En el puesto de mando del Sistema Único de Exploración y Dirección de Fuego se reciben las informaciones desde la retaguardia del enemigo. Autor: Luis Raúl Vázquez Muñoz Publicado: 21/09/2017 | 05:11 pm
CIEGO DE ÁVILA.— «¿Dónde está el tanque?», se pregunta uno. Es imposible que una mole de hierro y acero pueda desaparecer de la nada. Hasta hace unas horas estaba ahí parqueado, en la esquina de la carretera. Parecía un inmenso animal dormido. Incluso los perros de los vecinos del lugar, alejados de sus casas y en medio de los paseos de monte, se arrimaban a sus esteras y lo recorrían olisqueando esas estructuras.
Pero ahora desapareció. «¿Se fue?», preguntan. La respuesta es: «No, está aquí; no se ha ido». La interrogante volvía a la mente: «¿Caballeros, dónde metieron ese hierro?», y ya en voz alta: «¿Se lo llevaron de aquí?». El capitán Yosvel Medina Labrada, jefe de Plana Mayor del Batallón de Tanques de la Región Militar de Ciego de Ávila, vuelve a negar.
«Venga por acá», pide sin dejar de reír y uno tiene que acompañarlo en una sonrisa, aunque de asombro, cuando descubre que el tanque estuvo más cerca de lo imaginado. Así es. A menos de 50 metros, oculto bajo tierra con unas mantas gigantescas de camuflaje y por la vegetación colocada alrededor de su blindaje, estaba el tanque con su cañón y ametralladoras desenfundadas, en espera de la orden de combate.
Protegerse y aguardar
«Entre las medidas esenciales está quitarle el brillo», expresa Roberto Peraza Taura, de 25 años y jefe del tanque, cuando se refiere, en el argot de los tanquistas, a una de las acciones más importantes para proteger una máquina de combate: ocultar cualquier posibilidad de resplandor de sus metales.
La protección de ese medio blindado no era un eslabón suelto. Como parte de la maniobra dedicada al aniversario 58 de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, la cual se desarrolló desde el 12 hasta el 15 de julio pasados, los miembros de la defensa de la Región Militar de Ciego de Ávila practicaron en el terreno acciones de las pequeñas unidades de las agrupaciones de tropas para preservar a sus combatientes y medios de combate ante un bombardeo permanente, como ocurre hoy en Libia.
El enmascaramiento y desconcentración de los blindados y medios de artillería se combinaron con idénticas acciones por parte de los soldados y reservistas movilizados, para preservarse durante largos períodos de bombardeos. En los refugios, los hombres esperaban.
En medio de la iluminación tenue de uno de estos, a varios metros bajo tierra, los hombres aguardaban la hora de salir. Unas fichas de dominó se escuchan al ser puestas, mientras un grupo de combatientes miraba el televisor. En el puesto médico, el personal sanitario revisaba los medicamentos y en el cuarto del armamento se comprobaba el estado de las armas de infantería. Pronto entrarán en acción.
Golpear y golpear
Cuando llueve, el campo vuelve a nacer. El fresco se combina con el verde del monte y el cielo plomizo brinda una sensación de tranquilidad. Pero es una ilusión. Un caza de combate aparece y estallan las bombas. Después de los pases, aparecen los helicópteros y comienza el desembarco helitransportado enemigo, ya detectado por los órganos de exploración y dirección de fuego.
Desde su misma aparición, las piezas de artillería comienzan a responderle. Hasta que el campo se estremece con unos rugidos. Varios tanques atraviesan a toda velocidad una cañada. Las esteras dejan surcos inmensos sobre la tierra mojada mientras nubes de fango y agua se elevan en columnas.
La voz bronca de los cañones se deja escuchar sin que las máquinas se detengan. De sus estructuras comienzan a lanzarse unas figuras diminutas, envueltas en el humo de las explosiones, y el familiar tableteo de la AKM retumba en el campo. Esta vez el enemigo fue rechazado en su intento de desembarco, al avistarse las unidades de desembarco yanquis y nuestras tropas ocupar con rapidez sus posiciones, una vez concluidos los bombardeos. Sin embargo, los intentos continúan.
Dentro de la concepción de esta maniobra se ejercitó el combate defensivo territorial contra la invasión y la defensa de un sector de la ciudad, ante el avance norteamericano. Ello se ejercitó en el ataque y desembarco helitransportado en un aeropuerto cercano a la ciudad de Ciego de Ávila. Ante la señal de alarma, los integrantes de la Brigada de Producción y Defensa obstaculizaron la pista y sus accesos, e iniciaron la defensa de la instalación.
Aún así el enemigo avanzó para caer en las Zonas de Desgaste Táctico, áreas donde se propinan golpes constantes para debilitar el orden combativo enemigo. En estos tipos de combate participan los Batallones de Designación General, agrupaciones integradas por milicianos con preparación física y técnica para efectuar acciones irregulares en los llanos.
Como parte de los ejercicios se comprobó la efectividad del Sistema Único de Exploración y Dirección de Fuego, el cual integra a varias especialidades, incluso las que permanecen en la retaguardia del invasor, y que también ayudan a corregir el fuego de las armas.
Su trabajo se apreció en la defensa de un sector de la ciudad, dentro de la parte final de la maniobra. Allí se percibió un tipo de defensa activa, a través de la combinación de guerra regular con irregular, y donde las unidades actuaron con plena iniciativa y en constante cooperación con otras categorías de tropas.
Esa etapa la vivieron los soldados Odelvis Luis Benítez Echevarría, de 19 años y futuro estudiante de Ingeniería Eléctrica, y Yarián Quintero Montalvo, de 20 años, quien en el próximo curso se sentará en las aulas de Cultura Física. Ambos manejan el Complejo Coheteril Antiaéreo Portátil, un arma temible para la aviación y sobre todo dentro del amasijo de viviendas que es una ciudad.
«Esto sí que no entiende —dicen al señalar sus armas antiaéreas—. En las clases nos enseñaron cómo localizar el avión y el helicóptero, y por dónde hay que dispararles. Y el cohete en esto sí que no falla. Donde lo apuntas, para allá se va. Cohete disparado, avión derribado. Es mejor que los yanquis no se aventuren».