un enfoque fundamentalmente educativo-preventivo, que promueve la igualdad entre los géneros y de derechos, tanto en actividades curriculares como extracurriculares.
«Nuestro fin es la formación integral de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, entendida como el desarrollo de todas las esferas de la personalidad: intelectual, física, estética y laboral, con énfasis en la formación de cualidades morales y de valores», dijo.
La funcionaria especificó que el Ministerio aplica en sus centros el Programa de Educación de la Sexualidad con Enfoque de Género y de Derechos, el cual contribuye a promover una sexualidad sana, responsable, feliz y placentera. Precisó que incluye todas las manifestaciones de discriminación o violencia, entre esas por creencias religiosas, razas, procedencia social, identidad de género u orientación sexual.
Gómez Delgado detalló que la escuela tiene documentos que regulan la disciplina y mencionó entre esos el Reglamento Escolar, el cual establece los deberes, derechos, obligaciones, así como las medidas disciplinarias que se deben aplicar según tipifiquen las manifestaciones de indisciplinas.
«Cada institución, sobre la base de esta norma, elabora la propia con las adecuaciones necesarias según sus particularidades. Para ello se requiere de la participación de todos, incluyendo la familia, y es obligación de la institución divulgarlo», subrayó.
Detalló que el Ministerio elaboró la Resolución 506 de 2014, que regula la disciplina de los trabajadores en los centros educacionales, en la cual se estipula, entre otros aspectos, el vínculo de respeto que debe existir entre ellos, y entre estos y los educandos, así como refiere las sanciones, que pueden conllevar incluso a la expulsión del trabajador del Sistema Nacional de Educación.
«Debemos continuar trabajando para que todas las personas sean tratadas por igual y se aprenda a vivir con aquellas que tienen características diferentes a las propias. Es en esencia educar en valores como solidaridad y respeto», concluyó.
Del Reglamento Escolar
—Artículo 6, inciso d. Refiere que es responsabilidad del directivo de cada escuela, de conjunto con su Consejo de Dirección, «crear las condiciones que garanticen el máximo desarrollo de las capacidades mentales y físicas de los estudiantes, la formación de una cultura cívico-ciudadana (…), así como la protección a la salud de los escolares».
—Artículo 12. En lo relativo a la relación entre el estudiantado, plantea que «tienen la obligación de practicar la cortesía y el respeto mutuo» y ejemplifica con el saludo, el uso del lenguaje correcto sin emplear apodos ofensivos o bromas groseras que hieran el prestigio personal y social, entre otros aspectos.
—Artículo 15. Alude a que el alumnado debe «manifestar una conducta sexual responsable» y aboga por el cumplimiento del Reglamento de Salud.
—Artículo 16, en su inciso a. En relación con el personal adulto refiere que «son derechos comunes a los estudiantes (…) recibir un trato cortés y respetuoso por parte de los trabajadores, docentes y Consejo de Dirección».
Fuente: Educar para la igualdad, una propuesta para la prevención y atención educativa de la violencia de género en el contexto escolar, de un colectivo de autores cubanos.
Foto: Roberto Suárez
Sin violencia
El Partido y Estado cubanos, como evidencia de sus propósitos para lograr espacios sin violencia y discriminación, y en particular la motivada por el rechazo a las expresiones no heteronormativas de la sexualidad, han tenido en cuenta el tema en varios documentos.
El número 57 de los Objetivos de Trabajo del Partido, aprobados en su Primera Conferencia, plantea la necesidad de luchar contra un grupo de prejuicios y actos discriminatorios, dentro de los cuales se contemplan los referidos a la orientación sexual e identidad de género.
También en la Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista, y en el Plan nacional de desarrollo económico y social hasta el 2030 se establecen aspectos relacionados con el tema.