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El mayor premio de Silvio

El actual director del centro de pioneros exploradores de Cinco Palmas recibió en ese histórico sitio el premio Los zapaticos de rosa, máximo reconocimiento que otorga la Organización de Pioneros José Martí  a personalidades e instituciones destacadas en el trabajo con los pioneros

Autor:

Osviel Castro Medel

MEDIA LUNA, Granma.— «Yo no sabía si reír o llorar en ese momento. Para mí ha sido lo más grande». Así, con las palabras entrecortadas y la exaltación subiéndole a la mirada, resumió Silvio aquel momento en medio de las lomas y palmeras. Y enseguida una nube de recuerdos comenzó a posársele en el cerebro.

Evocó, por ejemplo, su primer juguete, que apenas pudo acariciar a los ocho años; su graduación como maestro hace más de dos décadas y media; sus largos años como dirigente de la Organización de Pioneros José Martí (OPJM).

Es comprensible tamaña emoción y tanto revoloteo de vivencias: este hombre, que se apellida Montero Fleita y que tiene 51 abriles, acaba de recibir, nada menos que en Cinco Palmas, el premio Los zapaticos de rosa, el máximo reconocimiento que otorga la OPJM a personalidades e instituciones destacadas en el trabajo con los pioneros.

«Llevo 35 años laborando para los niños y se me han ido volando», dijo el actual director del centro de pioneros exploradores de Cinco Palmas, instalación por la que han pasado más de 50 000 pequeños desde el 12 de julio de 1987, día de su apertura oficial.

Entre esos infantes se cuentan no solo los de los 13 municipios de Granma; sino también de territorios como Isla de la Juventud, La Habana, Guantánamo, Las Tunas y Holguín.

Silvio llegaría en 1989 y desde entonces ha visto crecer a muchísimos discípulos que hoy lo llaman por la calle convertidos en profesionales destacados.

Para él una de sus mayores satisfacciones es ver que en su campamento los pioneros no solo aprenden la vida en campaña, sino también la historia de la última gesta libertaria de Cuba. «Ellos realizan parte de la ruta de los tres grupos principales que se reencontraron en Cinco Palmas en diciembre de 1956: el de Fidel, el de Raúl y el de Almeida».

Otra de sus alegrías radica en el número de personalidades que han visitado la instalación, que cuenta con capacidad para unos 200 pioneros. «Por aquí estuvieron Juan Almeida, Ramiro Valdés, Guillermo García y otros dirigentes de la Revolución».

Y entre los momentos difíciles no olvida el paso del huracán Dennis, en julio de 2005. «Estaba aquí, de noche, con un grupo de mis trabajadores y el viento nos llevó el techo, nos empapamos; afortunadamente no nos pasó nada, pero en ese instante de tensión sucedió algo que ahora parece cómico: uno de los guardias me empezó a pedir con insistencia unas pastillas para calmarse los nervios...».

Silvio expuso que la estructura actual del campamento también denota progresión: «Empezamos con hamacas y casitas de campaña, luego fue de tabla de palma, después logramos hacerlo de concreto hasta el nivel de las persianas y en el presente es de bloques hasta arriba con un techo de zinc. Uno ve ese avance y se estimula mucho».

Sin embargo, lo que más lo hace latir y emocionarse habita en los gestos de aquellos que todavía sienten su influjo pedagógico. «Este premio, Los zapaticos de rosa, ha sido lo máximo, pero hay otro premio que me ha hecho vivir contento toda la vida: las frases de cariño de los hombres y mujeres que me reconocen y estiman en la calle, esos que pasaron por aquí cuando eran pequeñitos y ahora son médicos, intelectuales... gente útil», confesó con una leve sonrisa, mientras sus ojos se llenaban de todo el verdor de Cinco Palmas.

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