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La Unión de Jóvenes Comunistas se va acercando cada vez más al propósito de representar los intereses y aspiraciones de todos los jóvenes cubanos

Discurso pronunciado por José R. Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la Clausura del X Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas

Autor:

Juventud Rebelde

Discurso pronunciado por José R. Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la Clausura del X Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, en el Palacio de Convenciones, el 19 de julio de 2015, “Año 57 de la Revolución".

(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)

Compañero Raúl;

Compañeros de la presidencia e invitados;

Queridos delegados y delegadas:

El X Congreso de la UJC, como todos los anteriores, ha sido muestra fehaciente del patriotismo, la firmeza ideológica, el compromiso y la decisión de los jóvenes cubanos de continuar la obra de la Revolución.

Precisamente por estos días, en 1953, ya cerrado cualquier otro camino, la Generación del Centenario se aprestaba a rescatar el ideario martiano con el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. No había transcurrido una década cuando, en abril de 1961, nuestro pueblo y con él su juventud, empuñó las armas en Playa Girón para defender la independencia, la libertad y la justicia recién conquistadas. Al año siguiente, el 4 de abril, nació la organización juvenil de la Revolución. Ha sido un proceso ininterrumpido de forja de la unidad, de esa unidad nacional en constante lucha contra los enemigos de la Patria, que continúa hasta el presente.

Este ha sido un Congreso diferente y voy a decir por qué, y les transmito también el saludo del General de Ejército, nuestro Primer Secretario, quien lo apreció de la misma forma y me encargó que lo trasladara a ustedes directamente, que esa es su opinión, que ha sido diferente, que ha sido de mucha calidad, que lo ha podido apreciar por las intervenciones, por su contenido, así que les traslado su opinión, que es la mía también (Aplausos). Ha sido diferente —después vamos a matizar eso— y la  diferencia no ha estado en celebrarlo en julio y no en abril, pues ambos meses marcan momentos cruciales en que los jóvenes cubanos supieron asumir el papel histórico que les correspondía.

La madurez alcanzada por la organización le ha permitido estar a la altura de las complejas circunstancias en que hoy nuestro pueblo perfecciona el socialismo.

No me refiero solo a estas sesiones finales. Ellas resumen la labor desarrollada durante la etapa previa por miles de cuadros profesionales, dirigentes de base y los jóvenes en general, pues no han participado solo los militantes. Todos han trabajado con la mira puesta en las muchas cosas que es necesario mejorar, en los problemas que restan por resolver y en las deficiencias que hay que erradicar; en la búsqueda renovadora de las mejores vías para continuar fortaleciendo la UJC, las organizaciones estudiantiles y los movimientos juveniles, vistos como un todo y en su imprescindible complementariedad. Debemos conceptualizar —y recuerdo que en su intervención el compañero de Guantánamo señaló algo al respecto— definitivamente la responsabilidad integradora que en este sentido tiene la organización juvenil.

Esto debemos hacerlo con racionalidad, empleando los recursos para un trabajo político bien dirigido, diferenciado y oportuno, teniendo en cuenta que los frutos de la labor política e ideológica no se deben medir por la cantidad o esplendor de las actividades realizadas, sino por su influencia y efectos en la conciencia de las personas, que se manifiestan en su actitud práctica cotidiana.

El propio documento discutido:  «Las razones para luchar y vencer se multiplican cada día», es signo de un estilo de trabajo cada vez más inclusivo.  Su análisis no se limitó a los militantes, participaron cuantos jóvenes lo desearon, y no como un acto de formal cortesía, sino para prestar mucha atención a sus criterios, gústennos o no, y especialmente a sus críticas, meditar cuánto de razón hay en cada planteamiento y trabajar para implementar, acorde con las posibilidades materiales, todo lo valioso que encierran.

La Unión de Jóvenes Comunistas se va acercando cada vez más  al propósito de representar los intereses y aspiraciones de todos los jóvenes cubanos, y esto es muy importante. Paso a paso, ha ido construyendo las vías para que lo anterior deje de ser una consigna y existan los espacios que garanticen la participación real y efectiva de cuantos estén dispuestos a aportar al presente y futuro de su patria.

