GUISA, Granma.— De vez en vez el cuerpo se nos estremece y el corazón se nos encoge cuando de alguna manera revivimos en detalles acciones arrebatadoras como la protagonizada por aquel puñado de jóvenes rebeldes, que a finales de 1958 en Guisa, bajo el mando de Fidel, hicieron historia.
Once días (del 20 al 30 de noviembre) marcaron la duración de los encarnizados combates, en los que 180 hombres rebeldes se enfrentaron a aviones, tanques y artillería pesada.
Pero, ¿por qué Guisa?, ¿qué significaba estratégicamente? En agosto de 1958 Fidel había decidido cambiar la Operación Santiago y apoderarse primero del llano. El punto escogido fue Guisa por su posición geográfica, situada a solo l6 kilómetros de Bayamo, donde existía una importante concentración de fuerzas y una abundante técnica militar.
Aunque era la primera vez que los rebeldes llevarían a cabo un ataque en una carretera asfaltada, pusieron en marcha el factor sorpresa para afrontar y desabastecer en esta zona al enemigo proveniente de dicha ciudad. El plan funcionó.
Desde el mismo día 20 la vida en la comarca cambió. Las detonaciones constantes, el fuego cruzado y las tácticas empleadas por los jóvenes al mando de Fidel, como la de colocar en una lechera un explosivo que dañara el puente, para impedir el paso de la tropa enemiga, ocuparon toda la atención de los pobladores y el país.
¡Descuide comandante, por aquí no pasarán!
Durante la batalla se vivieron jornadas difíciles, tensas…, pero ninguna como la de aquel día 27, cuando fuera hecho pedazos por el impacto de un tanque Sherman M4, el héroe de la batalla, Braulio Curuneaux. Tenía apenas 29 años y en él había depositado su confianza Fidel para evitar con la precisión de su ametralladora la entrada de los refuerzos en Guisa; misión que cumplió a cabalidad hasta aquel día.
Antes había sido ya alertado por el Comandante sobre el descubrimiento de su posición, pero él, que se sentía en deuda por haber pertenecido al Ejército batistiano, decidió permanecer en su trinchera, aunque ello le costara la vida. Junto a Braulio cayeron dos rebeldes más, uno denominado el soldado desconocido, pues nunca se supo su identidad.
«Cuentan algunos testimoniantes que Fidel con sus propias manos recogió uno a uno los restos, y les dio sepultura solo con la ayuda de Celia», explica Inés Lourdes Ferrera, investigadora y museóloga de Guisa.
Los restantes días se combatió con intensidad hasta que en la noche del 30 los rebeldes dirigidos por Fidel entraban triunfantes al poblado. Había quedado así desmoralizado el enemigo con más de 200 bajas, entre muertos y heridos y la ocupación de un significativo parque militar. Fue esta la primera victoria de la contraofensiva rebelde.
Atrás quedaban hechos insólitos como el del jovencito Leopoldo Cintra, quien con 14 años recogió bajo el fuego su ametralladora, o el impactante ataque al cuartel de la ciudad en un tanque T-17, cuando ninguno de los muchachos sabía manejar. Allí, en Guisa, se había abierto indiscutiblemente el camino hacia el triunfo final.
Fuente: La contraofensiva estratégica, de Fidel Castro Ruz, 2010.