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Justo homenaje al Comandante Guerrillero

Una guardia de honor encabezada por el vicepresidente cubano José Ramón Machado Ventura y los miembros del Buró Político del Partido Comunista Ricardo Alarcón, Esteban Lazo y Pedro Sáez, así como otros dirigentes partidistas y de organizaciones de masas, cerró el tributo de los capitalinos al Comandante de la Revolución. Homenajes similares se efectuaron en todo el país

Autor:

Amaury E. del Valle

Un inmenso cuadro con su sonrisa modesta y a su pie las innumerables condecoraciones que mereció en vida, y de las que nunca hizo vanagloria alguna, fue la imagen que presidió el homenaje que una multitud dolida de capitalinos protagonizó al Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, fallecido en la noche del pasado viernes.

Aunque un paro cardiorrespiratorio puso fin a la vida de uno de los más queridos revolucionarios cubanos, no pudo la muerte borrar en la visión de los cubanos el respeto y admiración por quien en vida combinó su labor de combatiente, comandante guerrillero, dirigente estatal y partidista, con la de compositor de más de 300 canciones, muchas de las cuales le han dado la vuelta al mundo.

Almeida, como sencillamente le llamaba la gente de pueblo a quien surgió de sus entrañas y de albañil llegó a ser uno de los principales líderes de la revolución cubana, recibió en la base del monumento a José Martí, en la Plaza de la Revolución, el tributo de un pueblo que durante más de doce horas desfiló en merecido homenaje.

Personas comunes, trabajadores, estudiantes, artistas famosos o ancianos que fueron a decirle el último adiós a quien siempre sintieron como uno de los suyos, soportaron el calor y la larga fila que se formó para pasar delante de la figura de Almeida.

El desfile luctuoso comenzó con la guardia de honor rendida por el presidente cubano, General de Ejército Raúl Castro, y la colocación de ofrendas florales a su nombre y en el de Fidel.

A esta sencilla ceremonia, como lo fue el propio Almeida en vida, le siguió el pasar del pueblo, acompañado por la música de alguna de sus composiciones, entre ellas La Lupe, una de las más conocida y queridas.

Su letra la compuso a su salida de México, en la expedición del yate Granma que comandara Fidel Castro para liberar a Cuba de la tiranía de Fulgencio Batista en 1956.

Ya entonces Almeida, quien comandaba uno de los tres pelotones, había pasado por la prueba de fuego del asalto al cuartel Moncada, del presidio político y del destierro, y posteriormente sobreviviría a disímiles combates, encabezando el Tercer Frente guerrillero Mario Muñoz, del cual fue su fundador y único jefe.

Fundador del Partido Comunista de Cuba e integrante de su primer Buró Político, ejerció esa función hasta su muerte, junto a la de vicepresidente cubano y presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.

Almeida además supo combinar las múltiples ocupaciones con las dotes de escritor de una docena de libros y compositor en diversos géneros musicales, que van desde sones hasta boleros.

Por todo ello, por su imagen tímida pero firme, su sonrisa jovial, su diario actuar de jefe, dirigente y a la vez de cubano común, jaranero y de buen gusto musical, el pueblo hizo suyo el dolor por la muerte de Almeida, rindiéndole tributo no solo en varios puntos de Ciudad de La Habana, sino en todas las provincias del país.

En cada lugar, además de las flores y las anécdotas de quienes lo conocieron, también se dejaron escuchar en algún momento las notas musicales de alguna de sus composiciones.

Quizás por ello más de una persona haya pensado con justeza que no hay mejor manera de despedir al comandante guerrillero, que la que él mismo le pidió a La Lupe en su canción...

Y ahora que me alejo/ para el deber cumplir/ que mi tierra me llama/ a vencer o a morir/ no me olvides Lupita/ acuérdate de mí.


 

 

 

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