Así lo pude palpar en las asambleas a que asistí y sé que fue también el espíritu predominante en el resto. Aprecié realmente un cambio en el contenido de los planteamientos. Más que decir generalidades, repetir consignas o dedicarse a enumerar los recursos que faltan o a relatar qué no han hecho los demás, el debate se centró en precisar qué hay que hacer, mirando más hacia adentro que hacia fuera. Lo anterior no significa que se hayan dejado de plantear los problemas a los organismos responsables de solucionarlos, pero en el marco adecuado, lo que en la práctica ha dado y dará  mejores resultados.

A mi entender, esto se debe destacar porque se fortalece la autoridad de la UJC ante las organizaciones estudiantiles, de pioneros y los movimientos juveniles. Lo anterior no depende de que alguien lo diga o esté escrito en determinado documento, sino tiene por base los vínculos en el trabajo y el respeto a los criterios, la independencia, el lugar y el papel de cada cual, a lo que debemos añadir el vínculo permanente de la UJC con nuestro Partido. Esto se debe seguir perfeccionando en el trabajo de la organización.

No es posible en aras del tiempo y la concreción de esta intervención mencionar todas las actividades, tareas, artículos, opiniones, entrevistas, etcétera, que han sido reflejados por nuestros medios y en especial en el periódico Juventud Rebelde en las semanas previas a este evento; no obstante, mencionaré a modo de ejemplo, la efectiva divulgación de los hechos relevantes de nuestra  historia y el papel de sus principales protagonistas que tanto valor tienen en las actuales circunstancias y que la UJC ha impulsado y han sido reflejo constante en las actividades previas a este Congreso, como expresión evidente y renovada de una toma de conciencia imprescindible para la lucha presente y futura en la inevitable confrontación ideológica, acrecentada por los acontecimientos que en el orden internacional han estado siempre presentes y así seguirán, pero ahora de otra forma, con métodos y vías diferentes, donde la sutileza y los medios sofisticados de comunicación son utilizados.  Para ello debemos tener presentes, en primer lugar, nuestras propias fuerzas y el arsenal de ideas que nos aporta la vida y ejemplo del líder histórico de la Revolución Cubana, compañero Fidel Castro Ruz (Aplausos).

El trabajo de las comisiones refleja, tanto en el contenido de los documentos como en el proceso de discusión, los compromisos fundamentales para el trabajo de la organización en la próxima etapa.

Asuntos tales como:  el crecimiento cuantitativo y cualitativo, el adecuado funcionamiento, su estabilidad, la correcta política de cuadros, el conocimiento actualizado de nuestro acontecer económico, político y social, el reconocimiento y sentido de compromiso con el momento histórico que les ha tocado vivir, fueron abordados con profundidad en todas las comisiones.

No está de más recordar que un congreso es solo un momento de reflexión sobre el trabajo realizado, con el principal objetivo de precisar lo mucho que resta por delante, conscientes de las múltiples deficiencias e insuficiencias que aún existen en la labor de la organización, y algo especialmente importante: cómo esta puede aportar más al complejo proceso de transformaciones económicas y sociales en que está inmerso el país, con el propósito de perfeccionar y hacer más fuerte nuestro socialismo.

En todo lo anterior no estarán solos, como siempre el Partido a todos los niveles estará junto a ustedes para brindarles la ayuda necesaria. No obstante, entre las cosas que no debemos pasar por alto es que si bien al Partido le corresponde la orientación y el máximo apoyo a la UJC es también válido recordar lo que plantea el Artículo 6 de nuestra Constitución —que se ha mencionado aquí en varias oportunidades— y cito: «La Unión de Jóvenes Comunistas, organización de la juventud cubana de avanzada, cuenta con el reconocimiento y el estímulo del Estado en su función primordial de promover la participación activa de las masas juveniles en las tareas de la edificación socialista y de preparar adecuadamente a los jóvenes como ciudadanos conscientes y capaces de asumir responsabilidades cada día mayores en beneficio de nuestra sociedad», fin de la cita.

Hago esta precisión en especial a las instancias de nuestro Estado y Gobierno para que lo tengan en cuenta  a la hora de planificar sus obligaciones.

Yo quiero señalar —y aquí la doctora de Bayamo, del hospital Carlos Manuel de Céspedes, lo agradeció— la presencia y la participación de los dirigentes principales de nuestra Revolución y de los compañeros ministros, viceministros, es decir, autoridades del máximo nivel que han estado acompañando, permanentemente, en el proceso desde las provincias hasta la participación ayer en las comisiones en este Congreso.  Es decir que queremos también, como ella planteó, hacer ese reconocimiento, lo que dice mucho a favor de la comprensión, de nuestros dirigentes —los que tienen determinadas responsabilidades—, del importante papel que desempeña la Unión de Jóvenes Comunistas y los jóvenes en general.

Ya se avizora el VII Congreso del Partido. Se dan los primeros pasos, de los que ya conoció el Pleno del Comité Central hace pocos días. Constituirá un importante momento de balance a la implementación de los Lineamientos Económicos y Sociales del Partido y la Revolución, aprobados en el VI Congreso y también de la Primera Conferencia Nacional, que contribuirá a consolidar lo realizado y también a rectificar todo lo que se requiera.

Compañeras y compañeros:

Con frecuencia se ha hablado en los debates sobre las responsabilidades y retos que asumen las nuevas generaciones, como continuadoras de la obra revolucionaria.

Es lógico y necesario que un asunto tan crucial se analice profundamente, pero también con clara conciencia de que no se trata de que en determinado momento cambien las manos que en Cuba sostienen en alto las banderas de la Revolución y el socialismo.

Desde hace más de medio siglo, nadie, ni una persona ni una generación, se ha considerado ni mucho menos ha sido el portador exclusivo de esas banderas. Las hemos mantenido bien arriba millones de compatriotas de todas las edades y en todos los tiempos desde nuestras gestas independentistas.

En Playa Girón, la Crisis de Octubre, la lucha contra bandidos y en cada una de las muchas batallas de estos años, empuñaron el fusil unidos abuelos, padres y nietos; así ha sido igualmente en el trabajo y el estudio; así ocurre hoy y de ese modo será siempre. Por eso, más que de relevo, debemos hablar de continuidad.

En las estructuras superiores de dirección del Partido, el Estado, el Gobierno y las entidades económicas, trabajan cuadros de todas las edades, con el necesario balance entre experiencia y juventud. En el resto de las instancias: provincia, municipio, empresas, etcétera, como es lógico es mucho mayor la presencia de jóvenes, cuyo peso es determinante en las tareas actuales. A lo que debemos añadir la adecuada preparación técnica y profesional, fruto de la obra educacional de la Revolución.

Los que apostaban al tiempo, al llamado «factor biológico», para regresar a Cuba a un pasado de ignominia y explotación, no les quedará más remedio que aceptar tarde o temprano esa realidad. Hasta cierto punto, a ello obedecen los cambios que se vienen produciendo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, sin que hayamos cedido un ápice en nuestros principios.

El mejor homenaje a los caídos en la lucha, la mayor satisfacción y motivo de orgullo para los que hoy han dedicado su vida a llevar adelante la Revolución, es la convicción profunda de que la Patria cuenta hoy, y contará siempre, con una juventud fuerte, preparada, con condiciones para poder darle continuidad al proceso revolucionario, en las actuales y en las futuras condiciones. Este es el compromiso de los jóvenes, y nosotros estamos seguros, firmemente convencidos, de que van a llevar ese compromiso hasta las últimas consecuencias. ¡Este X Congreso lo confirma! (Aplausos.)

¡Vivan Fidel y Raúl! (Exclamaciones de:  “¡Vivan!”)

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!  (Exclamaciones de:  “¡Venceremos!” )

(Ovación.)

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